Bañadores a 0,90

En un pueblo cercano que conozco bien hay una de las pocas cooperativas textiles que quedan en Extremadura. Son apenas una docena de mujeres valientes e incansables que, con muchos años de esfuerzo, han ido logrando instalaciones y máquinas que les permiten confeccionar prendas de calidad. Y a la vez ponen rostro, a mi modo de ver, a nuevas formas de esclavitud y de violencia económica impuestas por la lógica de este sistema globalizador de la injusticia que se manifiesta particularmente en el mundo rural pequeño en el que vivo.

Cosen para marcas fuertes y conocidas. Les pagan por unidades, de modo que, cuantas más prendas realicen en menor tiempo, más ganarán; trabajo a destajo fordista, vamos. Lo increíble es lo poquísimo que ganan por prenda comparado con el precio que esas mismas prendas alcanzan en el mercado: por un pantalón marca X que compramos a 60 Euros ellas perciben 3 Euros, por ejemplo. Estos días están haciendo bañadores de niña... a 90 céntimos la braguita de un bikini que se venderá a más de 40 Euros, ¡y ellas mismas etiquetan con el precio final, yo alucino!

Los efectos de la crisis se ceban con los más débiles: esta cooperativa lleva dos o tres años cogida con alfileres. Los encargos han disminuido, y eso ha conllevado períodos de varios meses sin trabajar, con el taller parado o apenas cubriendo gastos, y la gente sufriendo por las penurias económicas y la inactividad. Pagándose de su bolsillo la seguridad social (la crisis penaliza aún más a los autónomos), resistiendo la tentación de pasarse al PER y obligadas a aceptar cualquier pedido por pequeño o cicatero que sea con tal de estar activas y socavar la desesperanza.

Pero saben que a este ritmo no llegarán muy lejos, y por eso buscan alternativas para completar sueldos y seguridad; se han constituido en empresa multiservicios capaz de ofrecer cuidadoras profesionales a personas dependientes, servicios de catering, de lavandería... Es su obra, en la que han invertido medios, inteligencia y corazón, y no están dispuestas a darse por vencidas... ¡Ole por estas mujeres bravas de pueblo, sencillas e invencibles!

Invencibles pero sometidas, golpeadas por la falta de inversión y de consumo, y por la deslocalización; víctimas de las políticas erráticas de "desarrollo" de esta Extremadura mía, que penaliza a los emprendedores dejándolos fiscalmente indefensos y, a base de subsidios, produce personas con la pasividad in-corporada, sentadas viendo pasar la vida, acudiendo a la hora de la sopa boba que pagan con votos mientras la voracidad de esta injusticia estructural ahoga sueños de progreso en la hipertrofia funcionarial.

Ay... Por lo menos a estas muchachas les queda tiempo para hacerle un bikini a mi sobrina y regalármelo para que yo se lo regale a ella. Las invitaré a un Nestea que me saldrá por más de 90 céntimos, pero la amistad y la admiración no tienen precio.

César L. Caro
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