La homosexualidad no es un delito

Y no debería quedar ninguna duda de ello. Oponerse a la despenalización universal de la homosexualidad con el peregrino argumento de que ello podría abrir la "peligrosa" puerta a la legalización de los matrimonios entre personas homosexuales en todo el mundo no resulta de recibo. Como tampoco lo sería, como sucede en Arabia Saudí, por ejemplo, que se prohíba la práctica del Cristianismo por temor a que se acaben convenciendo a todos los habitantes del país de las bondades del Evangelio (nota para los "puristas": se compara la actitud a la hora de prohibir, no al cristiano con el homosexual, que quede claro). No nos confundamos a la hora de defender nuestros valores en la esfera pública. La Iglesia está en su derecho -y en su deber- de defener la vigencia del matrimonio entre hombre y mujer orientado a la vida, que ha marcado -y marcará- la historia y el futuro de la Humanidad. Pero no nos equivoquemos: eso no tiene nada que ver con estar de acuerdo en enviar a la cárcel, o poner una multa, a una persona por el hecho de considerarse homosexual, o de practicar sexo con un adulto, de la condición sexual que tenga, siempre que haya consentimiento. No dejemos que otros nos acusen de querer volver a las hogueras.

baronrampante@hotmail.es
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