Preces de los Fieles (Domingo 21º TO 17.08.2014)
“Mi hija tiene un demonio muy malo”, escuchamos hoy en el evangelio.
Esta queja es una constante en nuestra sociedad:
mi esposo, mi esposa, mi hijo, mi hija, mi padre o mi madre,
mis vecinos, mi jefe o mi empleado... tienen un “espíritu muy malo”.
Es la relación humana, la convivencia en libertad, siempre peligrosa.
Pidamos sentir el “trabajo del Padre y el Hijo”, diciendo: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.
Por nuestra sociedad:
que supere la “ley del más fuerte”;
que aprenda a dialogar y a respetar los derechos humanos;
que aleje la violencia y los fanatismos (Israel – Palestina).
Roguemos al Señor: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.
Por nuestra comunidades cristianas:
que aprendamos a ser pacíficos y humildes;
que en las celebraciones bilingües hablemos la lengua común;
que el amor y el entendimiento esté por encima de opciones políticas.
Roguemos al Señor: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.
Por nuestras familias:
que la desavenencia no lleve nunca a la violencia y la muerte;
que el “espíritu de bien” guíe siempre nuestra relación;
que no nos cansemos nunca de vivir en amor gratuito.
Roguemos al Señor: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.
Por las relaciones laborales:
que el bien común habite en todos;
que la economía esté al servicio de las personas;
que en las empresas viva la solidaridad en trabajo y en beneficios.
Roguemos al Señor: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.
Por esta celebración:
que nos trabaje el Espíritu del bien, como al Jesús del evangelio;
que nos haga crecer en amor mutuo;
que nos convierta a la confianza en la verdad y el bien.
Roguemos al Señor: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.
Señor, sabemos que tú tienes compasión de todos.
Queremos tener un corazón como el tuyo, que “se hace todo para todos”.
Queremos atender a cualquier “poseído de mal espíritu”,
como terminaste haciendo Tú, que vives por los siglos de los siglos.
Amén.
Rufo González
Esta queja es una constante en nuestra sociedad:
mi esposo, mi esposa, mi hijo, mi hija, mi padre o mi madre,
mis vecinos, mi jefe o mi empleado... tienen un “espíritu muy malo”.
Es la relación humana, la convivencia en libertad, siempre peligrosa.
Pidamos sentir el “trabajo del Padre y el Hijo”, diciendo: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.
Por nuestra sociedad:
que supere la “ley del más fuerte”;
que aprenda a dialogar y a respetar los derechos humanos;
que aleje la violencia y los fanatismos (Israel – Palestina).
Roguemos al Señor: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.
Por nuestra comunidades cristianas:
que aprendamos a ser pacíficos y humildes;
que en las celebraciones bilingües hablemos la lengua común;
que el amor y el entendimiento esté por encima de opciones políticas.
Roguemos al Señor: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.
Por nuestras familias:
que la desavenencia no lleve nunca a la violencia y la muerte;
que el “espíritu de bien” guíe siempre nuestra relación;
que no nos cansemos nunca de vivir en amor gratuito.
Roguemos al Señor: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.
Por las relaciones laborales:
que el bien común habite en todos;
que la economía esté al servicio de las personas;
que en las empresas viva la solidaridad en trabajo y en beneficios.
Roguemos al Señor: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.
Por esta celebración:
que nos trabaje el Espíritu del bien, como al Jesús del evangelio;
que nos haga crecer en amor mutuo;
que nos convierta a la confianza en la verdad y el bien.
Roguemos al Señor: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.
Señor, sabemos que tú tienes compasión de todos.
Queremos tener un corazón como el tuyo, que “se hace todo para todos”.
Queremos atender a cualquier “poseído de mal espíritu”,
como terminaste haciendo Tú, que vives por los siglos de los siglos.
Amén.
Rufo González