El Director Observatorio Astronómico Nacional, y la estrella de Belén Rafael Bachiller: "Es muy posible que la estrella de Belén sea la conjunción de Júpiter y Saturno que podremos ver el día 21"

Dr. Rafael Bachiller
Dr. Rafael Bachiller

"La ciencia tiene grandes fortalezas pero ceñida al mundo físico, a la naturaleza, por muy prodigiosa que esta sea"

"No apruebo a los científicos que pretenden tener pruebas sobre la existencia o inexistencia de Dios"

"Por supuesto, ciencia y religión pueden (y deben) dialogar, pero el diálogo debe producirse desde el negociado de cada uno. Y naturalmente con el máximo respeto mutuo"

"La conjunción del 21 de diciembre es excepcionalmente próxima. Se trata de la Gran Conjunción, como se suele denominar a la máxima aproximación de estos dos gigantes gaseosos, lo mayores planetas del sistema solar"

"Cuando se busca una base astronómica a la estrella de Belén, se barajan hipótesis muy diversas. A mi manera de ver, de entre todas esas hipótesis, la que ofrece más posibilidades es la de una conjunción planetaria"

Rafael Bachiller, (Madrid 1957) es el director del Observatorio astronómico Nacional (IGN). Astrónomo y divulgador (entre otras muchas otras actividades), ha escrito varios libros sobre el universo. El último de ellos es 'El Universo improbable', en el que aborda el origen y la evolución del universo, la naturaleza del tiempo, la estructura de la materia... Ciencia y filosofía van unidas de la mano en sus reflexiones.

A nosotros nos trae hasta él una pregunta astronómica que tiene que ver con el viaje que hicieron los Magos siguiendo la estrella de Belén..., o la conjunción de Júpiter y Saturno. A Rafael no le gusta mezclar religión y ciencia "cada experto en su negociado", aunque asegura "que quizás haya que volver la vista a la naturaleza y a sus ciclos para recuperar un poco de espiritualidad".

Pero, volviendo a la estrella, nos deja ilusionados porque, desde su parcela de experto, dice que cuando se trata de buscar una base astronómica a la estrella de Belén, se barajan hipótesis muy diversas. Y, "a mi manera de ver, de entre todas esas hipótesis, la que ofrece más posibilidades es la de una conjunción planetaria".

- Lo infinito, lo improbable, muchas veces, nos llama a pensar en lo trascendente. ¿Se ve a Dios en el universo o a través del telescopio?

La ciencia tiene grandes fortalezas, gracias al método científico podemos hoy estudiar muchos astros de diferentes tipos y, gracias a estos estudios, incluso hemos podido reconstruir la historia del universo, desde el big bang hasta nuestros días, pasando por la formación de galaxias, estrellas, planetas y muchos otros portentos que pueblan el cosmos. Una grandiosa historia de 13.800 millones de años.

Sin embargo, la ciencia también tiene un campo de aplicación limitado, ceñido al mundo físico, a la naturaleza, por muy prodigiosa que esta sea. Hay quien a través de la naturaleza pretende ver más allá, e infiere conclusiones sobre lo divino. Pero esto no es parte de la ciencia. La ciencia debe permanecer modestamente anclada a lo que realmente puede abordar y no pretender extraer conclusiones sobre lo divino, debe pertenecer fiel al método científico: la observación y la experimentación.

Yo soy muy partidario de que cada experto nos mantengamos en nuestro negociado. Es muy fácil producir titulares llamativos utilizando el nombre de Dios y, por ejemplo, Stephen Hawking era un experto en ello. Es natural que los científicos, en nuestra dimensión humana, tengamos nuestras creencias, o la ausencia de ellas; nuestra fe o nuestro ateísmo. Pero yo creo que estas convicciones no deben interferir con el oficio de científico, y yo no apruebo a los científicos que pretenden tener pruebas sobre la existencia o inexistencia de Dios.

Por supuesto, ciencia y religión pueden (y deben) dialogar, pero el diálogo debe producirse desde el negociado de cada uno. Y naturalmente con el máximo respeto mutuo.

- En el libro hablas de la Navidad y el solsticio, del comienzo del año, de cómo el universo nos 'marca los tiempos'. ¿Sigue siendo así?

El gran ciclo de las estaciones ya determinaba el ritmo de vida de cazadores y recolectores en el Paleolítico. Y este ciclo, ya en el Neolítico, hace unos 10.000 años, se traducía directamente en las labores de los agricultores: labrar la tierra, sembrarla, cuidarla y cosechar los frutos para volver a labrar, volver a comenzar.

Efectivamente, este es un ciclo más de los que están determinados por el universo. En este caso concreto, por la inclinación del eje de rotación de la Tierra respecto al plano de su órbita en torno al Sol. Este ciclo sigue hoy presente y lo vivimos de cerca los que tenemos la suerte de vivir próximos a la naturaleza. Pero, en la vida urbana, el ciclo de las estaciones se difumina. Se vive en ambientes artificiales en los que las temperaturas están acondicionadas, la luz se regula siempre al mismo nivel, los alimentos no dependen de la temporada, la vegetación está en un muy segundo plano, etc.

Mientras lo espiritual se disipa, particularmente en las Navidades (ya que muchos las viven como una gran saturnal de comida, bebida e hiperconsumismo), también perdemos el contacto con la naturaleza y con sus ciclos. Quizás sean, todos estos, fenómenos relacionados. Quizás haya que volver la vista a la naturaleza y a sus ciclos para recuperar un poco de espiritualidad. Adicionalmente a las convicciones, o la religión, de cada uno, hoy la ciencia es la mayor fuente de inspiración para recuperar la fascinación por el mundo en el que vivimos.

- Me gustaría que nos hablaras de la 'estrella de Belén': este fin de semana, por primera vez en 800 años, se produce el alineamiento de Júpiter y Saturno. 

Llevamos meses viendo, por el sudoeste, tras el anochecer, cómo Júpiter y Saturno dominaban el cielo nocturno formando una brillante pareja. A lo largo de los días, las posiciones aparentes de los planetas gigantes se han venido aproximando más y más entre sí. El proceso culmina el día 21, cuando Júpiter y Saturno se verán sobre la misma línea de mirada, tan próximos en el cielo que, a simple vista, apenas podremos distinguir uno del otro.

Se trata de la Gran Conjunción, como se suele denominar a la máxima aproximación de estos dos gigantes gaseosos, lo mayores planetas del sistema solar. Se produce una gran conjunción cada 20 años aproximadamente, pero no todas las conjunciones son iguales. Dependiendo de la posición relativa de la Tierra respecto de los dos planetas, en cada conjunción se ven más o menos alineados sobre la línea visual.

La conjunción del 21 de diciembre es excepcionalmente próxima. Los planetas estarán separados por tan solo 6 minutos de arco, esto es una quinta parte del diámetro de la luna llena. Poder presenciar una alineación casi perfecta, sobre distancias tan largas en el espacio (Júpiter está ahora a 890 millones de kilómetros y Saturno a 1620 millones de kilómetros), es algo extraordinario.

La Gran conjunción

Hay que remontarse al 4 de marzo del año 1223 para datar una conjunción similar, y que resultase igual de bien visible, a la del día 21 de este diciembre. En aquella ocasión la separación planetaria fue de tan solo 2 minutos de arco. Y habrá que esperar hasta el 15 de marzo del 2080 para volver a tener una oportunidad similar a la de este año, pues entonces los planetas también estarán separados por 6 minutos de arco. Y la siguiente a esta, con similares características, tendrá lugar en el año 2417.

"Quizás haya que volver la vista a la naturaleza y a sus ciclos para recuperar un poco de espiritualidad"

Se habla de una posible relación de la estrella de Belén con una conjunción planetaria como la de este día 21. La verdad es que, cuando se trata de buscar una base astronómica a la estrella de Belén, se barajan hipótesis muy diversas: una supernova, el paso de un cometa, una lluvia de estrellas fugaces, etc. El problema es que se dispone de muy pocos datos sobre el momento del nacimiento de Cristo.

A mi manera de ver, de entre todas esas hipótesis, la que ofrece más posibilidades es la de una conjunción planetaria. Y es que, como vemos ahora, la agrupación de dos o más planetas en una pequeña región del cielo puede ofrecer un aspecto que puede perdurar un periodo de tiempo suficientemente prolongado (según los planetas se van acercando entre sí), lo que podría corresponderse con el fenómeno de la estrella de Belén. Hemos visto estas semanas como la aproximación entre Júpiter y Saturno, al observar los planetas en días sucesivos, parecería querer indicar una posición en el cielo.

Pero no debemos olvidar que la Biblia narra muchos milagros y hechos extraordinarios que no están sujetos a las leyes de la ciencia: como la transmutación del agua en vino, o la separación de las aguas del mar Rojo. Y es muy posible que la estrella de Belén sea otro de estos hechos extraordinarios. Pero si hubiese que asociar un fundamento verdaderamente astronómico a la estrella de los Magos, el que me parece más plausible es el de una conjunción como la de este 21 de diciembre.

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