Simplificaciones, maniqueismo: fanáticos

Una de las tendencias de la modernidad es la simplificación. Con respecto a los humanos, los buenos son buenos, los malos son malos; y no hay manera de que unos puedan convertirse en los otros ni estos en aquellos. Una muestra de esta simplificación es la película El laberinto del fauno. Los maquis son santos y la guardia civil es la encarnación del diablo. Ejemplo de todo lo contrario es La vida de los otros que gano el oscar a la mejor película en lengua no inglesa de este año. En ésta, hasta los nazis pueden cambiar y colaborar con una buena causa, y los buenos pueden pasarse al bando de los malos y hacer cosas horribles. “Para mi es evidente que no existe nadie que sea realmente malvado, realmente cruel. La maldad, la crueldad del ser humano, la forjan las circunstancias” (Mankel, entrevistado por J. Martí. Magazine, 4-3-07). Yo creo que el hombre es libre, al menos, en una cierta medida y, por lo tanto, no todo lo que hace se debe a las circunstancias. Las simplificaciones son peligrosísimas; están en el origen de todo fanatismo y sectarismo. El hombre es un abismo (Fausto de Goethe) al que hay que asomarse con mucho respeto y no menos humildad.
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