La fuerza del cambio es posible si el objetivo empresarial es el bien común Sentirnos parte de un proyecto

Sentirnos parte de un proyecto que acoja una nueva vida
Sentirnos parte de un proyecto que acoja una nueva vida

Se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de anhídrido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente

Implicarse en la búsqueda del bien común conlleva trabajar para lograr trazar un camino de gestión empresarial que conduzca a la generación de riqueza social

La riqueza social hace posible conjugar la rentabilidad económica con las necesidades que las personas más vulnerables puedan tener

Es imprescindible estar atentos a lo que nos dice la encíclica Laudato si porque solamente tomando conciencia de lo que nos limita lograremos cambiar los indicadores sociales

La acogida de la vida forja las energías morales y capacita para la ayuda recíproca. Fomentando la apertura a la vida, los pueblos ricos pueden comprender mejor las necesidades de los que son pobres

Para construir un proyecto es preciso implicarse en la búsqueda del bien común, esto conlleva trabajar para lograr trazar un camino, en donde podamos aportar los elementos necesarios para proponer modelos de gestión empresarial que conduzcan a la generación de riqueza social.

Las sociedades se están transformando, pero necesitan de modelos económicos que nos ayuden a lograr una sociedad más equilibrada y justa.

La economía puede ser el eje esencial que articule los parámetros convenientes para lograr que el desarrollo sea un proceso que fomente que las personas podamos construir modelos de convivencia que salvaguarden, ante todo, el espíritu de libertad que hace posible que la creatividad nos conduzca a vivir en democracia.

Para lograr lo anterior es imprescindible estar atentos a lo que nos dice la encíclica Laudato si; porque solamente tomando conciencia de lo que nos limita lograremos cambiar los indicadores sociales , y de esta manera alcanzar una sociedad que base sus relaciones económicas en los principios del bien común.

El Papa Francisco nos recuerda en esta encíclica que "muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático. Pero muchos síntomas indican que esos efectos podrán ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de producción y de consumo. Por eso se ha vuelto urgentee imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de anhídrido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable.

En el mundo hay un nivel exiguo de acceso a energías limpias y renovables. Todavía es necesario desarrollar tecnologías adecuadas de acumulación. Sin embargo, en algunos países se han dado avances que comienzan a ser significativos, aunque estén lejos de lograr una proporción importante. También ha habido algunas inversiones en formas de producción y de transporte que consumen menos energía y requieren menos cantidad de materia prima, así como en formas de construcción o de saneamiento de edificios para mejorar su eficiencia energética. Pero estas buenas prácticas están lejos de generalizarse".

Buenas prácticas

La riqueza social cuestiona nuestra manera de relacionarnos económicamente, al mismo tiempo que lograr su implementación será la única manera de alcanzar una economía que mire de manera exclusiva a cada persona y, por tanto, a la dignificación.

Posiblemente no queramos darnos cuenta o no deseemos reconocer que vivimos momentos muy complicados, en donde nos faltan referentes que nos alejen del conflicto. Es preciso redescubrir que, únicamente, podremos solucionar los problemas existentes si fomentamos la convivencia y el respeto.

La riqueza social se basa en el fomento de proyectos que buscan, ante todo, servir a las personas. Es aquí en donde cada persona debe de sentirse parte de los mismos. Tenemos que fomentar un espíritu que nos haga ser protagonistas, porque solamente de esta manera tendremos la fuerza suficiente para introducir variables que den solidez a unas relaciones humanas que buscan de manera exclusiva la dignificación de las personas.

Como sujetos activos de la sociedad, formamos parte de un proyecto; pero para que éste pueda ser constructivo es necesario que fomentemos en nosotros mismos la necesidad de trabajar en equipo.

Sentirnos parte de un proyecto que busca el objetivo de la riqueza social nos ayuda a ser personas más sensibles a los problemas que los demás puedan tener. La sensibilidad es un valor muy necesario para lograr que podamos responder a las necesidades de las personas, al mismo tiempo, que nos conduce a la búsqueda de soluciones concretas y nos convierte en sujetos activos que quieren colaborar con la aplicación del bien común.

El proyecto en el que debemos colaborar basa su desarrollo en lo que nos relata la encíclica Laudato si "El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta: Tanto la experiencia común de la vida ordinaria como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre"

Laudato si

La riqueza social hace posible conjugar la rentabilidad económica con las necesidades que las personas más vulnerables puedan tener. Por esta razón sentirnos parte de un proyecto nunca podrá suponer descartar, al contrario nos debe de conducir a una inclusión positiva de todas personas. Desde esta perspectiva será posible comenzar a superar las dificultades que hacen que los países tengan grandes diferencias sociales. Romper con la brecha de la pobreza solamente se logrará si el tejido empresarial se empeña en generar riqueza social.

En anteriores artículos he resaltado la importancia que tiene este colectivo, porque tienen la capacidad suficiente para realizar inversiones responsables que cumplan con los principios del bien común.

La responsabilidad económica solamente será posible si cumplimos con lo que nos propone la encíclica Caritas in Veritate "La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo. Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social. La acogida de la vida forja las energías morales y capacita para la ayuda recíproca. Fomentando la apertura a la vida, los pueblos ricos pueden comprender mejor las necesidades de los que son pobres, evitar el empleo de ingentes recursos económicos e intelectuales para satisfacer deseos egoístas entre los propios ciudadanos y promover, por el contrario, buenas actuaciones en la perspectiva de una producción moralmente sana y solidaria, en el respeto del derecho fundamental de cada pueblo y cada persona a la vida".

Un proyecto solamente puede ser creíble si cuenta con la implicación de personas que busquen la generación de riqueza social. La fuerza del cambio es posible si somos capaces de proponer relaciones comerciales y económicas basadas en el bien común.

Objetivo: bien común

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