"Laudato si" y los jóvenes universitarios

EL PAPA Y LAS RAZONES DEL CORAZÓN



La vida estructurada por racionalidad de tipo económico, laboral, político, técnico y práctico necesita de las razones del corazón. Ahí nos adentramos en la realidad del cuidado mutuo, donde descubrimos que lo fundamental está aquí. Hemos creado un mundo de progreso, riqueza, comunicaciones extraordinarias, información, democracia... pero todo ello no asegura el cuidado mutuo de lo humano y lo personal, más bien debe estar al servicio de ello.

Pero, para eso, se necesitan corazones entrenados, emociones encauzadas para la alteridad, gozo del bien hecho, agradecimiento por lo bueno recibido, deseos de lo común y del bien público. Todo lo que hablamos de valores y de inteligencia emocional, que pasa necesariamente por las aspiraciones de seres almados que se motivan para amar, como referente existencia de realización personal y comunitaria.


Llamados y elegidos para cuidar

Hoy, en medio de esta crisis que nos llama al cambio de paradigma, nos sentimos convocados a pasar del descuido desalmado, al cuidado en todas las dimensiones humanas y divinas, como nos ha propuesto el Papa Francisco en la encíclica “Laudato, si”:

- El cuidado de la naturaleza, que se ha puesto en nuestras manos por parte de un Dios amoroso que la ha creado con un perfilado infinito y que nos pide que la guardemos y la cultivemos con el mismo cuidado de su amor.

- El cuidado de nosotros mismos, que nos viene exigido para poder amar a los demás con un referente sano y equilibrado. El trabajo de nuestra persona, de sus sentimientos y emociones, ha de ser un mandamiento principal porque es lo que Dios quiere hacer con cada uno de nosotros: cuidarnos para que crezcamos en sabiduría y en gracia delante de Él y de todos los hombres.

- El cuidado de los demás, como horizonte de alteridad cumplida. Sólo el que es sensible para cuidar a los otros, encontrará su propia vida: el cuidado de los otros es lo que nos garantiza ser sus prójimos y ser declarados benditos del Padre de Jesucristo.

- En el cuidado de Dios. Pero todo eso sólo es posible si dejamos que el jardinero siembre y plante en nosotros el jardín de la justicia y de la paz. Dejarnos cuidar en nuestro interior por Dios es condición fundamental para vivir en el verdadero espíritu. Por eso, hoy, Jesús, en medio de este mundo ajetreado, rico, cansado y descuidado, sigue haciendo una invitación expresa y directa a la humanidad: "Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar... Allí, Él nos enseñará con calma, sintiendo compasión ante una historia humana donde vagamos como ovejas sin pastor".

- La Iglesia, desde el Papa hasta el fiel más pequeño, estamos llamados a cuidar el descanso, la interioridad, el encuentro gratuito con Cristo y los hermanos, y todo ello para poder ser pulmón en este mundo. Para que otros puedan venir y descansar en nosotros, y sientan que el Señor es su Pastor y que nada les falta.


Jornadas de Formación de JEC

Llevamos varios días en Losar de la Vera -desde distintos lugares extremeños y de otras comunidades españolas- más de cincuenta jóvenes estudiantes católicos han venido para realizar sus Jornadas de Formación. Llevamos más de veinte años haciéndolo: diez días en que se van solos –yo me apunto con ellos-, a un lugar tranquilo, a descansar en comunidad como discípulos del único Maestro.

En la mochila llevan la intención principal: aprender, desde sus propias vidas, de Jesús de Nazaret. Será un aprendizaje como el de las rosas, en medio del jardín; no habrá razones directas de aprobar, de hacer carrera, de terminar, de tener éxito, de superar agobios… no, nada de eso. Será, más bien, gratuito, interior, de profundización y cuidado de ellos mismos y de los otros; de buscarse a sí mismos para encontrarse mejor con Dios y descubrir con novedad la historia de cada día. Y también a los hermanos, especialmente los que más lo necesitan.

Los de secundaria, van a trabajar el tema de las relaciones y su identidad personal; los universitarios y graduados, queriendo tener los mismos sentimientos de Cristo, van a analizar y trabajar el mundo de las emociones: la alegría, la tristeza, el miedo, la ira, el amor. Su deseo es analizarlas para, así, aprender a gestionarlas mejor, para poder ser las personas que quieren al estilo del Maestro de Nazaret. En ellos se cumple el aserto evangélico donde Jesús invita a sus discípulos:: “Venid, vosotros, solos conmigo a un sitio tranquilo a descansar… allí seguro que Él nos volverá a enseñar con calma, y los jóvenes serán estudiantes de la vida y de lo eterno gratuitamente”.
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