21 de septiembre, xxv domingo del tiempo ordinario
Texto bíblico
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”. El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto. Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero». (Lc 16, 1-13)
Comentario
No hay infidelidad pequeña, según dice Jesús: “El que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto”. En otro lugar del Evangelio se lee: “En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y así lo enseñe a los hombres, será el menos importante en el reino de los cielos” (Mt 5, 18-19).
Se nos pide unidad de corazón, porque no se puede servir a dos señores. La radicalidad que exige Jesús no es artificial. Desde el comienzo de la Biblia, al pueblo se le pide adorar al único Dios; desviar el corazón y dar culto a otros dioses es idolatría.
Jesús previene contra la idolatría económica, contra el afán por el dinero: “Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Lc 12, 34). No sirve aparentar: Dios penetra el corazón y conoce el pensamiento. El hombre fiel es honesto, honrado y buen administrador de lo propio y de lo ajeno.
Propuesta
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