Dia de la creación Tiempo de la creación: “Semillas de paz y de esperanza”

Hoy es el día de la oración por la creación. Unidos a todos los cristianos del mundo pedimos y deseamos sembrar semillas de paz y de esperanza. Estamos en momentos de conflictos, guerras, genocidios... y , por todo ello, de mucha desesperanza y miedo. Ahora es el momento de vivir creyentemente y de volver al fundamento de lo que creemos y esperamos para recibir la fuerza del Espiritu que nos empuja a la paz y a la armonía universal de toda la humanidad y con toda la creación. Volver al Dios Creador, en el Hijo criatura, para vivir desde el Espíritu la corriente de su amor, como fundamento y como horizonte.
| Jose Moreno Losada
El hombre y Dios, su gloria.

Nacemos a la vida en un espacio por hacer, venimos de la gratuidad y buscamos la realización en el quehacer de nuestra existencia. Necesitamos ser amados y amar, o mejor, tomar conciencia de lo amados que somos y de la capacidad que tenemos para amar. Somos seres para la alianza, porque nos podemos mover en el ámbito del amor.
El momento actual donde la tierra grita, el ser humano enferma y nos sentimos llamados a un cambio profundo, hemos de redescubrir nuestra vocación para la alianza para la ecología integral, la que unifica y nos redime en nuestro verdadero origen y en la verdadera glorificación de nuestro Dios. Es el momento de recobrarnos como criaturas en la alianza de la creación. Es el momento de la fraternidad universal.
Origen y destino teológico
Vinimos a la historia en el marco de una creación paradisiaca, en la que la esencia de todo lo que era se fundamentaba en la corriente de amor que nacía del Padre y, pasando por todas las criaturas, se glorificaba en su imagen amada, la humanidad. Todo estaba llamado a la armonía, a la alianza en la fuente de la vida donada. Y a lo largo de la historia Dios nos ha manifestado su ser, su nombre, su gloria, en el deseo permanente de alianza y salvación: “Así será la alianza que haga con ellos...meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones…seré su Dios y ellos mi pueblo”. No hay otra clave de glorificación de Dios que la gloria del hombre, entendida en el marco amoroso del perdón y de la alegría de una verdadera alianza.
El hombre creyente que confía en Dios se abre a esta gloria y deja que Dios cree en él un corazón puro. Es la meta de la verdadera alianza, no hay otro horizonte para el ser humano que ser limpio de corazón para poder entrar en la visión de Dios, en su gloria. Ver a Dios es entrar en su casa, vivir en familiaridad total, comer con él, participar en su amor y su vida diaria. Hemos sido creados para la gloria de Dios y esta es llegar a sentir en nuestro corazón que él es nuestro Dios y nosotros somos su pueblo, que nos conocemos en el verdadero amor. Esta vinculación ha de pasar necesariamente por toda la realidad creada de la que formamos parte como criaturas, en la que todo está interrelacionado e interconectado. La gloria pasa desde el Padre, por el Espíritu en Cristo, a toda la creación, y se muestra en el ser humano que ha de vivir sembrando continuamente semillas de paz y de esperanza, en la armonía y en la comunión para la que hemos sido llamados.
Nuestro horizonte y el de toda la creación es Cristo
En Cristo, en su humanidad glorificada por el Padre, encontramos el camino que sacia nuestra búsqueda interior y profunda. Él es el camino, quien lo ve a él, ve al Padre. Su modo de pensar, sentir, actuar, marca el horizonte de un proyecto de vida que sacia la sed con la que caminamos en la existencia.
Encontrarnos con Cristo y entrar en sus sentimientos es el modo de glorificar a Dios y de sentirnos nosotros glorificados. Dichosos nosotros si ya vamos sintiendo la atracción de Jesús de Nazaret, si nos sentimos seguidores suyos en el vivir de cada día: en la casa, en la calle, en el trabajo, en la comunidad… Ahí es donde podemos dar gloria a Dios. Y desde esta vivencia con todo el universo. Lo que nos rompe y divide el mundo y ataca la naturaleza no es de Dios ni de su gloria.
La clave de la gloria está a mano: “Si cae en tierra, muere, da mucho fruto”. La eucaristía es el sacramento de la gloria, de la vida que se entrega, en la que Dios, renueva esa alianza eterna y amorosa. Dichosos los que estamos llamados a esta mesa, Él nos dará un corazón puro y nosotros le veremos tal cual es. Ahora tenemos la tarea de recuperar la paz y la esperanza que necesita la humanidad y especialmente los sufrientes, víctimas del pecado del egoísmo y de la soberbia de los poderosos del mundo.
Paz y esperanza junto a toda la creación
Nuestra oración se une al grito del cosmos y de lo humano en el tiempo de la creación:
- La humanidad grita con la tierra, estamos rotos y necesitamos la sanación, la armonía, la alianza. Oremos a Dios Padre para que nos abra la fuente del agua de la vida en la que podamos purificarnos, adquirir un corazón puro que nos saque de todo nuestro egoísmo, consumo desorbitado, prisas y nos ayuda a entendernos en la alianza de un mundo fraterno y justo.
- El mundo necesita una política de acuerdo y alianza. Te pedimos Señor, que ilumines a la clase política de nuestro mundo para que anteponiendo el bien común a los propios intereses, den mucho fruto a favor de un nuevo orden social.
- Andamos desorientados y perdidos, a veces, con angustia y tristeza. Ayúdanos, Señor a descubrir tu atracción, a dejarnos seducir por tu palabra y alimento. Que sepamos caminar por la oración y el compromiso, en un seguimiento sincero a tu persona, que veamos el corazón del Padre bueno.
- Son muchos los seres humanos que hoy, en sus vidas mortales, gritan y lloran con lágrimas de sufrimiento injusto. Que la Iglesia, cada uno de nosotros, sepamos ponernos a la escucha de los pobres y los últimos para saber entregarnos y aprendamos a ser generosos y justos con ellos.
- Ante el desastre natural y lo signos de agotamiento y cambio climático necesitamos retomar la conciencia de ser criaturas entre las criaturas, de la responsabilidad radical ante la creación como casa común de todos y para todos. Una mirada de fraternidad que llama a salir de la injusticia de herir a los que más cuidan del planeta debido a intereses económicos y de poder.
- Nos duele y nos indigna la desatención del campo y de la agricultura, del ámbito rural y su desprecio. Los fuegos vividos en los últimos días en nuestro país son un signo del olvido y desvalorización de los elementos naturales y primarios que sostienen la vida en la naturaleza. Deseamos acabar con esa injusticia, que también se universaliza en las zonas del planeta de naturaleza más pura y virginal, pulmones de la universalidad y que son explotados, cuando no expulsados de sus propios espacios cuidados y serviciales para toda la humanidad.
- Nos unimos a la lucha pacífica que se está sosteniendo en el mundo por parte de una ciudadanía concienciada que grita ante el genocidio de Gaza, el sufrimiento en Ucrania, amén de todas las guerras que se están llevando a cabo en anonimato en otros países del mundo. Queremos la paz y gritamos que se acabe de una vez para siempre el sufrimiento de los más débiles y pobres de los pueblos. Caminamos con todos los que se enfrentan a los que impiden la ayuda humanitaria en medio de los conflictos y que llegan a usar el hambre como arma de guerra para destruir a inocentes.
José Moreno Losada. Delegación diocesana para la ecología integral de Mérida-Badajoz.