Adorar al Dios de Jesús es amar y servir a todo ser humano Conozcamos nuestras “provocaciones” (Domingo 1º Cuaresma C 06.03.2022)

La gloria de Dios es el ser humano viviendo en plenitud

Comentario: “El Espíritu lo fue llevando por el desierto” (Lc 4,1-13).

La misión de Jesús se inicia tras la experiencia bautismal en el Jordán. Allí sintió que el Espíritu divino le “llenaba” su interior y le movía emprender una nueva actividad. Lucas dice que “el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo” (Lc 4,1-2a). No dice que “le llevó al desierto”, sino que “en el desierto el Espíritu lo llevaba de acá para allá”.

El “desierto” es un espacio terrestre, símbolo de la vida en este mundo de carencias y provocaciones. Igualmente “cuarenta días” en la Biblia es número simbólico de tiempo indeterminado (Moisés en el Sinaí, Israel en el desierto, Elías hasta el Horeb, Jesús entre resurrección y ascensión); es un periodo de prueba, símbolo de la realidad vital. También las “tres tentaciones” significan la totalidad de las provocaciones, estímulos, incitaciones, peligros de no realizarnos como personas... 

La guía del Espíritu modela la vida de Jesús a la voluntad del Padre. Así logrará ser el Hijo libre que actúa por amor de hijo, el Mesías verdadero que se siente “ungido” por el Padre para bien de sus hermanos y el Siervo que da su vida a los hermanos por amor. Las tentaciones, tras la experiencia bautismal del Espíritu, resumen la vida zarandeada por compromisos interiores y exteriores, provocaciones de todo, amistades, familia, pueblo, instituciones... Todos los evangelios resaltan que Jesús vivió auténticas tentaciones. Es una consecuencia clara de la encarnación.

La carta a los Hebreos lo recuerda con crudeza: “lo mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por miedo a la muerte, pasaban la vida entera como esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar los pecados del pueblo. Pues, por el hecho de haber padecido sufriendo la tentación, puede auxiliar a los que son tentados” (Hebr 2, 14-18). Y más adelante recalca: “No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado. Comparezcamos, pues, confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno” (Hebr 4,15-16).

Jesús fue tentado en todas las dimensiones humanas: corporal, intelectual, volitiva y trascendente o religiosa. “Sintió hambre -Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”. Jesús acepta su responsabilidad ganar el pan humanamente. Ateísmo práctico es desatender las necesidades físicas. Aunque es verdad que el hombre no vive sólo de pan, sino también de “todo cuanto sale de la boca de Dios” (Dt 8,3).

Te daré el poder y la gloria..., porque a mí me ha sido dado... Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo”. Es una dato empírico: los que acumulan riqueza son ornados de “gloria y poder”, aunque produzcan injusticia, tiranía, hambre, etc. Jesús elige “adorar al Señor Dios y a él solo dar culto”. Adorar al Dios de Jesús es amar y servir al ser humano. Su gloria es la persona humana viviendo en plenitud. La cúpula eclesial, desoyendo a Jesús, buscó otra gloria y poder. La sinodalidad pretende corregir esta desviación clerical.

Si eres Hijo de Dios tírate de aquí abajo...”. Es “tentar a Dios”: pretender que se haga nuestra voluntad, obviando la responsabilidad. Jesús no accedió ante los que piden signos prodigiosos (Mc 8,11-13; Mt 12,38-40; 16,1-4; Lc 11,16-21) ni a bajar de la cruz como condición para creer en él (Mc 15,29-32 par.). “Echó demonios con el dedo de Dios” (Lc 11,20), con el Espíritu de Dios, nunca para su provecho. No así la Iglesia, por ejemplo, al exigir celibato para ciertos ministerios. Obliga a Dios, con su ley humana, a dar celibato y vocación ministerial a la misma persona. Violenta la fe impidiendo a sacerdotes y obispos ejercer por vivir un derecho humano y deja comunidades sin pastores ni sacramentos.

Oración: “el Espíritu lo fue llevando por el desierto” (Lc 4,1-13)

Jesús, “probado en todo como nosotros menos en el pecado” (Hebr 4,15):

todas nuestras “provocaciones” te asediaron;

la fuerza del Espíritu te humanizó adecuadamente;

siendo de condición divina, no retuviste ávidamente el ser igual a Dios;

al contrario, te despojaste de ti mismo tomando la condición de esclavo,

hecho semejante a los hombres.

Y así, reconocido como hombre por tu presencia, te humillaste a ti mismo,

hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Flp 2,6-8).

El Espíritu que te habitaba impidió nuestra deshumanización:

te llevó a realizarte plenamente como persona;

guiada por el Amor gratuito e incondicional;

abriste así el camino humanizador para superar nuestros pecados:

la soberbia que nos hace creernos dioses o ángeles,

la crueldad que nos vuelve “lobos unos para otros”.

En el inicio de la cuaresma contemplamos tus tentaciones:

estímulos que te incitaban a dejar el camino humano del amor;

riesgos de la libertad humana en un mundo limitado;

provocaciones por estar dedicado a todos desde los más pobres;

manipulaciones ideológicas interesadas, al margen de la verdad.

Tu fe, nuestra fe, asegura la compañía del Espíritu de Dios:

que está trabajando siempre su creación (Jn 5,17);

que nos alegra cuando realizamos la verdad de la vida;

que está en nosotros y a favor nuestro en el desierto vital;

que ora al Padre pidiendo realizar su reino de vida para todos;

que empuja a compartir nuestros talentos;

que compadece, llora y ayuda a víctimas de injusticia, odio...

Aceptas la responsabilidad de ser persona en nuestro mundo:

procuras el pan de cada día con tu esfuerzo y trabajo;

te ocupas en que llegue a todos el sustento material;

compartes y repartes según tus posibilidades;

abres el corazón a otros “panes” que necesita el ser humano:

escuchar la voz del corazón del Padre Dios;

conservar la esperanza en el bien que no pasa...

La verdad del amor de Dios te hizo superar toda tentación:

sólo el amor gratuito libera y ayuda a crecer;

sólo el hombre viviendo en plenitud es gloria de Dios;

Tu vida entregada esla respuesta a toda tentación:

Dios no se manifiesta en el poder y la brillantez;

buscarle en ese camino es “tentar a Dios”:

ponerle en trance de dar un mal paso,

empujarle a dejar de ser lo que es, Amor puro.

Queremos, Jesús, vivir el desierto de este mundo:

dejándonos llevar por el Espíritu de Dios” (Rm 8,14);

trabajar desarrollando nuestros talentos;

lograr tu gloria: que todos vivan como hermanos.

Preces de los Fieles (D. 1º Cuaresma C 06.03.2022)

La Cuaresma nos renueva personal y comunitariamente... Nos hará bien reflexionar la exhortación de san Pablo a los gálatas: «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo”. Es el mensaje del Papa Francisco. Pidamos vivir la cuaresma diciendo: “renuévanos, Señor, con tu Espíritu”.

Por la Iglesia:

- que escuche, reflexione y viva el Evangelio;

- que, como Cristo, acoja a todos, y busque a los marginados. 

Roguemos al Señor: “renuévanos, Señor, con tu Espíritu”.

Por las intenciones del Papa (marzo 2022):

- que los “cristianos respondamos a los retos de la bioética”;

- que “promovamos siempre la defensa de la vida con oración y acción social”.

Roguemos al Señor: “renuévanos, Señor, con tu Espíritu”.

Por nuestra sociedad:

- que no adore el dinero, el poder, el honor mundano;

- que ayude a la realización de todos, especialmente de los más débiles.

Roguemos al Señor: “renuévanos, Señor, con tu Espíritu”.

Por la paz en todo el mundo:

- que se respeten los derechos humanos en todas partes;

- que se renuncie a la violencia para solucionar los conflictos.

Roguemos al Señor: “renuévanos, Señor, con tu Espíritu”.

Por los más débiles, víctimas de la violencia...:

- que sean atendidos, honrados, resarcidos en su dignidad;

- que sientan el amor de Jesús al acercarse a nosotros.

Roguemos al Señor: “renuévanos, Señor, con tu Espíritu”.

Por esta celebración:

- que nos dé a sentir nuestras provocaciones positivas y negativas;

- que nos dé fuerza para responder a la voluntad de Dios.

Roguemos al Señor: “renuévanos, Señor, con tu Espíritu”.

Que “pongamos en práctica el llamado a hacer el bien a todos , tomándonos tiempo para amar a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados, a quienes son discriminados y marginados”, como hacía Jesús, hermano de todos, que vive por los siglos de los siglos.

Amén.

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