¡Que acabe el pertinaz silencio episcopal ante la crisis!

Una de cada diez familias en España tiene a todos sus miembros en el paro. En números absolutos, un total de 1.737.600 de hogares con todos sus integrantes sin trabajo, según la última Encuesta de Población Activa publicada ayer. Una catástrofe en toda regla que a veces se nos olvida en mitad de las cifras macroeconómicas, la prima de riesgo y la empinada cuesta abajo de la Bolsa. Y la Conferencia Episcopal, pertinaz como las agencias de rating, sigue guardando silencio.

Hemos llegado a las vacaciones y apenas unos cuantos obispos han hablado del asunto. Algunos, como el de Ávila, reclamando y ofreciendo un gesto simbólico -dar su paga extra, y recomendar hacer lo propio a sacerdotes y comunidades religiosas-. Los símbolos, y de eso la Iglesia sabe mucho, son más importantes de lo que parecen. Nos aportan identidad, nos aferran al mundo, a las ideas, a los afectos.

No basta con que decenas de miles de católicos -y ciudadanos- colaboren con Cáritas y otras ONG, de la Iglesia o desvinculadas de ésta, para paliar los efectos que esta dura crisis está teniendo en millones de personas, en nuestro país y fuera. Resulta esperanzador que, dentro de la crueldad de la situación, sean muchos los que ofrezcan su trabajo, su tiempo y su dinero para los demás. Las situaciones límite multiplican la solidaridad. Y eso lo tendrían que saber nuestros obispos.

Urge -aunque llegaría tarde, más vale tarde que nunca- un claro, visible y rotundo pronunciamiento del Episcopado en su conjunto llamando a la solidaridad de todos, poniendo todas las instituciones de la Iglesia a disposición de los ciudadanos para remar juntos para salir de esta dura situación. Insisto: son muchos los cristianos que están ofreciendo sus talentos para salir de esta. Y me consta que la mayoría de los obispos harían lo que pudieran para colaborar en la mejora de la situación. Pero los gestos son sumamente importantes, y estoy convencido que una palabra clara y esperanzadora de la Conferencia Episcopal movería conciencias y aportaría un nuevo vigor a la lucha contra la crisis. Además de dotar de cierta credibilidad a una institución que, por más que nos duela, no pasa por sus mejores momentos en su relación con la sociedad.

Ojalá este verano sirva para que nuestros obispos tomen conciencia y, de una vez por todas, visibilicen en un documento los ánimos, los gozos y las sombras de una sociedad que, hoy más que nunca, necesita del ejemplo de Aquél que dio su vida por los pobres, los oprimidos, los que no tenían nada. Por esos 1,7 millones de hogares sin ingresos, por esos casi 6 millones de parados... por esta Humanidad que sangra.

baronrampante@hotmail.es

PD: Servidor de ustedes marcha de vacaciones unos días. A Guatemala. A cumplir un sueño y a, en la medida de lo posible, colaborar con la Fundación Quetzal a llevarlo a cabo. Nos vemos a partir del día 15.
Volver arriba