Qué se dice de Jesús en el Talmud (I)


Como decíamos en el post de antesdeayer, iniciamos una miniserie sobre lo que los judíos antiguos pensaban sobre Jesús y transmitieron en sus tradiciones recogidas en el Talmud. Pero antes creo conveniente, en primer lugar, precisar conceptos previos y necesarios para los lectores. ¿Qué son la Misná, el Talmud y el midrás?

La Misná es la colección de las tradiciones de interpretación de los rabinos más importantes acerca de la “Ley”, los cinco primeros de la Biblia. La Misná contiene, por un lado, disposiciones que aclaran y precisan la ley de Moisés y por otro sentencias de maestros ilustres que la comentan. Por tanto, es un primer comentario a la Ley o Torá. Las opiniones recogidas van desde el 200 o 250 a.C. hasta el 200 d.C. aproximadamente. Cuando se aduce algún texto de la Misná se suele poner una “m.” delante del tratado que se cita. Así por ejemplo, al citar el principio del tratado Abot, “Padres”, se escribiría m. Abot, 1,1.

El Talmud es un amplio comentario en muchos volúmenes y en dos versiones (una hecha en Jerusalén; otra, en Babilonia) a las tradiciones y a las sentencias de los primeros rabinos conocidos sobre la interpretación de la ley de Moisés, recogidos fundamentalmente en la Misná. Su lengua es el arameo (con secciones en hebreo). Se trata de discusiones legales o de historias edificantes de rabinos que incitan a observancia de la Ley y a la piedad. Puede decirse que el Talmud es un comentario al comentario a la Ley que es la Misná. Fue recogido y pasado por escrito en un lapso de tiempo que va desde el siglo III al VII d.C. Cuando se cita se utiliza en primer lugar una de las dos letras siguientes b./j. La primera significa Talmud babilónico; la segunda, Talmud de Jerusalén.

Midrás es un género exegético, interpretativo de textos de la Biblia: Es la exégesis o hermenéutica que practicaba el judaísmo antiguo en búsqueda del sentido de la Biblia. Ésta se traduce normalmente en un escrito -compuesto en su mayoría en hebreo- que parafrasea y explica un texto bíblico.

Hay que comenzar con la constatación de que dentro del frondoso bosque que constituyen el Talmud y los midrasim las noticias sobre Jesús de Nazaret, un personaje tan relevante para la mayoría de los que están inmersos en la cultura de Occidente, son mínimos y obscuros. En nuestra opinión, además, los pocos datos de las fuentes judías sobre el impulsor –y escojo voluntariamente este vocablo y no fundador- del cristianismo son contradictorios, errados cronológicamente y, por supuesto, hostiles hacia Jesús y su movimiento. Por otro lado, sin embargo, son una confirmación indirecta de su existencia histórica y del crecimiento en número del grupo de discípulos agrupados en torno a su nombre nada más morir el personaje que los inspiró.

Por suerte para nosotros no tenemos que perdernos en esa floresta tan amplia de textos, a veces abstrusa y difícil por las mil referencias que contiene a circunstancias que no conocemos, para abordar el tema que deseo desarrollar gracias a dos obras que nos han roturado el camino. La primera, de Heinrich Laible, Jesus Christus im Talmud (Jesucristo en el Talmud, Berlín 1901, y sobre todo la de Robert Travers Herford, Christianity in Talmud and Midrash (Cristianismo en el Talmud y midrash), Londres 1903, cuya primera parte recoge hasta la más mínima alusión al personaje que nos interesa en ese corpus de textos que compendian el rabinismo de los primeros siglos.

Con gran generosidad para los pasajes fuertemente dudosos, los textos que en el Talmud y midrás afectan a Jesús son aproximadamente una quincena. De entre ellos sólo tres o cuatro lo nombran de una manera expresa, y, realmente sólo un par de ellos transmiten alguna noticia sustancial. Otros aluden a "una cierta persona", (peloní) en hebreo (por ejemplo b. Joma 66d), como si nombrarlo expresamente fuera ya concederle demasiado honor; otros llaman a Jesús Ben Stada o Ben Pandera y unos pocos tratan más bien de la madre del Nazareno que de él mismo.

La prueba de que realmente el Talmud dice muy poco sobre Jesús la tenemos en el hecho de que en libros que tratan este tema, como en el capítulo de Jesús Peláez sobre Jesús y las comunidades primitivas, en el libro Orígenes del Cristianismo editado por mí, o en el de H. C. Kee, Qué podemos saber sobre Jesús (ambos de Córdoba, El Almendro, 1995 y 1992 respectivamente) sólo se cita un texto de toda la ingente masa del Talmud.

En estos posts vamos a ordenar este material para extraer los escasos datos que nos ofrecen. En los casos más interesantes citaremos el fragmento correspondiente con un breve comentario, ya que normalmente no será fácil para los lectores tener acceso a estos textos.

La madre de Jesús

La madre de Jesús aparece en b. Shabbat 104b como una peluquera, o también como maestra de primer grado (b. Hagigah 4b), o como mujer de Pandera, Pandira o Pantera, un soldado romano, con quien había tenido un hijo adulterino, o según otra fuente (b. Kallah 51a), un hijo ilegítimo por haber sido concebido ciertamente de su marido, el tal Pantera, pero durante el ciclo menstrual, lo que lo hacía rigurosamente impuro.

No sabemos absolutamente nada de este supuesto Pantera, por lo que se ha creído que se trata de un nombre fingido. Ya que los cristianos decían que Jesús había nacido de una madre virgen, parthenos en griego, se ha pensado que Ben Pantera, hijo de Pantera, no es más que un juego de palabras por parte de los judíos, con el que mofarse de la pretensión del nacimiento virginal: el Maestro de los cristianos no era el vástago de una parthenos (virgen), sino de un Pantera, un legionario romano que la sedujo.

Esta historieta se repite hasta hoy entre los judíos, como podemos comprobar por la película La Vida de Brian, cuyo guionista, judío, introduce en una de las escenas del principio a la madre de Jesús compartiendo techo con un soldado de muy dudosa catadura.

El nombre con el que se denomina también a Jesús en éste y en otros pasajes es Ben Stada. De la identificación entre Ben Stada, Ben Pantera y Jesús no cabe duda, pues en algún otro documento (Tosefta Hullin II 23) aparece el nombre completo, Jesús ben Pandera, y en otros encontramos a "Jesús" como variante de "Pandira" o "Stada". Este último vocablo, "Stada", dice el texto, deriva del hebreo Setahdáh, "aquella que se ha desviado"... de su marido.

Hay otro texto (b. Sanhedrin 106a), que no duda en aceptar que los antepasados de María eran de procedencia real, "príncipes y gobernantes", pero afirmar luego que la doncella "se prostituyó entre carpinteros". Debemos interpretar este texto como una afirmación genérica -que nada dice de valor histórico atendible sobre la ascendencia real de María- probablemente tomada de oído de testimonios cristianos y luego ridiculizada.

Seguimos mañana, Saludos cordiales de Antonio Piñero
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