Un Papa humano que sabe rectificar

"Prefiero pedir perdón que pedir permiso". La frase, atribuida al padre Ángel, define una de las características del carácter del Papa Francisco. Y es que cualquier cristiano, y también el Obispo de Roma, puede equivocarse, y tiene el derecho, y la obligación, de rectificar. La gran diferencia con el resto de sus antecesores, y con la práctica totalidad de los jerarcas (eclesiásticos o no), es que Bergoglio es capaz de hacerlo.

Un Papa puede equivocarse, es humano. Y de vez en cuando no está mal que rectifique, lo que implica estar abierto a otras opiniones, y a pruebas que le hagan cambiar de opinión. Siempre buscando la verdad. Esto es lo que ha ocurrido en el 'caso Barros', el polémico obispo de Osorno a quienes las víctimas acusan de encubrimiento de los abusos de Fernando Karadima.

Durante meses, y especialmente en el viaje a Chile, Francisco defendió, a capa y espada, a Juan Barros. Así lo dijo en el vuelo de vuelta de Perú, pidiendo disculpas a las víctimas por algunas expresiones desafortunadas. Estaba íntimamente convencido de la inocencia del obispo de Osorno. Sin embargo, y tras "algunas informaciones recientes" (dice el comunicado de la Santa Sede), el Papa decide enviar a Chile a Charles J. Scicluna, ni más ni menos que el 'verdugo' de Maciel. Y también, el del polémico Karadima. Para "escuchar a quienes han manifestado la voluntad de dar a conocer elementos que poseen".

Y es que el Papa puede equivocarse, como cualquiera. Pero también sabe pedir perdón y, llegado el caso, rectificar. Porque no hay nada más humano que saber rectificar. Y nada más evangélico. ¡Gracias, Francisco!
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