Austeridad

“¿Quién puede dejar de confesar que un rey es un personaje muy opulento y poderoso? Pero si no tiene el ánimo predisuelto para ningún bien y nada es bastante a sus ojos, entonces es realmente pobre; si además tiene el alma entregada a divesos vicios, entonces es ya un despreciable esclavo” (Erasmo, Elogio de la locura, XXIX).
Estoy completamente de acuerdo con aquellos que dicen: “No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita”. Uno puede tener mucho y necesitar poco; por el contrario, uno puede tener muy pocas cosas y necesitar muchas.
Fiel a este principio, un amigo mío, nunca se pregunta si puede comparse tal o cual cosa sino si puede prescindir de ella. Entre otras cosas por pura comodidad. A la larga, y en muchas ocasiones a la corta, la mayoría de las cosas que nos compramos, se convierten en un estorbo
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