Exclusión social: causas, efectos y soluciones

No es exagerado decir que la causa de lo que está ocurriendo tiene que ver con un sistema político podrido, endogámico e incompetente que suspende en valores como la honestidad, el servicio a la ciudadanía o la eficacia como gestores de los recursos públicos; con su incapacidad para entender los problemas que deben gestionar; con unos partidos políticos que tienen respuestas para todo y soluciones para nada; con una crisis moral, donde el fin justifica los medios.
Un efecto real, triste e inadmisible, social y éticamente, es la desesperación de los afectados, que ha llevado a alguno hasta el suicidio. Otro efecto es un escepticismo general sobre nuestra clase política. Es lo que se deduce de los resultados de la encuesta del CIS, según la cual el tercer problema de los españoles (tras el desempleo y la crisis económica) es: “los partidos políticos”.
Si muchos comportamientos políticos son despreciables es porque una sociedad civil adormecida “traga con todo”. Es por eso que alguien ha dicho que lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada.
Busquemos, pues, soluciones. Y hagámoslo dejando el pesimismo para tiempos mejores. O, si quieres, pesimistas en el diagnóstico pero optimistas en la acción. Optimistas pero no ingenuos, sino con los pies en la tierra.
Las crisis han sido, en ocasiones, momentos de grandes oportunidades, puntos de inflexión en los que dejemos de improvisar y de poner parches ante el temor a una rebelión social. Es el momento de que ante la ausencia de un liderazgo político ayudemos a construir un liderazgo moral que potencie la idea de una catarsis política importante e impactante que se refleje en una regeneración efectiva; en una nueva cultura política, basada en la necesidad de rendir cuentas ante la sociedad.
La solución pasa porque tú y yo, y cuantos más mejor, no nos limitemos a criticar sino que a través de la participación ciudadana busquemos el acercamiento a los problemas sociales y adoptemos un compromiso activo con los mismos.
Las redes sociales nos brindan una magnífica oportunidad para hacer más efectiva esa participación ciudadana; para ejercer de modo efectivo nuestra responsabilidad individual y social; para cuestionar a los políticos a quienes únicamente les preocupa y ocupa el perpetuarse en el poder cada 4 años, olvidándose de lo prometido una vez se les ha votado; para premiar a quien lo hace bien y exigir responsabilidades a quien no ha actuado con rectitud.
Todo lo anterior es propio de una ética de mínimos que a todos nos afecta e implica. Que nos debe preocupar y ocupar. Que nos debe llevar a criticar y construir. A hablar. Porque como nos recomienda Pedro Poveda "No dejes de hablar cuando la gloria de Dios o el bien del prójimo piden que hables".
¿No crees, amigo lector, que todo lo anterior pasa por no estar al margen de la política?