Un catecismo ecuménico

La gozosa propuesta, que parte del presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, Walter Kasper, ya ha levantado ampollas entre aquellos que creen que el único ecumenismo posible es el de la sumisión total, sin dejar supervivientes. La Historia nos demuestra que el avasallamiento no lleva a ningún lado. Y, como dice el propio Kasper, “existen muchos elementos importantes de la Iglesia de Cristo fuera de las fronteras visibles de la Iglesia Católica”. Y, si esxisten "carencias en las otras iglesias", también se dan en la católica. Promover un credo común a los cristianos es reconocer que somos hermanos y que trabajamos por la unidad real, no en un ecumenismo de salón y biblioteca, alejado del pueblo y con documentos que, como reconoce el propio Kasper, "cogen polvo en los estantes". Han pasado 40 años del Concilio Vaticano II. ¿Tanto cuesta proponer acuerdos en lo mucho que nos une? ¿Seguro que es católico poner únicamente el énfasis en lo que nos separa? Es triste ver cómo los adalides de la ortodoxia sólo creen -eso sí, a pies juntillas- a la parte de Cristo y del Evangelio que les conviene. Y luego vienen a dar lecciones, a encender hogueras... todo muy "ecuménico". Desde aquí, una lanza en favor de la propuesta de Kasper. En la vida real, es más sencillo de lo que parece. La experiencia la vivo, y la gozo, a diario.

baronrampante@hotmail.es
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