El discurso de entrega a los pobres: Ejemplo de palabras vacías o vaciadas.
A mi las palabras vacías es algo que me preocupa en los obispos y los políticos, los unos porque quieren decirlo todo sin decir y hacer nada, y los otros porque recurren a ellas por su grandiosidad para atraer a las masas a las urnas, pero las pronuncian ya vaciadas de su contenido. Al final son eso, palabras vacías de significado, de sentido y de hechos en su contexto.
Pero en mi tan querido sector eclesial progresista hacemos por desgracia lo mismo. Y eso me preocupa más. Siempre que hacemos un comunicado contra los obispos, terminamos por hablar o hacer referencia a los pobres y necesitados. Se trata pues de un recurso que consiste en echar en cara a alguien lo poco que hace, pero está vacío de significado y sentido si luego somos nosotros los que también estamos faltando a aquello que estamos también echando en cara. Cada vez que oigo las palabras pobres, necesitados, enfermos, etc, en ciertos contextos, me recorre un escalofrío por la espalda.
No es el mismo caso si hablamos de entrega a los pobres y necesitados por parte de Madre Teresa, de lucha contra la injusticia y la opresión si hablamos de Oscar Romero, o de apuesta por los marginados en entrevías si hablásemos de la labor que hizo hace 30 años (y que desde hace años ya no hacía) la propia parroquia de entrevías. Pero cuando esa marginación y exclusión social toca a su fin, el empleo de dichas palabras empieza a peder ese sentido que tenían al principio, esa esencia. Si mañana los pobres pasan a ser clase media baja o simplemente clase media, ya no se puede hablar de pobres y excluidos, pues ya no lo son, y mantener el mismo discurso es una farsa. Es lo que yo digo, pronunciar palabras que carecen de su significado real al contextualizarlas a una situación concreta. Están pues vacías de objetivos concretos.
El empleo de palabras como pobres, marginados, excluidos, enfermos, desahuciados, etc, como arma arrojadiza u ofensiva, constituye un caso de palabras vaciadas de su semántica o de su propia esencia.
Nunca me han gustado los discursos de grandiosas palabras de enciclopedia, los considero pedantes y carentes de valor expresivo al presentar dificultades al entendimiento del común de los mortales. Pero el uso de palabras sencillas, ampliamente conocidas, para no decir nada (o con una ausencia de coherencia por quien las pronuncia) me parece más deplorable. Si hablamos de los pobres y necesitados hablemos de ellos y de cómo cubrir sus problemas, pero no hablemos de ellos como arma arrojadiza.
Por los pobres hago bien poco, 300 € al año a las monjas de mi antiguo colegio que suelto en los meses de febrero o marzo. Y algún donativo que doy alguna que otra vez. Hay chavales de mi antiguo colegio que necesitan y yo se la doy gratis. Más sinceramente no puedo ni quiero hacer por pobres y necesitados. También tengo que pensar en mí, y en mis estudios Pero por lo poco que hago, no me voy a dedicar a usar a los pobres como arma arrojadiza contra nadie.