Hay que reformar la eucaristía para que exprese la vida en amor La Eucaristía ilumina el futuro

Domingo 6º Pascua C 2ª Lect. (26.05. 2019)

Comentario: “la gloria del Señor la ilumina, y su lámpara es el Cordero” (Apoc 21,10-14.22-23)

La vida de Jesús ilumina nuestra vida

Inspirado, sobre todo, en los profetas Isaías (c. 54 y 60) y Ezequiel (c. 40-48), el autor del Apocalipsis intuye el esplendor, la gloria y la dicha, de la nueva Jerusalén. Es la bienaventuranza que Dios quiere regalar a la humanidad. Simbolizada en una novia, llena de amor y deseosa de vivir en amor siempre: “Mira, te mostraré la novia, la esposa del Cordero” (Apoc 21, 9b).

En espíritu”, es decir, en lo más profundo de su ser, se siente “llevado a un monte grande y elevado”. Desde este monte grande y alto, intuye y contempla lo que el Dios-Amor, creador de la vida, quiere para sus hijos. Lo ha revelado en el Hijo, hermano mayor, Jesús Mesías. En su vida se ha mostrado la bienaventuranza humana. Imagina dicha novia como una ciudad nueva, regalo final de Dios al ser humano. El deseo de felicidad –también regalo del Creador- es satisfecho con la “gloria divina”, que sacia plenamente. Es un esplendor inefable, una “piedra preciosa”.

La Eucaristía ilumina el futuro: no necesita templo, sólo Amor

El Amor de Dios se dirige a la humanidad entera. Eso simbolizan las murallas y la ciudad, abierta a todos los puntos cardinales. En los vv. 18 y 21, no leídos hoy, se subraya la alta calidad de materiales que acogen el Amor, tesoro divino: “el material de la muralla es de jaspe y la ciudad es de oro puro, semejante al vidrio puro....la plaza de la ciudad era de oro puro, como vidrio traslúcido” (21, 18-21). El Amor a todos atrae y llena. “Los Apóstoles del Cordero”, testigos del Dios Amor, manifestado en Jesús, son los cimientos de la ciudad.

- “Y en ella no vi santuario, pues el Señor, Dios todopoderoso, es su santuario, y también el Cordero” (21, 22). Ya sobran los símbolos (el templo como abrazo de Dios, las lámparas como signos de su presencia) ante la inmediatez de Dios y de Cristo resucitado, que “los veremos como son, y seremos semejantes a ellos” (1Jn 3,2). La ciudad es iluminada por la vida divina: “Y la ciudad no necesita del sol ni de la luna que la alumbre, pues la gloria del Señor la ilumina, y su lámpara es el Cordero” (21, 23). La “gloria del Señor” es su Amor. Jesús es la “lámpara”, portador y reflejo de la gloria divina por su vida en amor, rechazada por el mundo injusto, pero rehabilitada en la resurrección.

- La Eucaristía, símbolo central de nuestra fe, presencia de Jesús glorioso, debe expresar la “ciudad” esperada, el Amor. Jesús glorioso es “el fin de la historia humana, punto hacia el que convergen los deseos de la historia y de la civilización, centro de la humanidad, gozo de todos los corazones y plenitud de sus aspiraciones” (GS 45). El amor de Jesús debería brillar en la celebración eucarística: en participación comunitaria, aceptación de todos, perdón, escucha, espera, curaciones, vida...

- Por desgracia, encerrada en templos y normas litúrgicas, se entiende poco y apenas influye en nuestra vida. Es consecuencia de “la Iglesia marginal”, como denuncia José María Castillo, cuando:

“1) Los “mitos” se convierten en “historia” (Adán y Eva, por quienes “entró el pecado en el mundo, y por el pecado, la muerte” (Rm 5, 12), el pecado original…, los once primeros capítulos del Génesis.

2) Los hechos, costumbres y derechos de la Antigüedad se erigen en “dogmas revelados”. Por ejemplo, las mujeres no son sólo “diferentes” de los hombres, sino además “desiguales”. Por lo que no pueden ser ordenadas de sacerdotes y cosas así… Por ejemplo, también los homosexuales son enfermos o pervertidos (¿también lo son los leones o los gatos homosexuales?). Por ejemplo, la sexualidad es incompatible con “lo sagrado”, lo que exige que los sacerdotes tengan que vivir célibes.

3) La liturgia es un conjunto de ritos antiguos, de hace unos mil quinientos años y muchos de ellos, tomados de la corte imperial (mitras, ropajes, tronos, palios, estolas, capas pluviales, reverencias y más reverencias…” (Religión Digital 10.05.2019).

Oración: la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero” (Apoc 21,10-14.22-23)

Jesús resucitado:      

tu herencia preciosa, tu testamento, es tu Amor; 

no es un bien muerto ni unos ideales conservados en un libro;

Señor resucitado, tú sigues vivo, y tu amor nos acompaña;

tu amor silencioso, perdonador, consolador, estimulante, crítico, impulsivo...

La eucaristía es la asamblea del Amor:

sólo sintiendo amor por todos nos acercamos dignamente;

allí nos encontramos con el Padre y contigo en el Espíritu;

“ves la Trinidad si ves el amor”, decía san Agustín (De Trinitate, VIII, 8, 12);

se trata del amor gratuito, amor del Padre que ama sin medida.

En la Eucaristía, el Espíritu “enseña y recuerda lo que tú has dicho”:

es tu “potencia interior que armoniza nuestro corazón con el tuyo,

nos mueve a amar a los hermanos como Tú los ha amado,

cuando te ha puesto a lavar los pies de tus discípulos

y, sobre todo, cuando has entregado tu vida por todos”

(Benedicto XVI: “Deus caritas est”, 19).

En la Eucaristía, “sacramento de nuestra fe”, entramos:

en el amor del Padre que nos ama,

en el amor fraternal tuyo, Hijo del Padre,

en la comunión de vuestro amor, el Espíritu del Padre y tuyo.

En la Eucaristía, tu amor toma cuerpo en la comunidad:

a veces estamos cegados, y no vemos más que las sombras:

“somos un desastre”, “esto no tiene arreglo”, nos decimos;

nos quedamos únicamente en la crítica destructiva;

toda eucaristía refleja “la gloria de Dios que la ilumina”;

toda eucaristía hace presente el Amor entregado “del Cordero, su lámpara”.

Hoy, Señor Jesús, queremos reconocer tu amor sin medida:

amor gratuito, que nos lleva a realizar maravillas;

amor gratuito, que es “gloria de Dios que ilumina” nuestro mundo;

amor gratuito, que es nuestra gloria y resplandor de nuestra la vida.

Este amor cordial y práctico habitanuestra comunidad:

los que atienden a los necesitados y enfermos generosamente;

los que ayudan a hacer los deberes a quien no puede pagarse profesor privado;

los catequistas y monitores de diversas actividades sin cobrar nada;

los voluntarios que llevan la administración económica y burocrática;

los que en ratos libres arreglan puertas y ventanas sin interés alguno;

los que animan las celebraciones litúrgicas: cantores, monitores, lectores...;

los que cuidan y asean gratis los locales, la ropa, manteles, vasos, etc.;

los que aportan donativos de forma habitual o esporádica;

los sacerdotes con trabajo civil que sirven gratis la parroquia;

los que colaboran en entidades benéficas a favor de los más débiles;

los que se comprometen en acciones de transformación social...

Y como fondo estas grandes convicciones, que reflejan tu Amor:

tenemos todos la misma dignidad de hijos y hermanos;

la parroquia somos todos, miembros de tu cuerpo;

cada uno aporta según el don recibido, como las partes del mismo cuerpo;

todos somos llamados a construir el Reino de Dios.

A pesar de nuestras limitaciones:

tu Amor sigue vivo entre nosotros:

hoy te damos las más profundas y sinceras gracias.

Preces de los Fieles (D. 6º Pascua C 2ª Lect. 26.05. 2019): La Eucaristía ilumina el futuro

En la Eucaristía, el Espíritu enseña y recuerda lo que Jesús nos ha dicho” (Jn 14,26). “El Espíritu es esa potencia interior que armoniza nuestro corazón con el corazón de Cristo y lo mueve a amar a los hermanos como Él los ha amado, cuando se ha puesto a lavar los pies de sus discípulos (cf. Jn 13, 1-13) y, sobre todo, cuando ha entregado su vida por todos (cf.Jn13, 1; 15, 13)” (Benedicto XVI: “Deus caritas est”, 19). Pidamos vivir de verdad la eucaristía, diciendo: “armoniza nuestro corazón con el tuyo, Señor”.

Por la Iglesia:

- que la eucaristía dominical exprese nuestra vida;

- que esta celebración influya y determine nuestro modo de vivir.

Roguemos al Señor: “armoniza nuestro corazón con el tuyo, Señor”.

Por la reforma de la Iglesia:

- que el criterio básico sea la vida de Jesús según el evangelio;

- que se respeten los carismas del Espíritu.

Roguemos al Señor: “armoniza nuestro corazón con el tuyo, Señor”.

Por el proceso electoral hoy:

- que elijamos a los más aptos en saber y en bondad;

- que los elegidos respondan con humildad, honradez y trabajo por el bien común.

Roguemos al Señor: “armoniza nuestro corazón con el tuyo, Señor”.

Por las intenciones del Papa (mayo 2019):

- que “la Iglesia en África sea fermento de unidad entre los pueblos”;

- que “el compromiso de sus miembros sea un signo de esperanza para este continente”.

Roguemos al Señor: “armoniza nuestro corazón con el tuyo, Señor”.

Por los enfermos, agonizantes, sin techo...:

- que encuentren nuestro cariño y ayuda desinteresada;

- que acojan el Espíritu de Jesús que está en su corazón.

Roguemos al Señor: “armoniza nuestro corazón con el tuyo, Señor”.

Por esta celebración:

- que sea “sacramento de nuestra fe” en el amor del Padre;

- que nos hermane en el amor del Hijo y del Espíritu.

Roguemos al Señor: “armoniza nuestro corazón con el tuyo, Señor”.

Jesús resucitado: queremos vivir tu herencia preciosa, tu testamento, tu Amor. Tú sigues vivo, y lo comunicas siempre, especialmente ahora, en la oración común, en la mesa común, en el trabajo por un mundo mejor. Queremos seguirte siempre, a ti que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés (Madrid), mayo 2019.

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