El pasado uno de mayo celebramos el día internacional de los trabajadores. En esta fecha recordamos las movilizaciones de obreros de Chicago en 1886, algunos murieron en defensa de sus derechos laborales, como la jornada laboral de ocho horas. Actualmente, estos derechos ya están regulados, sin embargo, todavía hay muchos trabajadores que viven en una situación precaria. A todos ellos la Iglesia quiere mostrarles su afecto, solidaridad y apoyo.
La Iglesia considera de suma importancia hacer llegar los valores del Evangelio al mundo obrero. Esta es una tarea de toda la comunidad cristiana y especialmente de la pastoral obrera. La pastoral obrera es la voz de la Iglesia que clama a favor de los derechos de los trabajadores, sobre todo de aquellos que se encuentran en situaciones difíciles. Acompañarlos es su misión. Lo hace por fidelidad a Cristo, amigo de pobres y descartados. Y lo hace para que la Iglesia de Jesucristo nazca, crezca y eche raíces en el mundo del trabajo.
A todos ellos, la Iglesia quiere ofrecerles una palabra de esperanza. La Iglesia está llamada a ser la voz de los sin voz. No podemos desentendernos del clamor de tantos hermanos que no tienen cubiertas sus necesidades básicas. Así lo podemos leer en la carta de Santiago: «Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos del alimento diario y uno de vosotros les dice: “Id en paz, abrigaos y saciaos”, pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?» (Sant 2,15-16).

El papa Francisco explica en una homilía que un hombre que no tenía trabajo fue a su parroquia a buscar algo de comida para su familia. La persona que le atendió, después de darle algunos alimentos, le dijo que al menos ese día podría llevar el pan a su familia. Entonces, el hombre respondió que para él eso no era suficiente. Lo que él realmente quería era ganarse el pan para llevarlo a su casa. (Homilía del papa Francisco, 1 de mayo de 2020). A aquel hombre le faltaba un trabajo digno, un trabajo que ofreciera a su familia un futuro lleno de esperanza.
Queridos hermanos y hermanas, hoy nos unimos a todos los hombres y mujeres que luchan por unas condiciones más justas en su trabajo. Ayudémosles a plantar la semilla de un futuro digno. Pidamos al Señor que a nadie le falte un trabajo digno y un merecido descanso. Que san José interceda por todos los trabajadores del mundo, y muy especialmente por todos aquellos que carecen de un trabajo digno.
† Card. Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona
Escucha la carta dominical en la voz del cardenal arzobispo de Barcelona.