La minoría no es un fracaso es una clave teológica Saber vivir y saber morir (Espiritualidad rural)

Un valor y clave que es cercano en la vivencia de lo rural es la comprensión del sentido de la vida, hay en muchos de ellos un sentido tranquilo para comprender la clave evangélica de Jesús de Nazaret: ¿De qué te sirve ganar el mundo entero si pierdes tu vida?

Glorieta
Junto a la contemplación y valoración de la realidad, el ser humano está llamado a vivir “con-sentido”. En medio de la naturaleza y como parte de ella, descubrimos que nuestra hoja de ruta está por hacer, nos sentimos conectados con toda la realidad y sentimos la responsabilidad de vivir, de construir nuestras vidas en esa relación tridimensional con la naturaleza, con los otros y con Dios. Formamos parte de la creación, pero buscamos vivir, salvarnos, llenar la existencia de sentido. La vida se nos hace escuela para saber vivir y hemos de aceptar también el horizonte que nos invita a saber ir muriendo.

Un sencillo cristiano campesino comprometido en el mundo rural nos habla a sí de su sentido vital:

Después de muchos años de trabajo por defender nuestros pueblos y enfrentarnos a los diversos atropellos de los grupos de poder para frenar todas las agresiones que han planificado y desarrollado contra nuestras gentes y nuestros territorios; después de construir diversidad de microiniciativas (cooperativas, proyectos de autoempleo, educación popular, recuperación de pueblos abandonados…) para dar respuesta a los problemas cotidianos de la gente, sólo la fuerza de la dimensión espiritual me ha ayudado a dar coherencia y sentido a nuestras luchas. (Tierra de campos Castilla)

La España vaciada es producto de una situación de postración en el sentido económico, técnico, científico… de progreso de los pueblos. Hemos puesto el sentido y la esperanza en modos de vida, de desarrollo de mercado que estaban fuera del pueblo. Pero los pueblos han permanecido en su pequeñez y decrecimiento, sin perder su sentido, su valor, sus formas -aunque con mucha dificultad e influencias-. Desde esta perspectiva no son residuo si no resto, siguen siendo significativos y guardando razones de lo que es vivir y morir, en claves de lo natural y de lo humano, de lo sencillo y de lo cercano.

Por eso podemos decir que lo rural es fuente que puede saciar la sed de los cansados y agobiados de un modo de vivir que agota e impide vivir en la satisfacción de lo profundo, por ausencia de lo natural y de lo más humano. Hemos de retomar y señalar los signos y las claves que están manteniendo de un modo real y verdadero el sentido profundo de los que permanecen y mantienen la vida de los pueblos. Aquellos que tienen una espiritualidad de referencia que les permite entender lo que los sabios y entendidos del mundo no conocen. Hoy hay muchos ciudadanos y muchos laicos cristianos, junto a sacerdotes y religiosos encarnados, que están amando y viviendo la mayor riqueza de lo espiritual y lo humano en medio de los pueblos. Ellos han de ser referentes y centros de nuestra pastoral y de la pastoral de la Iglesia.

La “minoría” no es el resultado de un fracaso, ni la aceptación solapada de pequeño, es más bien la señal de la presencia del absoluto: “Esta es la señal: un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Hemos rodeado en muchos casos la iglesia y su ministerio de grandezas y aspiraciones que no partían de la realidad significativa, pero insignificante ante el mundo, de la humanidad desnuda y pequeña, pobre y excluida. Esta ha permanecido en muchos casos en el trabajo sencillo pastoral de fieles y sacerdotes en el ámbito de lo rural que han sabido leer la vida y la muerte, la historia con los ojos del Padre y los sentimientos de Cristo. Movidos por el Espíritu siguen siendo fieles al surco, al arado, a la semilla y han creído en el sembrador. La minoría es clave teológica arraigada en Cristo (Flp 2,6—11)

Hemos de recuperar y valorar los que son fieles en la vivencia de la “minoría” y ahí se muestran como referentes de espiritualidad encarnada, los que:

  • Han seguido cultivando en medio de la realidad, vaciada o no, la espiritualidad del fermento o la levadura (cf Mt 13,33), frente a la tentación de la eficacia pastoral.
  • Han centrado su atención en lo pequeño y en lo esencial
  • Han acompañado procesos más que liderándolos, colaborando más que protagonizando, superando el clericalismo con naturalidad y sencillez, y ofreciendo visibilidad a lo evangélico…
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