Es por estas fechas…
Debo mucho a estas religiosas, no solo esos 7 años de alumno, sino también la ayuda y apoyo que siempre me prestó una de ellas cuando me hundieron entre dos sacerdotes, uno del Opus Dei.
Recuerdo que por su labor que veía siendo niño, animaba a mi padre a rellenar la casilla de la declaración de la renta, confiando en que con esto ayudaba a las religiosas de mi colegio en su gran labor humanitaria.
Pero años después, tuve ocasión de comprobar que lo que rellenamos en la casilla de la declaración de la renta sirve más para el sostenimiento de la iglesia diocesana que para ayudar a los propios religiosos en sus tareas humanitarias.
Ya saben ustedes que siento animadversión por unos pocos obispos, por el resto podré discrepar o podrán caerme muy bien, como Amigo, Vilaplana, Romero Pose, etc. En mi caso no gano lo suficiente como para hacer la declaración de la renta, 455 euros al mes, de los cuales 55 van a mi abono transporte y el resto a la cartilla para ser usados si son necesarios. Ese es mi salario mensual por dar clases en una academia.
Opino que el que quiera sostener a la iglesia católica con su aportación que lo haga como quiera, yo desde luego no pienso jamás rellenar la casilla de la declaración de la renta. Primeramente porque no estoy dispuesto a pagarle un chofer, un cocinero, unos camareros y un palacio a mi Cardenal-Arzobispo Antonio Maria Rouco. Y en segundo lugar, porque creo que es mejor dar el dinero a las ONGs algunas de las cuales las manejan órdenes y congregaciones religiosas.
Pero están las monjas de mi colegio, ¿qué hago? Su proyecto de ayuda a los necesitados es valiente y ejemplar. Debido a mi gratitud a ellas, y debido a mi particular miedo a que sea Don Dinero el que marque mi vida, decidí hace unos años empezar siempre por estas fechas mis donativos. Mi primer donativo las cogió por sorpresa, si 230 euros sacaba por 4 clases de ajedrez en el colegio, entonces se encontraron con que el profesor que menos gana en el colegio les soltó 900 euros de un golpe, cifra que conseguí llegar además en dos meses de esfuerzo dando también clases particulares. Menuda sorpresa se llevaron, todavía recuerdo su gratitud, y hasta me preguntaban si se trataba por alguna penitencia. Ya los dos siguientes donativos fueron de menor cuantía, no podía permitirme tanto, y por ello los dos últimos han sido de 300 euros. Aunque aún siguen sin acertar a comprender el motivo.
Hace ya unos años también opté por regalar el dinero que me dieron por el día de Reyes mis abuelas y tías, 170 euros, a Mensajeros de la Paz. Fue por aquello de las víctimas del Tsunami, y mensajeros de la Paz hace una labor encomiable e importante.