El acto ha estado presidido por el obispo auxiliar de Madrid, José Antonio Álvarez, y en él ha participado el rector, Nicolás Álvarez de las Asturias, y el profesor Juan Carlos Carvajal, vicerrector y catedrático de Teología de la Evangelización.

Este último ha pronunciado una ponencia sobre Francisco, la pasión por la evangelización, en la que ha subrayado el carácter evangelizador del Papa Francisco siempre «enraizado en el Evangelio». Su testimonio de vida evangélica, ha señalado, lleva reconocer al Papa como un «verdadero discípulo del Señor», tal y como lo describió el cardenal camarlengo en el anuncio de su muerte, el pasado 21 de abril.
Haciendo un repaso de los titulares de la prensa el día que falleció, el profesor ha evidenciado que ninguno de ellos hizo justicia a su verdadera pasión, «la dulce y confortadora alegría de evangelizar».
Evangelizar supone, tal y como expresó Francisco antes de ser Papa —y después desarrolló en Evangelii gaudium— celo apostólico; que la Iglesia salga de sí misma para ir a las periferias existenciales, la miseria, el misterio del pecado; y supone también huir de la autorreferencialidad.
Jesucristo, fuente de evangelización
El catedrático se ha acercado al pontificado de Francisco desde tres aspectos. El primero, «el encuentro con Jesucristo, fuente de evangelización». Para el Papa, el impulso evangelizador no debe obedecer a un interés en que la Iglesia mantenga su «influencia institucional», sino «al deseo de compartir la experiencia gozosa que provoca el encuentro con Jesucristo».
Existe la tentación, ha afirmado, de hacer de la misión un discurso de sabiduría humana al que le falta el alma o un programa o metodología o tácticas, pero el verdadero manantiales el encuentro con Jesucristo. Por eso, «la evangelización es fruto de la gracia, fruto de ese encuentro». Si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede no contarlo?, ha inquirido el profesor.

El segundo aspecto es llevar el Evangelio a todas las periferias existenciales. «Es imposible que una comunidad evangelizada no se convierta en evangelizadora», y esta convicción atravesó todo el pontificado de Francisco. Pero el Papa aporta una novedad: su expresión «Dios nos primerea». Esto bloquea la «parálisis evangelizadora», porque «Dios ya está actuando donde convoca a sus discípulos». Y allí va el cristiano como «humilde servidor». «La iniciativa es de Dios, que nos amó primero», ha destacado Carvajal. Es la «primacía de la gracia» a la que ya se había referido Juan Pablo II.
«La misión, antes que activismo —el gran problema que estamos teniendo en la Iglesia— es una tarea espiritual». La tentación, ha advertido el catedrático, es ser cristianos manteniendo una «prudente distancia de las llagas de Cristo», pero «Jesús quiere que las toquemos», que «entremos en contacto con la existencia concreta de los otros» aunque esto suponga riesgos e incomodidades.
Magisterio de la proximidad, las obras y la misericordia
Y, en tercer lugar, el dinamismo de conversión misionera de la Iglesia. «La Iglesia en salida no es un estrategia, es el resultado de la deuda que todo cristiano tiene con el Resucitado». Así, «todos somos llamados a esta nueva salida misionera», y en este marco es desde donde solo se puede comprender la llamada a la sinodalidad del Papa Francisco. Una invitación a ponerse a la escucha del Espíritu, donde toda la Iglesia está implicada para «discernir cuáles son las periferias que necesitan la luz del Evangelio».
Junto al Magisterio del Papa Francisco no se puede olvidar, ha apuntado Carvajal, el sello misionero «en clave de misericordia». Precisamente a la misericordia de ha referido el obispo auxiliar de Madrid José Antonio Álvarez, que ha cerrado el acto queriendo hacer «memoria agradecida» del Papa Francisco, «padre y pastor de la Iglesia» y cuya vida y ministerio han contribuido a la propia Universidad San Dámaso.
Ha recordado el actual obispo auxiliar el ánimo que les trasladó el Papa Francisco a él y a Vicente Martín cuando los nombró obispos auxiliares de Madrid en junio del año pasado: «No perdáis la alegría». «¿Esto cómo se vive en una diócesis como la de Madrid, con tanta complejidad?», le preguntó Álvarez. La respuesta del Papa fue contundente: «Dios siempre es más grande».
Magisterio de la proximidad y de las obras, que ha destacado el obispo auxiliar en el Papa Francisco, junto a otro eje de su pontificado, la misericordia, y uno de sus grandes empeños, «cuidar y fomentar la formación del Pueblo de Dios».
