El Papa marxista y los sepulcros blanqueados

Se lo preguntaba Andrea Tornielli en una entrevista publicada ayer en La Stampa:
"Algunos pasajes de la “Evangelii gaudium” le granjearon las acusaciones de los ultra-conservadores estadounidenses. ¿Qué siente un Papa cuando escucha que lo definen “marxista”?"
Esta es la respuesta del Papa:
"La ideología marxista está equivocada. Pero en mi vida he conocido a muchos marxistas buenos como personas, y por esto no me siento ofendido.
Las palabras que más han sorprendido son las palabras sobre la economía que «mata»…
En la Exhortación no hay nada que no se encuentre en la Doctrina social de la Iglesia. No hablé desde un punto de vista técnico, traté de presentar una fotografía de lo que sucede. La única cita específica fue sobre las teorías del “derrame”, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Se prometía que, cuando el vaso hubiera estado lleno, se habría desbordado y los pobres se habrían beneficiado. En cambio sucede que, cuando está lleno, el vaso, por arte de magia, crece y así nunca sale nada para los pobres. Esta fue la única referencia a una teoría específica. Repito, no hablé como técnico, sino según la Doctrina social de la Iglesia. Y esto no significa ser marxista".
Hablar de los pobres, aún hoy, es marxismo. O Teología de la Liberación. Y Francisco no es marxista, ni teólogo de la liberación. Es un buscador de Dios, un seguidor de Jesús, un lector asiduo del Evangelio. Y un denunciante de los sepulcros blanqueados. Que abundan. Dentro de la Iglesia. Y están molestos al comprobar que, por primera vez en mucho tiempo, no son la única voz, aunque sí los únicos -los últimos- martillos de "herejes". Y esperan pacientes para asestar el golpe.