“Los amigos de Jesús. Pedro, ‘El Roca’, y su dudosa primacía”. Los discípulos de Jesús (VIII) (894)



Escribe Antonio Piñero

Falta por comentar, de la primera lista de discípulos de Jesús, Mc 3,14-19, el breve texto siguiente:

….sobrenombre de Pedro, 17 a Jacobo el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Jacobo, los apodó también Boanergés, que significa «tronantes; 18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo el de Alfeo, y Tadeo, Simón el cananeo 19 y a Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
Comienzo por las tres primeras palabras de este texto, que da para bastante comentario.

“Pedro”: el vocablo griego es pétros, y no significa propiamente “piedra”, sino “roca”. Por tanto, Jesús le llamaba “El Roca”. Teniendo en cuenta los datos de la primacía de Pedro en Mt 16,16… “Y sobre esta roca fundaré mi Iglesia”… es clarísimo que la primacía de Pedro hubo de estar muy bien fundada en la Iglesia primitiva y por tanto en el Nuevo Testamento, nuestra única fuente para los inicios.

Pero esta idea no parece estar del todo bien fundada.

Así, no puede explicarse lo que ocurre con él en Hechos 12,16-17: Pedro es apresado por Herodes Agripa I y después de ejecutar a Santiago / Jacobo se dispone a hacer lo mismo con Pedro. Pero interviene el cielo y Pedro es liberado milagrosamente. Corre hacia la casa donde están reunidos los “hermanos” en la fe y le abren la puerta:

“Al abrirle, lo vieron, y quedaron atónitos. Él les hizo señas con la mano para que callasen y les contó cómo el Señor le había sacado de la prisión. Y añadió: «Comunicad esto a Santiago y a los hermanos.» Salió y marchó a otro lugar”.


¿A dónde? No se sabe. ¿Dónde está aquí la primacía de Pedro?


No se explica bien que aquí se acabe casi toda la historia de Pedro en los Hechos de Apóstoles (escribo “de apóstoles” y no “Dios los apóstoles”, porque –aunque el título, tardío, de esta obra en la mayoría de los manuscritos lleva el artículo– los mejores de ellos y más antiguos, como el Vaticano y el Sinaítico, del siglo IV, no lo llevan. La autoridad de estos manuscritos es tan grande, y –en segundo lugar– se debe preferir la lectura más breve y difícil, ya que es mucho más fácil que los copistas hayan pasado de “Hechos de apóstoles” a “Hechos de los apóstoles” que al revés…, que la edición crítica del Nuevo Testamento (Nestle-Aland 28) así lo titula (y así lo aceptamos en la futura edición anotada del Nuevo Testamento que estamos preparando).


Sorprendentemente, Pedro vuelve a aparecer en el denominado “concilio o reunión de los apóstoles” que nos cuentan Hechos 15 y Gálatas 2,1-10, con también sorprendentes variantes. Allí, en esa reunión, se discutió si tenía o no razón Pablo en predicar la buena nueva de que Jesús era el mesías también de los paganos. La buena nueva era que Jesús era el mesías no solo de los judíos, sino del mundo entero… Y también se trató en Jerusalén sobre las consecuencias respecto a la observancia, o no, de la ley completa de Moisés por parte de unos paganos que creían en el Mesías. Téngase en cuenta que en principio los judíos creían que el Mesías era para ellos solos…, pues naturalmente implantaría la supremacía de Israel sobre la tierra entera… (el reino de Dios) y después… el paraíso eterno, en el que los judíos ocuparían si no los únicos puestos disponibles, sí los mejores.

Pero, según Hechos, en esa reunión trascendental, Pedro dice sorprendentemente lo que sigue:


“Después de una larga discusión, se levantó Pedro y les dijo: «Hermanos, vosotros sabéis que ya desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran”….


Y finalmente se llegó a un acuerdo (que aparece de modo muy diverso en Gálatas y en Hechos, y que explico en mi libro sobre Pablo, “Guía para entender a Pablo”, Trotta, Madrid, 2015).


Desde luego, la afirmación de Pedro de que él es el que ha recibido el encargo divino de predicar a los gentiles es absolutamente sorprendente… ya que Pablo afirma exactamente lo contrario en Gálatas 2,6-9:


“Y de parte de los que eran tenidos por notables - ¡qué me importa lo que fuesen!: en Dios no hay acepción de personas - en todo caso, los notables nada nuevo me impusieron. Antes al contrario, viendo que me había sido confiada la evangelización de los incircuncisos, al igual que a Pedro la de los circuncisos, – pues el que actuó en Pedro para hacer de él un apóstol de los circuncisos, actuó también en mí para hacerme apóstol de los gentiles– y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos».

Insisto: ¡es exactamente lo contrario!


Además la pretensión de Pedro en los Hechos de haber sido él “el inventor” de la predicación sobre Jesús a los paganos se basa en las historias, muy legendarias de Hechos 10 y 11… donde nada menos que a un judío convencido como Pedro y observante de la ley de Moisés (prueba: “Y dijo Pedro: «Vosotros sabéis que no le está permitido a un judío juntarse con un extranjero ni entrar en su casa; pero a mí me ha mostrado Dios que no hay que llamar profano o impuro a ningún hombre” (Hch 10,28), se le muestra una visión celeste, en la cual se le ordena taxativamente contravenir todos los preceptos sobre los alimentos de esa misma ley mosaica, otorgada por Dios mismo en el Sinaí:


“Sintió hambre Pedro y quiso comer. Mientras se lo preparaban le sobrevino un éxtasis, 1 y vio los cielos abiertos y que bajaba hacia la tierra una cosa así como un gran lienzo, atado por las cuatro puntas. 2 Dentro de él había toda suerte de cuadrúpedos, reptiles de la tierra y aves del cielo. 3 Y una voz le dijo: «Levántate, Pedro, sacrifica y come.» 4 Pedro contestó: «De ninguna manera, Señor; jamás he comido nada profano e impuro.» 5 La voz le dijo por segunda vez: «Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano.» 6 Esto se repitió tres veces, e inmediatamente la cosa aquella fue elevada hacia el cielo”.


Pues bien, este mismo “inventor” por orden divina de la misión a los paganos tuvo un enorme altercado con Pablo porque a instancias de la gente de Santiago, el hermano del Señor, ni siquiera se atrevía a participar de una mesa común con ex paganos que se habían convertido ya a la fe en Lucas como mesías. Pablo lo cuenta así:


“11 Mas, cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión. 12 Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía en compañía de los gentiles; pero una vez que aquéllos llegaron, se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos. 13 Y los demás judíos le imitaron en su simulación, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio arrastrado por la simulación de ellos. 14 Pero en cuanto vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos: «Si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a judaizar?» (Gálatas 2,11-14).


La pregunta obvia es: ¿Cómo es posible que el paladín de la predicación de Jesús a los paganos, no quiera ni sentarse a la mesa a los paganos convertidos a la e en Jesús como mesías?


Y ahora seré breve: las conclusiones, que pueden obtenerse de todos estos textos que presentan afirmaciones y situaciones totalmente contradictorias entre sí, podrían ser las siguientes:

1. Es muy dudosa la primacía de Pedro. Se fundamenta ciertamente en Mateo 16 y Juan 21… pero…


2. Es totalmente seguro que la comunidad judeocristiana mesiánica de Jerusalén tuvo como jefe a Santiago / Jacobo, hermano del Señor (que no era de los Doce) y no a Pedro. La razón: porque era una comunidad apocalíptica judía, orientada a la parusía inmediata de Jesús, en donde primaba la tradición judía: los jefes de tales grupos, una vez que fallece el fundador (en este caso Jesús) pasa a la familia de este. El ejemplo de los Macabeos es sintomático y clarísimo. Muerto Judas (166-161 a. C.), lo sustituye su hermano Jonatán (161-143 a. C.) y muerto éste su hermano menor, Simón (143-135), el último de los cinco hijos supervivientes de Matatías. Pedro, por tanto, fue relegado en la primacía de los “apóstoles” por Jacobo /Santiago probablemente porque era el hermano del Señor.


3. Es prácticamente seguro que los relatos de Hch 10-11 son altamente legendarios. Están inventados o recogidos por “Lucas” (ni siquiera es seguro de que la tradición sobre este como autor de Hechos sea correcta; hay muchos estudiosos que albergan dudas serias). El “inventor” de la misión sobre Jesús a los paganos fue Pablo y por encargo divino, como proclama en Gálatas 1-2.


4. No hay el menor rastro de una primacía de Pedro en el Nuevo Testamento (salvo, como he dicho, en la comunidad que está detrás del Evangelio de Mateo, probablemente de Siria, enfrentada a la de Jerusalén y en Evangelio de Juan, Apéndice tardío, capítulo 21; los dos textos son muy dudosos desde el punto de vista de la historia), puesto que las dos cartas que se atribuyen 1 2 Pedro en el Nuevo Testamento han sido compuestas por seguidores de Pablo (tienen una teología paulina) y no de Pedro.


5. Es altamente probable que el autor de Hechos fuera un hombre que –al procurar difundir su idea de que los seguidores de Jesús formaban una piña unida y de que no había divisiones entre ninguno de los cabecillas importantes del movimiento de Jesús– recogiera –o inventara– las narraciones en las que Pedro, y no Pablo, es el llamado primero por Dios para misionar a los gentiles; luego haga hablar a Pedro como Pablo en los Hechos y a Pablo como Pedro, por ejemplo, en el discurso e Antioquía de Pisidia en Hch 13.


6. A la vez no cabe duda tampoco que hubo una suerte de primacía de Pedro. Yo la explico como un intento positivo de los paulinos para no desligarse de la comunidad de Jesús (Gálatas 2 y la colecta pro Jerusalén en 1 Corintios 8 y 9) y de que los paulinos tomaron a Pedro como nexo de unión entre paulinistas y judeocristianos, como puede deducirse de la tradiciones evangélicas, incluso en Marcos, que dibuja a un Pedro poco agraciado, que cuenta muchas anécdotas de Pedro, y no de los demás apóstoles, y del capítulo 21 del Evangelio de Juan, muy legendario, donde se confirma la primacía de Pedro.


7. En conjunto, todo es muy confuso respecto a Pedro en el Nuevo Testamento cuando se examinan los textos con cuidado. En síntesis, la primacía del “Roca”, Pedro y su función en la Iglesia primitiva, al menos tal como lo transmite nuestra única fuente, el Nuevo Testamento no está nada clara.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
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