Dorotea en El Quijote

Nótese cómo el narrador ha centrado la fuerza de su prosopografía en la captación cinematográfica de los cabellos al aire y de las manos en los cabellos:



«sacudiendo la cabeza a una y a otra parte, se comenzaron a descoger y desparcir unos cabellos, que pudieran los del sol tenerles envidia… Los luengos y rubios cabellos no sólo le cubrieron las espaldas, mas toda en torno la escondieron debajo de ellos, que si no eran los pies, ninguna otra cosa de su cuerpo se parecía: tales y tantos eran.», El Q.I.28.5-6

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Dorotea es el prototipo de la mujer fuerte de El Quijote, por su hermosura, su inteligencia y su autoridad moral.

Dorotea, representada aquí por Aitana Sánchez Gijón (1), es por antonomasia la mujer hermosa e inteligente del Quijote, cuyos rubios cabellos, dotándola de luz y de movimiento, feminizan hasta tal punto su prosopografía, que hacen de ella la mejor encarnación de su etopeya. ® rubios cabellos.

• A Dorotea se la llama repetidamente hermosa y discreta. Ella y Zoraida son las dos únicas mujeres que reciben en El Quijote el calificativo de bellísimas: «bellísima Dorotea», I.28.15 y «bellísima Zoraida», I.41.33.

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Dorotea: 113: [bellísima Dorotea: 1; desdichada Dorotea: 1; discreta Dorotea: 3; hermosa Dorotea: 5]

Dorotea (doc. s. XV, del gr. Dorothéa fem. de Doró-theos 'regalo de Dios'; Theodóra fem. de Theo-dóros 'divino regalo') f. 'don de Dios': «Dorotea vale dei donum.», Cov. 484.b.41; por antonomasia: Santa Dorotea de Cesaria, víctima de la persecución de Diocleciano. De la misma persecución fue víctima Santa Eulalia (de Mérida o de Sarriá) ® Olalla; el antropónimo femenino Dorotea alterna con su sinónimo ® Teodora • ® aldeanos vs. villanos vs. hidalgos. ® «Historia de Dorotea»

|| bellísima Dorotea: ¿Qué hombre sensible a los encantos femeninos y sensato ante los derechos de la mujer, no ha sentido al leer el Quijote el poder de seducción de esta mujer andaluza, que aún más que bella, siendo bellísima, es fuerte con la fortaleza del símbolo perfectamente encarnado? (® vasallo: Tu vasalla soy, pero no tu esclava)

• Dorotea atraviesa la primera parte de la historia de don Quijote como la mujer abandonada por don Fernando, que tiene el firme propósito de reencontrarlo, para hacer triunfar su derecho de esposa, recuperándolo como suyo, tras haber sido hecha suya por engaño.

«La reacción de Dorotea ante la felonía es muy distinta a la de Cardenio o a la pasividad enfermiza de Luscinda. Mujer activa y enérgica, decide ir a la ciudad en busca del libertino. Tras muchas penalidades, recobra la esperanza al enterarse de la nulidad del matrimonio de Luscinda. Los padres de Dorotea creen que ha sido raptada y en un bando público ofrecen un premio a quien la rescate. Se retira avergonzada a la montaña para ocultarse y preparar su enfrentamiento con el desleal don Fernando.», Alberto Sánchez, en Rico II, 72.

• Don Fernando es hijo de un duque del cual ella es vasalla. El relato de Dorotea en primera persona (narrador homodiegético), de estilo italianizante con ingredientes pastoriles, introduce indirectamente el tema del don Juan pueblerino (Don Fernando y sus amores sucesivos), tema que encontramos igualmente en la historia del cabrero ® Eugenio.

• Cardenio, traicionado en su amistad por el mismo don Fernando, y refugiado como Dorotea y como don Quijote en sierra Morena (tema de la fuga a la soledad del amante desesperado), reconoce a Dorotea como la hija única del rico Clenardo, y se presenta a sí mismo como el que Luscinda, raptada por don Fernando, llama su esposo. Cardenio promete que desafiará a Don Fernando, para que reconozca la sinrazón que le hace a ella, pues es suyo, I.29.6.

• Advertida del proyecto del cura y del Barbero de hacer salir a don Quijote de Sierra Morena, Dorotea se declara dispuesta a ayudarles. Gran lectora de los libros de caballerías, por los que conoce el estilo de las doncellas cuitadas, se transformará en la princesa Micomicona, reemplazando así al Barbero disfrazado de doncella menesterosa. Sus súplicas decidirán a Don Quijote a salir de Sierra Morena para matar al gigante que oprime a la princesa. Cuando ella decide desaparecer con Don Fernando, su esposo recuperado, Don Quijote acepta su propio enjaulamiento, y, creyendo que va al reino de Micomicón en Etiopía, es llevado a su aldea para ser curado de su locura.

• En su retrato hay un perfecto equilibrio entre la etopeya y la prosopografía. Cardenio dirá de ella que «era tan hermosa, recatada, discreta y honesta, que nadie que la conocía se determinaba en cuál destas cosas tuviese más excelencia ni más se aventajase.», I.24.11.

• Es por antonomasia la mujer hermosa e inteligente del Quijote, cuyos rubios cabellos, dotándola de luz y de movimiento, feminizan hasta tal punto su prosopografía, que hacen de ella la mejor encarnación de su etopeya. ® rubios cabellos.

• A Dorotea se la llama repetidamente hermosa y discreta. Ella y Zoraida son las dos únicas mujeres que reciben en el Q. el calificativo de bellísimas: «bellísima Dorotea», I.28.15 y «bellísima Zoraida», I.41.33. (Avellaneda, aunque no captó la importancia de su papel de auxiliar de quienes desean el bien de don Quijote, la recordará fugazmente como «la hermosa Dorotea», DQA, 1.2)

• Nótese cómo el narrador ha centrado la fuerza de su prosopografía en la captación cinematográfica de los cabellos al aire y de las manos en los cabellos:

«sacudiendo la cabeza a una y a otra parte, se comenzaron a descoger y desparcir unos cabellos, que pudieran los del sol tenerles envidia… Los luengos y rubios cabellos no sólo le cubrieron las espaldas, mas toda en torno la escondieron debajo de ellos, que si no eran los pies, ninguna otra cosa de su cuerpo se parecía: tales y tantos eran. En esto, les sirvió de peine unas manos, que si los pies en el agua habían parecido pedazos de cristal, las manos en los cabellos semejaban pedazos de apretada nieve… la hermosa moza alzó la cabeza y apartándose los cabellos de delante de los ojos con entrambas manos, miró los que el ruido hacían; y apenas los hubo visto, cuando se levantó en pie y, sin aguardar a calzarse, ni a recoger los cabellos, asió con mucha presteza un bulto, como de ropa, que junto a sí tenía, y quiso ponerse en huida, llena de turbación y sobresalto», I.28.5-6; «asiéndola por la mano el cura, prosiguió diciendo: —Lo que vuestro traje, señora, nos niega, vuestros cabellos nos descubren», El Q.I.28.8-9.

• Pasemos a la etopeya, insinuada ya en la prosopografía: la figura de Dorotea, cuya simpática listeza anima la doble acción de los cc. 28-47 de la primera parte, da un nuevo aspecto a la parodia de Cervantes. Heroína de un relato sentimental, el de la mujer agraviada por el hombre a quien se dio por esposa, I.28-29, cuando ve la necesidad de ayudar a quienes desean el bien de don Quijote, I.29, se presta a la ficción urdida por el cura y el barbero, representando el papel de la doncella menesterosa, que ella conoce por su lectura de los libros caballerescos.

• De esta manera la relación entre Dorotea y don Quijote se establece al hilo de la típica aventura de «doncella menesterosa», que nunca puede faltar en un buen libro de caballerías.

• En realidad la composición del personaje es más rica aún, ya que al asumir dos papeles, el de Dorotea y el de princesa Micomicona, representa una amalgama del tipo de «menesterosa» con el de amante «vestida de hombre», lo cual conlleva la paradoja irónica de amalgamar un tema medieval con un tema del renacimiento, FMV (tema de la doncella menesterosa; tema de la mujer amante «vestida de hombre»). ® Micomicona. Esta dualidad eleva la parodia de Cervantes al plano del conceptismo narrativo o a lo que en inglés se entiende por 'Wit', alemán 'Witz'.

• Función cardinal de Dorotea en la unidad compositiva de la primera parte del Quijote: aunque inverosímil como conjunto de casualidades, las dos historias sinópticas de Cardenio y de Dorotea, su interpretación alegórica en la «Novela del curioso impertinente» y su resolución tras la batalla del campo de Agramante constituyen la gran historia de amor por entregas de la primera parte del Quijote.

• La puesta en relación de estos personajes con don Quijote, la función que asume Dorotea para hacer salir a don Quijote de Sierra Morena, la continuación de la doble historia sinóptica de los amores desgraciados de Cardenio y de Dorotea bajo la forma de reconocimiento, reencuentro y reconciliación con sus parejas respectivas (Dorotea con don Fernando, y Cardenio con Luscinda) es una obra maestra de unidad compositiva: «La obra maestra del episodio Cardenio-Fernando-Dorotea-Luscinda es el quicio de la búsqueda y del hallar y volver de Don Quijote en la parte primera.», Hatzfeld, 117.

• Dorotea enlaza especialmente el juego y el contrajuego de la primera parte del Quijote: el juego, puesto que abunda en el sentido de la salida de Don Quijote de su lugar en busca de aventuras, procurándole la de la princesa Micomicona; y el contrajuego, puesto que contribuye a la empresa del Cura y el Barbero para el retorno de Don Quijote a su aldea. Ver esta misma tesis en Hatzfeld, p. 114.

• Márquez Villanueva ha señalado muy atinadamente que «la historia de Micomicona no constituye sino quintaesencia de lo ocurrido en la vida real a Dorotea, desposeída de su reino amoroso por el traidor don Fernando, un «gigante» social en la escala de la muchacha labradora.», FMV, p. 21. ® linaje.

• He aquí las grandes etapas de la acción de Dorotea: cuenta su historia, I.28, I.29; encuentro con Cardenio, I.29; propone desempeñar el papel de princesa Micomicona «porque ella había leído muchos libros de caballerías:, I.29; historia de Micomicona, I.30, I.31, I.32, I.35, I.36; encuentro con don Fernando y Luscinda, I.36; feliz final del conflicto amoroso, I.36; I.37, I.42, I.43, I.44, I.45, I.46; se despide de los acompañantes de don Quijote, I.47. ® Cardenio ® Claudia Jerónima ® Micomicón ® vasallo: Tu vasalla soy, pero no tu esclava



Imagen: Sancho Panza rinde homenaje a la princesa Micomicona (Dorotea) (2)

linaje: 42: [linaje de los Panzas: 2; de linaje de reyes: 2]; linajes: 12; √ línea
linaje (doc. 1209, del cat. llinatge, por disimilación del cat. ant. llinyatge, der. de llinya 'línea', del lat. linea 'hilo de lino' µ 'raya') m. «Le decendencia de las casas y familias. Díxose a linea, porque van decendiendo de padres, hijos y nietos, etc. como por línea recta.», Cov. 768.a.8.

• En los Libros de Caballerías el linaje constituye un requisito indispensable para ser caballero. En el Amadís de Gaula se hace pasar al protagonista por un complejo proceso de anagnórisis que transforma este requisito en resorte narrativo. Tanto el lector como otros personajes saben antes que el protagonista que es hijo de reyes y que, en consecuencia, puede pretender a más de lo que él mismo imagina: «—Ay, cativo Donzel del Mar, sin linaje y sin bien, ¿cómo fueste tan osado de meter tu coraçón y tu amor en poder de aquella que vale más que las otras todas de bondad y fermosura y de linaje?», AdG, p. 306.

• El señor de las Villas Yermas recuerda a Tirante el Blanco que la diferencia de linaje le impide tanto relacionarse con la bella Agnés de Berri como mantener duelo con él: «Porque tú sabes bien que no eres dino ni merecedor de tener cosa alguna que sea de una tan alta y tan virtuosa señora como es aquélla, por quanto tu estado, linaje y condición no es suficiente para descalçarle el chapín esquierdo; ni eres para ygualarte comigo en linaje, dignidad y riqueza, sino que yo, por mi humanidad y begninidad, he querido consentir de ygualarme contigo y hazer esta batalla.», J. Martorell, Tirante el Blanco, cap. LXVII, ed. MdeRiquer, 1990, p. 131-132.

• El Buscón don Pablos, al despedirse de su tío le escribe: «yo pretendo ser uno de mi linaje que dos es imposible», II, v, ed. crít. de F. Lázaro Carreter, Salamanca 1965, p 148). Se trata de una parodia de la manía nobiliaria, aunque muy inferior a la que desarrolla el Quijote contra los linajudos.
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|| humildes en linaje: Dorotea dice de sus padres que, aunque ricos, «los bienes de su naturaleza» ('de su linaje') no igualan a los de su fortuna, porque no han nacido ilustres: «mis padres, humildes en linaje»; ella tiene la imaginación de que su desgracia personal viene de la humildad del origen de sus padres, I.28.13; más adelante, aunque en el mismo contexto, Dorotea explica que sus padres van poco a poco adquiriendo nombre de hidalgos, y aun de caballeros, esto es, entrando en el segundo tipo de linaje de que nos habla Don Quijote en I.21.42.

• Dorotea, como sus padres se lo han recomendado en su educación, no olvida la desigualdad de linaje que hay entre ella y Don Fernando, y por esta desigualdad echa de ver que sus pensamientos (aunque él diga otra cosa) más se encaminan al gusto de él, a su lascivo apetito, que al provecho de ella, I.28.15.

• Cuando Don Fernando jura a Dorotea de ser su marido: «con palabras eficacísimas y juramentos extraordinarios me dio la palabra de ser mi marido», ésta le recuerda la diferencia de sus linajes: «que mirase bien lo que hacía, y que considerase el enojo que su padre había de recebir de verle casado con una villana, vasalla suya», I.28.20.

• Dorotea, en su resistencia a los avances de Don Fernando, no se para en su propio caso, sino que sube a los principios que gobiernan las relaciones matrimoniales entre personas de linaje diferente y a las lecciones de la experiencia que los ilustran: «le dije … que si algún bien me quería hacer, por el amor que me tenía, fuese dejar correr mi suerte a lo igual que mi calidad pedía, porque nunca los tan desiguales casamientos se gozan ni duran mucho en aquél gusto con que se comienzan.», I.28.20.

• Cuando Dorotea constata que Don Fernando, «como el que no piensa pagar» lo que compra, «no repara en inconvenientes» para llevar a cabo su propósito de poseerla, y que ella, si él usa de la fuerza, vendrá «a quedar deshonrada y sin disculpa de la culpa», se hace una razón para aceptar lo que no puede evitar: «no seré yo la primera que por vía de matrimonio haya subido de humilde a grande estado, ni será Don Fernando el primero a quien hermosura, o ciega afición (que es lo más cierto), haya hecho tomar compañía desigual a su grandeza», I.28.20.

• Llevada por su cólera y rabia, al verse olvidada y traicionada por Don Fernando, Dorotea, acompañada por un criado de su padre, que ha escuchado su desventura y le ha prestado vestidos para que se disfrace, se puso en hábito de hombre y se fué a la ciudad donde había entendido que estaba Don Fernando. Este mozo, explica Dorotea en la historia de sus desdichas, quiere aprovecharse de la ocasión y la requiere de amores, a pesar de su baja condición, «siendo sujeto tan bajo (de linaje) y tan indigno de mis pensamientos», I.28.22. Se ve que Dorotea, aunque se estima de linaje inferior al de don Fernando, se estima a su vez de linaje superior al del mozo que le presta ayuda en su venganza.


|| aniquilar tu sangre: 'humillar tu linaje' • Relato de Dorotea (tema de los linajes): «si te parece que has de aniquilar tu sangre por mezclarla con la mía, considera que pocas o ninguna nobleza hay en el mundo que no haya corrido por este camino, y que la que se toma de las mujeres no es la que hace al caso en las ilustres decendencias; cuanto más, que la verdadera nobleza consiste en la virtud», I.36.27.

• Javier Salazar Rincón nos dice: «En la sociedad de estamentos, la distribución escalonada de los individuos en categorías sociales es obra de la providencia divina, y reflejo de la disposición jerárquica que preside el orden celestial [ccxxxix]: el rey lo es por voluntad de Dios, y, sujetos a esta suprema autoridad, todos los demás estados plasman los designios del Creador en el gobierno de los hombres. Ahora bien, entre las disposiciones celestiales y la sociedad civil existe un eslabón intermedio: la sangre [ccxl], que actúa como causa segunda o vehículo por el que el individuo, de acuerdo con los deseos de Dios, queda adscrito a un linaje y vinculado a un estamento. Por eso, cuando Calderón afirma que «la sangre la da el cielo» [ccxli], o cuando otros escritores hablan de la «sangre alta e ilustre» de los nobles o del «vil nacimiento y oscura sangre» del plebeyo, no están empleando metáforas: la sangre es, en efecto, según la doctrina comúnmente aceptada, el medio físico por el que las virtudes y excelencias del noble, la ruindad del villano y la mancha del converso se trasmiten a los descendientes. Para Zabaleta, por ejemplo, «la sangre ruin engendra pensamientos ruines» [ccxlii], y ello es debido a que: «Todos engendran su semejante. El hombre engendra hombre; el bueno engendra bueno; no es lo último preciso, pero es ordinario. En el trigo, para estimarle, se atiende mucho al campo que le produce. En los hombres, para estimarlos, se atiende mucho a la sangre de que descienden [ccxliii]». J. Salazar Rincón.[ccxliv]

• Para el pueblo, como para Cervantes, toda sangre es igual: «El algo haze al hidalgo, ke la sangre toda es bermexa.», Corr. 82.b.

• Dorotea refiere su actitud con don Fernando, cuando éste quiso violentarla: «Tu vasalla soy, pero no tu esclava; ni tiene ni debe tener imperio la nobleza de tu sangre para deshonrar y tener en poco la humildad de la mía; y en tanto me estimo yo, villana y labradora, como tú, señor y caballero», I.28.14.

• Dorotea persevera en su actitud frente a don Fernando: «si te parece que has de aniquilar tu sangre por mezclarla con la mía, considera que pocas o ninguna nobleza hay en el mundo que no haya corrido por este camino, y que la que se toma de las mujeres no es la que hace al caso en las ilustres decendencias; cuanto más, que la verdadera nobleza consiste en la virtud, y si ésta a ti te falta, negándome lo que tan justamente me debes, yo quedaré con más ventajas de noble que las que tú tienes.», I.36.27.

• Don Fernando se rinde ante Dorotea : «el valeroso pecho de don Fernando —en fin, como alimentado con ilustre sangre—se ablandó y se dejó vencer de la verdad», I.36.37.

• Don Quijote explica al duque el linaje de Dulcinea (tema de los linajes): «Dulcinea es hija de sus obras, y que las virtudes adoban la sangre, y que en más se ha de estimar y tener un humilde virtuoso que un vicioso levantado», II.32.38.

vasall-: vasalla: 3; vasallo: 3; vasallos: 15

vasallo (doc. fin s. X, del célt. *vassallos 'semejante a un criado', deriv. de vassos 'servidor') m. y f. «El que vive en tierra de algún señor, al qual reconoçe y respeta como a tal… Estos dos nombres, señor y vassallo, son correlativos; porque no avrá señor sin vassallos, ni vassallos sin señor en este sentido», Cov. 994. b.25.

|| Tu vasalla soy, pero no tu esclava: Si Dorotea aparece en Sierra Morena vestida como un mozo labrador, es a causa de los hombres, que varias veces han querido abusar de ella. El máximo responsable de su situación es Don Fernando, hijo menor de un Duque, grande de España, que ha abusado de la predominancia de su linaje para introducirse fraudulosamente en su intimidad, al saber que los padres de Dorotea andaban por darle estado para quitarle a él la esperanza de poseerla, I.28.15.

• Don Fernando ha usado de la mentira y de la fuerza para seducir a Dorotea, I.28.15.

• Al recordar a Don Fernando el carácter de la relación entre sus familias, Dorotea se ha convertido en el símbolo de los vasallos que intentan aplicar infructuosamente las reglas morales que rigen su relación con sus señores: «Tu vasalla soy, pero no tu esclava, ni tiene ni debe tener imperio la nobleza de tu sangre para deshonrar y tener en poco la humildad de la mía; y en tanto me estimo yo, villana y labradora, como tú, señor y caballero.», I.28.15.

• Don Fernando, para conseguir sus fines, prometió bajo juramento su mano a Dorotea: «ves aquí te doy la mano de serlo (legítimo esposo tuyo), y sean testigos desta verdad los cielos, a quien ninguna cosa se esconde», I.28.15, y doble: «con palabras eficacísimas y juramentos extraordinarios me dio la palabra de ser mi marido», I.29.20.

• Dorotea ve la pérdida de su doncellez como una traición de Don Fernando: «con volverse a salir del aposento mi doncella, yo dejé de serlo [doncella] y él acabó de ser traidor y fementido.», I.29.20. (En su propia historia, sinóptica de la de Dorotea, Cardenio empleó estos mismos calificativos a propósito de don Fernando, I.23.52.)

• En este mundo de dominación del más fuerte sobre el más débil, Dorotea es igualmente el símbolo de la mujeres violentadas por los varones. En efecto, ella explica en la historia de sus desdichas que el criado de su padre que la acompañaba en la búsqueda de Don Fernando, también quiso «aprovecharse de la ocasión» y la requirió de amores, a pesar de su baja condición, «siendo sujeto tan bajo [de linaje] y tan indigno de mis pensamientos», I.28.22; lo mismo le pasó con el ganadero a cuyo servicio entró como zagal, cuando el ganadero descubrió que ella no era varón, I.28.22.

• Dorotea prefiere desterrarse para siempre a aparecer en la presencia de sus padres, por la vergüenza que tiene por su propia historia trágica de mujer traicionada; ésta es la razón que la ha traído a refugiarse en Sierra Morena, I.29.1.

|| vasalla de su padre, y ella los tenía muy ricos: entiéndase 'vasallos' de la vasalla, ya que sus ardientes admiradores le ofrecían los regalos y servicios propios de los pretendientes avasallados. Cardenio se refiere conceptuosamente al amor de don Fernando: «Quería bien a una labradora, vasalla de su padre, y ella los tenía muy ricos», I.24.11.

|| vasallos negros: ® negros


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Fuente de las imágenes:

1) Dorotea es representada por Aitana Sánchez-Gijón de Angelis. • "El Quijote de Miguel de Cervantes" – Manuel Gutiérrez Aragón, TVE, 1991

"detrás de un peñasco vieron sentado al pie de un fresno a un mozo vestido como labrador... el que parecía labrador era mujer, y delicada, y aun la más hermosa que hasta entonces los ojos de los dos habían visto"

El Q. I.28.3.

2) "Sancho Panza a los pies de Dorotea", Dorotea es representada por Aitana Sánchez-Gijón de Angelis y Sancho Panza por Alfredo Landa • "El Quijote de Miguel de Cervantes" – Manuel Gutiérrez Aragón, TVE, 1991


3) Salvador García Bardón, El Quijote de G.Doré íntegro-Slideshow

Fuente de los textos:: Salvador García Bardón, Taller cervantino del 'Quijote', Textos originales de 1605 y 1615 con Diccionario enciclopédico, Academia de lexicología española, Trabajos de ingeniería lingüística, Bruselas, Lovaina la Nueva y Madrid, 2005.

Edición crítica digital: Salvador García Bardón, El Quijote para citarlo, Skynet, Bruselas, 2005.

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