"Tenemos el regalo del Papa Francisco, que es un hombre de Dios que le hace presente con su vida y su ministerio" Ángel Román Idígoras: "Creo que la alegría es clave en el cristiano y es alegría de vida lo que anunciamos"

"No me había imaginado ser obispo, como tampoco había pensado servir en un centro penitenciario hasta que Él me lo pidió. Trato de seguir el camino que me va marcando"
"Como tanta gente, los presos entienden que es un ascenso y un reconocimiento a la labor que hago. Les he explicado que a los ojos del mundo así es, pero que, tal y como yo lo vivo, es sólo la respuesta a un servicio más que Dios me pide"
"No es bueno quitar signos sin buscar antes otra expresión que los sustituya para que nos hablen en lenguaje de hoy. El vacío no es nada bueno"
"Tenemos el regalo del Papa Francisco, que es un hombre de Dios que le hace presente con su vida y su ministerio: cercano, amante del mundo, dando hasta el último suspiro para servirlo"
"No es bueno quitar signos sin buscar antes otra expresión que los sustituya para que nos hablen en lenguaje de hoy. El vacío no es nada bueno"
"Tenemos el regalo del Papa Francisco, que es un hombre de Dios que le hace presente con su vida y su ministerio: cercano, amante del mundo, dando hasta el último suspiro para servirlo"
* Esta entrevista se realizó antes del fallecimiento del Papa Francisco
¿Puede un cura sencillo de una parroquia obrera y capellán de una cárcel llegar a obispo? En el pontificado de Francisco y en su Iglesia en salida, sí. Para muestra el botón de Ángel Román Idígoras (Madrid, 1968), párroco de Nuestra Señora del Rosario de Torrejón de Ardoz y capellán de la cárcel de Estremera, que ni se imaginaba "ser obispo" y hasta no le ha resultado fácil explicárselo a los presos.
"Alegraos en el Señor" es su lema episcopal y, elegirlo, fue "un momento de gracia". Y, sobre los demás 'arreos episcopales' (mitra o báculo) asegura que "no es bueno quitar signos sin buscar antes otra expresión que los sustituya para que nos hablen en lenguaje de hoy. El vacío no es nada bueno". Y también cree que el Papa Francisco "es un hombre de Dios, cercano, amante del mundo, dando hasta el último suspiro para servirlo".

Pienso que un cura como usted ni se imagina ni, por supuesto, sueña con ser obispo, ¿no?
Con todas mis limitaciones, trato de centrar la cabeza y el corazón donde el Señor me pone a servir. Todo lo demás son distracciones que me impiden hacerle presente donde Él me dice. Ahí, trato de vivir al cien por cien con intención de “estar para siempre” hasta que el Señor dice que “eche las redes en otro lado”. No me había imaginado ser obispo, como tampoco había pensado servir en un centro penitenciario hasta que Él me lo pidió. Trato de seguir el camino que me va marcando.
¿El hecho de ser amigo y compañero del Cardenal Cobo ha podido influir en su nombramiento?
Todo es posible, aunque yo no sé quién ha sugerido mi nombre. Pero espero que, quien lo haya propuesto, más que influencia, haya sido instrumento del Espíritu Santo.
¿En algún momento se le pasó por la cabeza renunciar o cree que la Iglesia en salida necesita obispos con experiencia de barrios obreros y cárceles?
Personalmente no me veía en esta responsabilidad, pero el “aquí estoy, mándame” de la lectura de Isaías de aquel domingo y el “echa las redes a la derecha” del evangelio del mismo día, me llevaron a fiarme y a decir sí confiando en que, cogido de su Mano, es el Poderoso el que hace obras grandes a través de sus “pequeños”. Y es el Espíritu el que sabe lo que necesita su querida Iglesia. Lo nuestro, como digo, es fiarnos y arrimar el hombro donde nos diga, aunque no se nos haya pasado por la imaginación lo que nos propone.
¿Los presos entienden qué es eso de ser obispo? ¿Cómo se lo ha explicado?
Como tanta gente, entienden que es un ascenso y un reconocimiento a la labor que hago. Les he explicado que a los ojos del mundo así es, pero que, tal y como yo lo vivo, es sólo la respuesta a un servicio más que Dios me pide. Les he contado, con el corazón en la mano, cómo se desarrollaron los acontecimientos, cómo lo estoy viviendo y lo que conlleva ser obispo.

¿Qué sabe de Albacete?
No conocía la tierra. Ahora ya voy poniendo rostros, nombres, pueblos… Pero todavía todo muy incipiente. Y lo que sé, es que cuando entro ahora a la provincia, siento ya una vinculación y un cariño especial.
¿Qué le ofrece la diócesis de Albacete?
Una oportunidad apasionante para seguir llevando con todo el pueblo de Dios la alegría y la esperanza del Evangelio que tanto necesitamos.
¿Su lema episcopal?
Gaudete in Domino. “Alegraos en el Señor”. Es una cita de Filipenses 4. Creo que la alegría es clave en el cristiano. Y es alegría de vida lo que anunciamos. Toda una esperanza que moviliza los corazones y llena de sentido la realidad de cada día. No es una alegría por ausencia de dificultades o sufrimientos, sino la alegría de saber que Dios cree y apuesta por nosotros, nos acompaña en momentos buenos y malos, nos da una y mil oportunidades y tiene la última Palabra, que es la vida. Una Vida que se hace ya presente en el camino. Y esto hay que recordarlo siempre, porque la tentación es dejarnos contagiar por la tristeza de la desesperanza y la fuerza del mal. La tarea de la Iglesia es llevar a todos esta alegría de la salvación.
¿Siguen siendo necesarios los arreos episcopales?
Ya dice Jesús a Marta en Lc 10,42 que sólo una cosa es necesaria… Lo demás, por tanto, no es necesario, aunque sí pueda tener su sentido. El lenguaje no verbal es muy importante. Todo nace en un momento de la historia y en otro momento, debe de ser transformado para que ese lenguaje no verbal lo entienda todo el mundo. Dicho esto, creo que, en referencia a la pregunta, no es bueno quitar signos sin buscar antes otra expresión que los sustituya para que nos hablen en lenguaje de hoy. El vacío no es nada bueno. Para mí, elaborar el escudo episcopal ha sido una ocasión para unirme más a amigos y familia. He dedicado mucho tiempo a expresar con ellos mi interioridad, a pensar juntos signos representativos de la misma y a ver cómo plasmarlos en papel. Elaborar el escudo ha sido un momento de gracia.

¿Teme que el poder-servicio le cambie para mal?
Yo tomo nota de la lectura de hoy 1Cor 10, 12 “El que se crea seguro, cuídese de no caer” y, con sencillez, pongo mi confianza en el Señor. Confío en la fidelidad de Dios con su hijo y quiero cuidar la humildad de escucharos cuando ejerzáis conmigo la misericordia de “corregir al que se equivoca”, “dar buen consejo al que lo necesita”, “enseñar al que no sabe” y tratar de convertirme, cuando me dé cuenta, y espero darme cuenta, de que “soportáis con paciencia mis defectos”. Gracias a Dios, cuento con la oración de todos vosotros, que es lo que me sostiene. Y os pido que, por favor, os animéis a rezar más, para que todo mi ministerio sea para gloria de Dios.
¿Por qué la Iglesia y el mundo siguen necesitando al Papa Francisco?
La Iglesia y el mundo necesitan a Dios. Y tenemos el regalo del Papa Francisco, que es un hombre de Dios que le hace presente con su vida y su ministerio: cercano, amante del mundo, dando hasta el último suspiro para servirlo en la tarea que se le ha encomendado, buscando respuestas evangélicas para las realidades del mundo de hoy, escuchando a todos, con convicción y misericordia.

Etiquetas