Leer a Jesús

Después cogí Teología de la liberación de Gutiérrez. Puede que no esté en todo de acuerdo con lo que dice pero llevó la teología a la calle, a las aulas, a los foros universitarios, a las tertulias de creyentes y agnósticos. Me llamó la atención el revuelo que, en ciertos medios católicos causó la visita que su autor me hizo aquí en el Vaticano.
Un amigo español me envió Repensar el mal de un teólogo gallego, Torres Queiruga, que trata el problema del mal en términos de nuestros días, sin miedo a cogerse los dedos. Terminé de leer Necesario pero imposible de Gomá, un laico, que pone sobre el centro de las discusiones filosóficas de hoy la muerte, la inmortalidad y la resurrección de Jesús.
Hoy estuve leyendo Herejías del catolicismo moderno de J. I. G. Faus, compañero jesuita, que pone en negro sobre blanco lo que la Iglesia debe de evitar, modificar o inventar para mostrar la persona de Jesús.
Los cristianos necesitamos estudiar para saber por donde van las cosas. Al sacerdote no le es suficiente con lo que ve cada día en su parroquia, en sus fieles. Necesita estudiar, leer. La experiencia propia sirve para dar una opinión personal pero no para hacerse una idea y dictar un veredicto sobre el mundo en que vivimos.
Buena parte de los teólogos que he releído o revisado estos últimos tiempos, en su día, han sido llamados al orden. Hoy sus doctrinas son plenamente ortodoxas. Puede que haya un cierto fondo de verdad en aquello que se dice: el hereje es alguien que haya tenido razón antes de tiempo.
No se puede escandalizar a nadie con genialidades pero la Iglesia, como toda institución, necesita cambiar. Sé que los cambios producen una especie de vértigo pero son necesarios. La preocupación del cristiano no puede ser la Iglesia sino hacer que todos los pueblos tengan la oportunidad de conocer a Jesús. Como dice Pagola en Jesús. Aproximación histórica, el encuentro con Jesús “sólo acontece en la adhesión interior y en el seguimiento fiel”.