La oscuridad es tan grande que...

Se fue de niño a Alemania, volvió para hacer la mili y se volvió a marchar. Solo venía al pueblo 15 días en verano que pasaba trabajando en el campo. “No tenía tiempo para tomar una cerveza ni para jugar una partida con los amigos”, dijo alguna vez. Su viajes fueron siempre, de la aldea gallega a la residencia alemana y de ésta la fábrica. En Alemania, nunca entró en un bar y en un restaurante, ni allí ni aquí. “Mi ilusión siempre fue trabajar, ahorrar y volver al pueblo y llevar una vejez tranquila, acompañado de amigos, jugando la partida y nada más”. Volvió con una buena jubilación, pero solo. Ahora, su compañía es la botella. Pasa la vida borracho. “La añoranza es como un bosque del que no puedo salir. No soy nada”, dijo en el bar. Otra vez: “La oscuridad es tan grande como una ola que me engulle”. Pasa noches enteras dando vueltas, en su casa o por calle, gritando y cantando. Merma como los tallos en otoño, anochece borracho y se emborracha al amanecer. “Trabajar toda la vida para terminar así. ¡Una pena!”
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