¿Enternecedor u obsceno?

Sería enternecedor, y ejemplo de dedicación y hasta de ingenio, sino no fuera rastrero, sucio y obsceno, el empeño que los partidos, sus hinchas y los apesebrados ponen en excusar ( y hasta en justificar) las fechorías de los suyos y en engordar las de los adversarios. Ello es prueba inequívoca  de que, en ocasiones,  la ideología y los intereses crematísticos, propios o de allegados, obnubilan la mente, hacen tabla del sentido común y borran el sentido de justicia y equidad. 

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