Cristianismo y Secularidad

Capítulo Séptimo



Influencia de los acontecimientos socioculturales e históricos en la teología

1.2. Fundamentación de la teología en la cultura y la sociedad.

La validez a la teología no le viene exclusivamente de los datos de la tradición judeocristiana, Biblia, Concilios, Magisterio etc. Apodícticamente no se puede decir que el fundamento le venga exclusivamente de su conexión con la tradición, porque toda teología ha de tener alguna relación con la sociedad. De donde se concluye que la validez a la teología política le viene dada también de su inserción en el momento cultural histórico.

Así es como se explica la sucesión de teologías diversas a lo largo de la historia. Es esta base cultural precisamente la que proporciona fundamento a los rasgos peculiares de cada teología. De modo que la sincronización de la teología con la sociedad de su época es necesaria. Concretamente el ser una teología políticamente mediada no le viene a la teología política de los datos de la tradición cristiana, sino de la sociedad y la cultura actuales. Lo mismo sucedió con la teología escolástica fundamentada en la cultura medieval y el aristotelismo en boga.

Ciertamente la teología política deberá estar fundamentada también en la tradición cristiana, por lo que habrá que ver
si en esta tradición cabe una mediación política de la teología. Pero el que esa posibilidad se haga realidad no depende de la tradición en sí misma, sino de los determinantes culturales. Lo cual no quiere decir que no haya elementos políticos en la teología bíblica, aunque a ella le sirve de mediación la mitología judaica.

Con lo que se pone de manifiesto la influencia cultural en la teología y llegamos a la conclusión de que su mediación política obedece más a razones culturales que bíblicas. En tal sentido es muy interesante la reflexión de Schreiter sobre la inculturación del evangelio en cualquier situación humana, a la vez que trasciende toda cultura, es decir, no se lo puede apropiar ni lo puede delimitar una sola cultura humana.

Del mismo modo, Metz reconoce que la teología no puede ya determinar la unidad y peculiaridad de su objeto de manera puramente teológica y que para eso ha de remitirse al canon de la conciencia eclesial práctica. Rahner admite asimismo que la "historia de la Iglesia y de la teología es esencialmente una reacción de ambas a la situación histórica del mundo".

Hugo Assmann, a su vez, ve necesario que la teología tome como punto de partida el análisis de la realidad social a través de las ciencias humanas. El purismo teológico se quiebra al contacto con la propia Biblia, por lo que hasta la exégesis necesita recurrir a las ciencias humanas en su interrogación al texto bíblico. En caso contrario no puede percibir los desafíos contenidos en la Biblia ni consigue que el texto bíblico diga algo al hombre de hoy.

La reflexión teológica ha de seguir este camino, previa renuncia a la pretensión de independencia teológica pura .
La manera dialéctica con que la teología política actual contempla las realidades humanas y se contempla a sí misma, hace que se plantee la fundamentación teológica de manera distinta a como se lo plantea la teología tradicional.

Para ésta las creencias dependen exclusivamente del mensaje bíblico y eclesial sin vinculación alguna a la cultura: la fe trasciende la cultura, aunque se sirva de ella para su expresión. Es evidente que en una concepción dialéctica del pensamiento no es posible una fundamentación teológica independiente del contexto social donde se desarrolla la vida del hombre.

La teología política en virtud de sus premisas dialécticas no puede compartir la idea tradicional purista, porque la verdadera fundamentación de la teología hace referencia siempre a una situación social, puesto que lo importante para ella es que el mensaje cristiano sea significativo para sus contemporáneos. Esto es precisamente lo que le ha permitido pasar por diferentes culturas sin perderse.

En este sentido sí es permitido hablar de trascendencia de la fe cristiana con relación a las culturas, porque no significa independencia teológica respecto a la cultura. Significa únicamente la perseverancia histórica de una dimensión teologal en el hombre, que se ha manifestado de distintas maneras según la base social.

Y el hecho de comprobar que la fe ha sido posible en situaciones y culturas muy diferentes, infunde optimismo para mirar al futuro con esperanza, suponiendo que esa misma fe tenga igual capacidad de adaptación para permanecer dentro de otras culturas . Por consiguiente, la teología política se propone, mediante el movimiento social real, reconducir el cristianismo a su verdad histórica, que le ha sido confiscada por la burguesía, como vamos a ver a continuación.

II. La religión política burguesa

La religión recupera ciertamente relevancia pública en la sociedad burguesa norteamericana, pero es evidente que está al servicio del sistema imperante. Por consiguiente, en una religión burguesa donde se sienten protegidos y confirmados en su situación de privilegio los que gozan de una situación social relevante, se ve muy difícil el futuro mesiánico del cristianismo.

En ella lo que se busca es asegurar el futuro preconcebido por ellos mismos, reconvirtiendo así el mesianismo cristiano en mesianismo burgués. Esto es lo que está sucediendo en la religión política burgués capitalista de la sociedad norteamericana en la que nos vamos a detener ahora, sabiendo de antemano que esta visión de la religión no reconduce el cristianismo a su autenticidad histórica.
Esta es la conclusión de José Ma. Mardones en su estudio sobre la nueva teología económica allí surgida recientemente.

Digamos de antemano que la división de clases que crea y fomenta el capitalismo, que esta teología se empeña en defender, es opuesta a las tesis de toda la tradición judeocristiana y, por tanto, de la teología católica. Sin embargo, el promotor de esta nueva teología, M. Novak, es católico.

A) La religión al servicio del sistema

Para la religión norteamericana, al contrario de lo que proclama la tesis de la secularización, la crisis que padece la sociedad en su múltiple vertiente económica, política, cultural etc., es una crisis espiritual y no saldremos de ella sin una fuerte revitalización religiosa de la misma sociedad. Para conseguirlo, los neoconservadores reivindican la función pública de la religión, lo cual significa un correctivo a la tendencia creciente a su privatización provocada por la secularización.

Desde este punto de vista vamos a examinar los problemas de la sociedad americana y el puesto que ésta asigna a la religión. El punto del que parte es el siguiente: Con la religión el individuo tiene capacidad de renuncia para sobreponerse a la contigencia de la vida y mantenrse solidario en los valores propios de la colectividad. A la sola ingeniería social se la considera incapaz de crear una comunidad ética y legítima sin el concurso de la tradición judeocristiana.

Pero lo que pretende la religión neoconservadora en realidad es aprovechar los valores de la tradición cristiana, para recuperar la moral cultural que estabilice y favorezca a la sociedad democrático capitalista americana. Se utiliza, pues, la religión, una nueva teología económica según su mentor Michael Novak, como legitimación del capitalismo democrático. Dicha teología económica se propone:

Primero, contrarrestar la legitimación que el socialismo obtiene de la nueva teología política y de la liberación. En segundo lugar, conseguir credibilidad y apoyo para el neoliberalismo capitalista. En su empeño Novak ve visiones al atribuir raices cristianas al capitalismo:
-en la afinidad entre capitalismo, democracia y tradición judeocristiana. Esta tradición la considera tan elástica como para ver en ella capacidad de favorecer la "ética de la producción" y lamenta que la Iglesia católica no haya descubierto este potencial creativo del capitalismo democrático.
-En contra del prejuicio existente, el capitalismo no es individualista. Al contrario, su carácter social tiene mucha afinidad con el reino de Dios y la preocupación solidaria cristiana, puesto que su objetivo no es el enriquecimiento del individuo, sino de las naciones, de todas sin excepción. La creación de sindicatos, pensiones, administración colectiva, reparto de beneficios, que es lo típico y originario del socialismo, Novak lo considera fruto de la ética humanizadora del capitalismo.
-Otras afinidades entre capitalismo y tradición judeocristiana las encuentra Novak en el mercado como promotor de libertad: el hombre se ejercita en actos libres creadores de conciencia personal y comunitaria. En la vigilancia permanente frente a la concepción de la libertad encuentra también afinidad con la concepción judeo cristiana del pecado. La concepción abierta de la historia humana propia del capitalismo es asimismo afín a la concepción abierta y entregada a la responsabilidad libre del hombre.

B) Socialismo versus capitalismo
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