Boca de lobo

La noche del Valle de Fontercada es serena, austera, casi petrificada, con muchas estrellas, casi demasiadas para ser verdad y tan cercanas que bastaría subir la falda del monte para agarrarlas a puñados. Cuando se sube a la colina una noche estrellada parece que el cielo se va a derrumbar sobre el valle y por el río van a correr estrellas. En el horizonte la masa inquietante, imponente del Cebreiro. Más allá de las estrellas, un cielo profundo, remoto, denso que se diría la fuente de la noche. Envolviéndolo todo una imperceptible y grandiosa serenidad. Pero a noche, el Valle de Fontercada estaba lleno de lágrimas de humo que el sol había estado derramando y por donde el río se escapa del valle nos había inundado la sangre del sol en llamas, todo el día. La noche a noche era oscura, terrible como boca de lobo
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