La memoria

Ayudados por sus cayados, caminan los dos caminantes lentamente, tienen miedo de romper la memoria de los que por allí pasaron antes que ellos. En silencio se van contando la leyenda que sus abuelos esculpieron sobre las piedras y los charcos del camino y sobre la canción del Eiroá y escondieron en los recovecos. La memoria les pesa tanto que casi les hace arrastrar los pies. Dos perros van delante adivinando los tropezones.  Después de cenar pan y nueces que recogieron en el patio, se acuestan envueltos en un mundo denso, sin límites. 

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