"El Papa ha mostrado confianza en mí y se lo agradezco" Rafael Palmero: "Curamos cuando podemos, cuidamos siempre"

A meses de cumplir 75 años, tiempo de la 'jubilación', el obispo de la Diócesis de Orihuela-Alicante, Rafael Palmero Ramos, ha asumido un nuevo cargo designado por el Papa Benedicto XVI. Eutanasia, aborto, métodos anticonceptivos... Rafael Palmero asesorará en los temas de salud. Tal y como ha decidido el obispo, esta entrevista se ha realizado a través de la remisión de un cuestionario que ha contestado. Agradece la confianza del Papa, reconoce que la Iglesia "está siempre necesitada de conversión", pero recuerda que en ella "curamos cuando podemos, cuidamos seimpre". Lo entrevista E. Brotons en La Verdad.

-¿Se nos va de Alicante?, ¿es su último año como Obispo?

-Los obispos, cuando cumplimos 75 años, escribimos al Papa ofreciendo nuestra disponibilidad. Solo el Papa, que está representado en España por el Nuncio, sabe cuándo dejaremos una Diócesis. Yo cumpliré los 75 años en julio. Hasta entonces solo pienso en servir lo mejor posible al Señor en esta Iglesia que camina en Orihuela-Alicante. Y, después, con la misma dedicación, hasta que el Santo Padre lo crea conveniente.

-Natural de Zamora, ¿Cómo se ha sentido en la provincia?

-En la Diócesis estoy muy bien. Además de gente acogedora esta tierra tiene un clima muy bueno, que parece reflejarse en la gente. Pero he de decir, sobre todo, que he compartido momentos llenos de alegría con muchas personas que forman esta Diócesis, con mayores, jóvenes y niños.

-¿Regresará a su tierra?

-Lo que centra ahora mi atención y mi trabajo es la dedicación a esta Iglesia. El Señor nos enseñó en el evangelio que el mejor programa de vida es buscar día a día su voluntad. Estaré algún tiempo en mi lugar de origen y también aquí. ¿Puede uno arrancarse del todo de la tierra en que ha crecido?

-Desde enero tiene un nuevo cargo. El Papa Benedicto XVI le ha nombrado miembro del Consejo de la Curia Romana para Asuntos Sanitarios. ¿Supone un ascenso al Vaticano?

-En la Iglesia los nombramientos no se miden en clave de ascensos. Entendemos cada uno como una nueva llamada del Señor y la de ahora es servir más de cerca a Jesús, que se ocupa de cada persona, especialmente cuando sufre en el cuerpo o en el espíritu. Al servir al Señor, servimos al hermano: al que vive con salud, al que la ha perdido y también al que se encarga de procurar la salud de los demás. El Papa ha mostrado una confianza en mí al hacerme participar de uno de sus Consejos Pontificios. Yo le agradezco la confianza y procuraré estar siempre muy cerca de él en esta nueva misión.

-Si no estoy equivocada, ¿será entonces asesor en temas que siempre son espinosos como la eutanasia, el aborto, las drogas, las técnicas de fecundación in vitro o los anticonceptivos?

-Los temas de la salud más que espinosos son esperanzadores. Nuestro trabajo es promover la salud y la vida en el cuidado de cada persona, pero también ayudando a crear una cultura que respete y ame la vida de cada persona en toda su dignidad y desde el primer momento de su concepción hasta el último aliento de su vida temporal. Si pensamos en cada persona, con nombre y apellidos, con rostro concreto, se hace más fácil el trabajo por cada enfermo, anciano y hasta no nacido. Cuando hablamos de un anciano puede parecer que hablamos de alguien en abstracto, pero si es nuestro padre todo lo que podamos hacer por procurarle la salud o la mejor calidad de vida es poco. Lo mismo ocurre cuando ponemos identidad al no nacido o al joven que sufre la lacra de la droga. Curamos cuando podemos, cuidamos siempre.

-Respecto a los anticonceptivos, en noviembre los medios de comunicación decían: «El Papa admite el uso del preservativo solo para la prostitución». ¿Qué le pareció? Porque luego dijeron que se había malinterpretado.

-Sobre este tema ya se pronunció el portavoz de la Santa Sede. Desde ese momento no tenemos nada nuevo que añadir. El pensamiento del Santo Padre es clarísimo.

-Y como miembro del consejo para temas sanitarios, ¿qué le parece la nueva ministra de Sanidad, la alicantina Leire Pajín?

-Es que a mí no me gusta enjuiciar a las personas. Necesitaría tener en la mano todos los elementos de juicio. Y así y todo en el evangelio se nos dice: no juzguéis y no seréis juzgados. A los cristianos toda persona nos merece el mayor respeto. San Pablo nos enseñó, además, a rezar por las autoridades para que puedan ejercer su encargo de trabajar por el bien común del mejor modo posible.

-Vuelvo a la ministra. Pajín quiere una ley sobre la muerte digna, pero ha matizado que no se trata de eutanasia.

-La doctrina de la Iglesia siempre ha sido muy clara. La vida humana hay que protegerla siempre hasta el último aliento. Y hay que ayudar al enfermo y a sus familiares a que tanto el dolor del cuerpo como el del espíritu sean mitigados con los medios moralmente buenos al alcance de la medicina, sin recorte alguno y sin extralimitaciones.

-¿La Iglesia es objetivo de críticas injustificadas?

-La Iglesia, que es santa porque tiene al Señor como cabeza, está siempre necesitada de conversión porque su cuerpo está formado por hombres, que somos pecadores.

-¿Qué quiere decir?

-Que en la Iglesia procuramos vivir en el trabajo constante de buscar la conversión que conduce a ser fieles al Señor. Quienes, desde fuera, ejercen la crítica a la Iglesia pueden estar viendo solo los pecados de los humanos que la formamos. Pero, en el seno de la Iglesia, incluso en ese momento, hemos de discernir: si hay fundamento, procuramos convertirnos; si no lo hay, no podemos dejar de pensar que también Jesús sufrió críticas injustas y su respuesta fue seguir amando incluso a quienes le rechazaban o le perseguían. La caridad y el amor fraterno es para todos y en favor de todos.

-¿Y los casos de abusos sexuales que han estado saliendo, piensa que están perjudicando mucho la imagen de la Iglesia?

-El Papa ha hablado en repetidas ocasiones sobre este tema. Su preocupación, más que por la imagen, es por el daño que hayan podido sufrir personas inocentes y por el descrédito que haya podido venir para la fe. Pero también nos ha recordado que es una llamada para que todos vivamos con mayor fidelidad al Señor, intentando mostrar el rostro auténtico de la Iglesia.

-Crisis, crisis, crisis... Es la palabra qué más estamos escuchando, ¿qué le dice a usted?


-Crisis es una palabra ambigua. Ha de servir para crecer y madurar. Los cristianos hemos reconocido desde el primer momento que teníamos que responder a la necesidad. Siempre lo hemos hecho, pero en estos momentos especialmente difíciles estamos intensificando los esfuerzos.

-En Cáritas parroquiales cada vez están más desbordados.

-Es verdad que son muchos más quienes acuden, pero también ha crecido la generosidad de quienes no solo dan de lo que les sobra, sino de lo que ellos mismos emplean para vivir. Le pongo un ejemplo: en las Navidades pasadas ha habido muchas familias que, al hacer la compra para las fiestas, repartían su presupuesto y llegaban a destinar la mitad a su familia y la otra mitad a una familia necesitada.

-¿Los políticos están dando respuesta?

-Creo que quienes se dedican con vocación al servicio de la sociedad y del bien común siempre procuran hacerlo al máximo de su posibilidades buscando, incluso, soluciones nuevas. Cada uno tiene que ver si puede hacer más de lo que se está haciendo. Se trata de mantener la mirada siempre puesta en cómo solucionar las dificultades de los que menos tienen para afrontar la crisis, que a todos nos afecta.

-¿Cómo ve a nuestros jóvenes?

-Son la esperanza de la sociedad y de la Iglesia. Es cierto que tienen retos diversos a la vista: el complicado horizonte laboral, la crisis de valores, las inercias culturales que llevan a pensar más en tener que ser..., pero hay jóvenes que viven con una gran responsabilidad. Personalmente conozco a muchos de ellos. Viven con ilusión en sus estudios, entregan su tiempo libre a los demás, comparten las energías que tienen en proyectos eclesiales o sociales. Y algunos siguen entregando su vida entera al Señor y a los demás, en vocaciones religiosas o preparándose para ser sacerdotes.

-¿Y a los matrimonios? Lo digo porque cada vez hay más celebraciones civiles. Además, se divorcian menos porque no hay dinero para costeárselo.

-Dios creó el corazón del ser humano para amar y ser amado. Esta verdad está inscrita en la naturaleza humana. El matrimonio de un hombre con una mujer nace de esta verdad natural inscrita por Dios en la naturaleza humana. Las circunstancias económicas y sociales pueden variar, pero nunca deben ocultar esta verdad.

- No sé si le gusta el fútbol, ¿también tenemos que tener esperanza con el Hércules?

-No siempre sigo de cerca el fútbol, pero le deseo al Hércules y a todos los equipos de la provincia de Alicante lo mejor. Me gustaría que el Hércules se mantuviera en primera división y que hagamos todos por conseguirlo.

Volver arriba