Sagrado Corazón de Jesús B 2ª lect. (08.06.2018): Jesús deshace el nacionalismo religioso
Comentario: “que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento” (Ef 3,8-12.14-19)
“Carta magna del ecumenismo cristiano”
Pablo, fervoroso nacionalista judío, “hebreo hijo de hebreos, circuncidado al octavo día, del linaje de Israel” (Flp 3, 5), al descubrir el Amor de Jesús, descubre que el nacionalismo religioso no tiene sentido. Queda muy reflejado en los tres primeros capítulos de Efesios. El “misterio de la voluntad de Dios”, “desde antes de la creación del mundo”, ha sido revelado y realizado en Jesús: “Ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas según el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús mediante el Evangelio” (3, 5-6). “Ahora en Cristo Jesús, los que estabais lejos, estáis cerca en la sangre de Cristo” (2, 13).
El Padre de Jesús ama a todos
Pablo se cree agraciado: “A él, el menor de los santos, le ha sido dada esta gracia: evangelizar a los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo e iluminar a todos cuál es el plan (gr.: oiconomía) del misterio escondido desde los siglos en el Dios creador de todo” (3,8-9). La tendencia nacionalista es tan fuerte (en España hay ejemplos claros) que cree que “naturalmente” no somos capaces de superarla, y tiene que venir una iluminación trascendente, una “gracia”. Dice que este misterio no ha sido revelado a “las soberanías y autoridades en los cielos”, sino que lo han conocido “a través de la Iglesia, según el plan eterno que realizó en Jesús, señor nuestro, en quien tenemos franqueza y acceso confiado a través de la fe” (3,10-12). Los judeocristianos al no entenderlo crearon muchos problemas. El Padre de Jesús ama a todos y quiere que todos se realicen. Por la fe en Jesús tenemos acceso a la gracia en que estamos (Rm 5, 2). Ya no cabe el miedo. Solo la franqueza confiada, libre.
Todos tenemos acceso al mismo Dios
La segunda parte (3,14-19) es una oración al “Padre, el que da nombre a todo grupo (gr.: “patriá”: descendencia paterna, linaje...) en los cielos y en la tierra” (v. 15). Todos, en cielo y tierra, tienen el mismo Dios creador y padre. Son su “descendencia”. La Teología del Pluralismo Religioso invita a:
Pablo, arrodillado ante el Padre, pide para toda persona (Ef 3, 14-19):
a) fortaleza vigorosa del hombre interior por la acción de su Espíritu (v. 16);
b) que Cristo habite por la fe en los corazones, enraizados y cimentados en el Amor (ágape) (v. 17);
c) comprender con todos los santos la anchura, longitud, altura y profundidad de su Amor (v. 18);
d) conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento (v.19a);
e) llenarse de Dios hasta la plenitud (v.19b).
Oración: “que el Amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento” (Ef 3, 8-12.14-19)
Jesús, testigo del Amor sin medida:
al conocer y aceptar tu evangelio, hemos creído que:
“el Espíritu del Señor está sobre ti, porque te ha ungido;
te ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos...,
a poner en libertad a los oprimidos,
a proclamar el año favorable del Señor” (Lc 4, 18-21).
Al creer en ti, Jesús, nos hemos sentido amados por el Padre:
“tú nos has dado a conocer su nombre, su persona,
y nos la estás dando continuamente a conocer;
para que el amor, con que te amó el Padre, esté con nosotros,
y así tú estás también identificado con nosotros” (Jn 17,26).
Este es el “misterio” de Dios, su Amor universal y gratuito:
misterio dado a conocer gradualmente según el plan divino;
misterio de amor sin medida a todo ser humano;
misterio que tú, Cristo del Espíritu, has desvelado claramente.
Pablo lo proclama a su manera en la carta a los Efesios:
“los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo
y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús mediante el Evangelio (Ef 3, 6).
Ahora en Cristo Jesús vosotros, los que una vez estabais lejos,
os habéis puesto cerca en la sangre de Cristo” (Ef 2, 13).
Tu vida entregada al bien ha manifestado el Amor del Padre:
amor que te ha acompañado hasta la muerte;
amor que te ha hecho gloria, luz, comunión, presencia ilimitada,
- “espíritu de vida”, “carne olvidada de sí misma” (1Cor 15,45; S. Ireneo, Adv. Haer. V,9,2);
amor que nos asegura “el año favorable del Señor”;
amor que nos da “la franqueza y el acceso en confianza” al Padre;
amor que nos dice “que estamos en paz con Dios;
- que hemos accedido al don gratuito de su amor;
- que ya no hay condena alguna para los que están en Cristo Jesús” (Rm 5,1-2; 8,1).
Tu Corazón universal, como el del Padre, acepta a todos los pueblos:
como “descendencia” suya, como linaje bendecido con su Amor;
para todos hace salir el sol y bajar la lluvia;
a todos quiere que le llegue noticia de su Amor.
Con Pablo doblamos las rodillas ante el Padre de justos e injustos, pidiendo:
que nos fortaleza interiormente con su Amor;
que vivamos enraizados y cimentados en el Amor, como tú, Cristo;
que te sintamos a ti, Jesús, amando en nuestros corazones;
que comprendamos la anchura, longitud, altura y profundidad del Amor;
que conozcamos, Cristo, tu Amor que sobrepasa el conocimiento;
que nos llenemos de tu Amor sin medida hasta la plenitud de Dios.
Necesitamos, Corazón de Jesús, escuchar mucho tu evangelio:
“amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen;
bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os maltraten;
al que te golpea en la mejilla, preséntale también la otra;
al que te quite tu manto, no le niegues también la túnica;
a todo el que te pida dale...;
al que te quite lo tuyo, no se lo reclames...
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 27-30.36).
Así actuó la Iglesia primera:
“hemos decidido el Espíritu Santo (el Amor) y nosotros
no imponeros ninguna carga más que las necesarias” (He 15,28).
Que nuestra Iglesia, Señor, anule normas que no exigió tu amor;
por ejemplo: exigencia del celibato para el ministerio,
negación del ministerio sacerdotal a la mujer,
confesión antes de comulgar, censuras y excomuniones...
Preces Fieles (S. Corazón de Jesús B 2ª lect. 08.06.2018) Jesús deshace el nacionalismo religioso
Nuestro Dios es “el Dios de todos los nombres”, el Dios que sale al encuentro de los pueblos y que se encuentra con los humanos a través de las religiones... Nosotros hemos conocido a Dios a través de Jesús, el hermano universal, “el Hijo del Hombre”. Pidamos que su Corazón nos llene de su mismo Amor, diciendo: “queremos ser buenos como Tú”.
Por la Iglesia:
- que sus normas y leyes respeten los derechos humanos;
- que el Amor a todos sea la guía universal de su vida.
Roguemos al Señor: “queremos ser buenos como Tú”.
Por las religiones:
- que promuevan y cuiden los derechos humanos;
- que sean un factor de humanidad y entendimiento respetuoso.
Roguemos al Señor: “queremos ser buenos como Tú”.
Por el humanismo:
- que cuidemos a todas las personas en sus necesidades;
- que respetemos todas las creencias que respetan a las personas.
Roguemos al Señor: “queremos ser buenos como Tú”.
Por la libertad religiosa:
- que sea respetada en todos los pueblos;
- que todas las personas puedan anunciar y ejercer su religión.
Roguemos al Señor: “queremos ser buenos como Tú”.
Por los necesitados:
- que no sean marginados por religión, género, condición social...;
- que los consideremos hermanos comunes en origen, naturaleza y destino.
Roguemos al Señor: “queremos ser buenos como Tú”.
Por esta celebración:
- que nos convierta al Amor del Padre-Madre universal;
- que la comunión con Jesús sea comunión universal.
Roguemos al Señor: “queremos ser buenos como Tú”.
Queremos, Jesús de todos, que fortalezcas nuestra interioridad con tu Amor;
queremos vivir enraizados y cimentados en tu Amor;
queremos, Jesús, amar como Tú, que vives por los siglos de los siglos.
Amén.
Rufo González
“Carta magna del ecumenismo cristiano”
Pablo, fervoroso nacionalista judío, “hebreo hijo de hebreos, circuncidado al octavo día, del linaje de Israel” (Flp 3, 5), al descubrir el Amor de Jesús, descubre que el nacionalismo religioso no tiene sentido. Queda muy reflejado en los tres primeros capítulos de Efesios. El “misterio de la voluntad de Dios”, “desde antes de la creación del mundo”, ha sido revelado y realizado en Jesús: “Ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas según el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús mediante el Evangelio” (3, 5-6). “Ahora en Cristo Jesús, los que estabais lejos, estáis cerca en la sangre de Cristo” (2, 13).
El Padre de Jesús ama a todos
Pablo se cree agraciado: “A él, el menor de los santos, le ha sido dada esta gracia: evangelizar a los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo e iluminar a todos cuál es el plan (gr.: oiconomía) del misterio escondido desde los siglos en el Dios creador de todo” (3,8-9). La tendencia nacionalista es tan fuerte (en España hay ejemplos claros) que cree que “naturalmente” no somos capaces de superarla, y tiene que venir una iluminación trascendente, una “gracia”. Dice que este misterio no ha sido revelado a “las soberanías y autoridades en los cielos”, sino que lo han conocido “a través de la Iglesia, según el plan eterno que realizó en Jesús, señor nuestro, en quien tenemos franqueza y acceso confiado a través de la fe” (3,10-12). Los judeocristianos al no entenderlo crearon muchos problemas. El Padre de Jesús ama a todos y quiere que todos se realicen. Por la fe en Jesús tenemos acceso a la gracia en que estamos (Rm 5, 2). Ya no cabe el miedo. Solo la franqueza confiada, libre.
Todos tenemos acceso al mismo Dios
La segunda parte (3,14-19) es una oración al “Padre, el que da nombre a todo grupo (gr.: “patriá”: descendencia paterna, linaje...) en los cielos y en la tierra” (v. 15). Todos, en cielo y tierra, tienen el mismo Dios creador y padre. Son su “descendencia”. La Teología del Pluralismo Religioso invita a:
“- contemplar a Dios cada vez más como “el Dios de todos los nombres”, el Dios que ha salido al encuentro de todos los pueblos y de todos los humanos a través de las religiones diversas...
– a convertirnos al Dios Padre-Madre universal, asumiendo identidad de hijos de Dios y hermanos de todos, antes y por encima de toda identidad de pertenencia a una religión concreta” (J. M. Vigil: “Teología del Pluralismo Religioso”. Edit. El Almendro. Córdoba 2005. Pág. 386).
Pablo, arrodillado ante el Padre, pide para toda persona (Ef 3, 14-19):
a) fortaleza vigorosa del hombre interior por la acción de su Espíritu (v. 16);
b) que Cristo habite por la fe en los corazones, enraizados y cimentados en el Amor (ágape) (v. 17);
c) comprender con todos los santos la anchura, longitud, altura y profundidad de su Amor (v. 18);
d) conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento (v.19a);
e) llenarse de Dios hasta la plenitud (v.19b).
Oración: “que el Amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento” (Ef 3, 8-12.14-19)
Jesús, testigo del Amor sin medida:
al conocer y aceptar tu evangelio, hemos creído que:
“el Espíritu del Señor está sobre ti, porque te ha ungido;
te ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos...,
a poner en libertad a los oprimidos,
a proclamar el año favorable del Señor” (Lc 4, 18-21).
Al creer en ti, Jesús, nos hemos sentido amados por el Padre:
“tú nos has dado a conocer su nombre, su persona,
y nos la estás dando continuamente a conocer;
para que el amor, con que te amó el Padre, esté con nosotros,
y así tú estás también identificado con nosotros” (Jn 17,26).
Este es el “misterio” de Dios, su Amor universal y gratuito:
misterio dado a conocer gradualmente según el plan divino;
misterio de amor sin medida a todo ser humano;
misterio que tú, Cristo del Espíritu, has desvelado claramente.
Pablo lo proclama a su manera en la carta a los Efesios:
“los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo
y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús mediante el Evangelio (Ef 3, 6).
Ahora en Cristo Jesús vosotros, los que una vez estabais lejos,
os habéis puesto cerca en la sangre de Cristo” (Ef 2, 13).
Tu vida entregada al bien ha manifestado el Amor del Padre:
amor que te ha acompañado hasta la muerte;
amor que te ha hecho gloria, luz, comunión, presencia ilimitada,
- “espíritu de vida”, “carne olvidada de sí misma” (1Cor 15,45; S. Ireneo, Adv. Haer. V,9,2);
amor que nos asegura “el año favorable del Señor”;
amor que nos da “la franqueza y el acceso en confianza” al Padre;
amor que nos dice “que estamos en paz con Dios;
- que hemos accedido al don gratuito de su amor;
- que ya no hay condena alguna para los que están en Cristo Jesús” (Rm 5,1-2; 8,1).
Tu Corazón universal, como el del Padre, acepta a todos los pueblos:
como “descendencia” suya, como linaje bendecido con su Amor;
para todos hace salir el sol y bajar la lluvia;
a todos quiere que le llegue noticia de su Amor.
Con Pablo doblamos las rodillas ante el Padre de justos e injustos, pidiendo:
que nos fortaleza interiormente con su Amor;
que vivamos enraizados y cimentados en el Amor, como tú, Cristo;
que te sintamos a ti, Jesús, amando en nuestros corazones;
que comprendamos la anchura, longitud, altura y profundidad del Amor;
que conozcamos, Cristo, tu Amor que sobrepasa el conocimiento;
que nos llenemos de tu Amor sin medida hasta la plenitud de Dios.
Necesitamos, Corazón de Jesús, escuchar mucho tu evangelio:
“amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen;
bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os maltraten;
al que te golpea en la mejilla, preséntale también la otra;
al que te quite tu manto, no le niegues también la túnica;
a todo el que te pida dale...;
al que te quite lo tuyo, no se lo reclames...
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 27-30.36).
Así actuó la Iglesia primera:
“hemos decidido el Espíritu Santo (el Amor) y nosotros
no imponeros ninguna carga más que las necesarias” (He 15,28).
Que nuestra Iglesia, Señor, anule normas que no exigió tu amor;
por ejemplo: exigencia del celibato para el ministerio,
negación del ministerio sacerdotal a la mujer,
confesión antes de comulgar, censuras y excomuniones...
Preces Fieles (S. Corazón de Jesús B 2ª lect. 08.06.2018) Jesús deshace el nacionalismo religioso
Nuestro Dios es “el Dios de todos los nombres”, el Dios que sale al encuentro de los pueblos y que se encuentra con los humanos a través de las religiones... Nosotros hemos conocido a Dios a través de Jesús, el hermano universal, “el Hijo del Hombre”. Pidamos que su Corazón nos llene de su mismo Amor, diciendo: “queremos ser buenos como Tú”.
Por la Iglesia:
- que sus normas y leyes respeten los derechos humanos;
- que el Amor a todos sea la guía universal de su vida.
Roguemos al Señor: “queremos ser buenos como Tú”.
Por las religiones:
- que promuevan y cuiden los derechos humanos;
- que sean un factor de humanidad y entendimiento respetuoso.
Roguemos al Señor: “queremos ser buenos como Tú”.
Por el humanismo:
- que cuidemos a todas las personas en sus necesidades;
- que respetemos todas las creencias que respetan a las personas.
Roguemos al Señor: “queremos ser buenos como Tú”.
Por la libertad religiosa:
- que sea respetada en todos los pueblos;
- que todas las personas puedan anunciar y ejercer su religión.
Roguemos al Señor: “queremos ser buenos como Tú”.
Por los necesitados:
- que no sean marginados por religión, género, condición social...;
- que los consideremos hermanos comunes en origen, naturaleza y destino.
Roguemos al Señor: “queremos ser buenos como Tú”.
Por esta celebración:
- que nos convierta al Amor del Padre-Madre universal;
- que la comunión con Jesús sea comunión universal.
Roguemos al Señor: “queremos ser buenos como Tú”.
Queremos, Jesús de todos, que fortalezcas nuestra interioridad con tu Amor;
queremos vivir enraizados y cimentados en tu Amor;
queremos, Jesús, amar como Tú, que vives por los siglos de los siglos.
Amén.
Rufo González