Encíclicas sociales-32

Pío XI


Quadragesimo anno

(Restaración del principio rector de la economía
(Cont., viene del día 2)

(93) Los colegios o corporaciones están constituidos por delegados de ambos sindicatos (de obreros y patronos) de un mismo oficio o profesión y, como verdaderos y propios istrumentos e instituciones del Estado, dirigen esos mismos sindicatos y los coordinan en las cosas de interés común.

(94) Quedan prohibidas las huelgas; si las partes en litigio no se ponen de acuerdo, interviene la magistratura.

(95) Con poco que se medite sobre ello, se podrá ver cuántos beneficios reporta esta institución, que hemos expuesto muy sumariamente: la colaboración pacífica de las diversas clases, la represión de ciertas organizaciones, la supresión de desórdenes, una magistratura especial ejerciendo una autoridad moderadora. No obstante, para no omitir nada en torno de un asunto de tanta importancia, y de acuerdo con los principios generales anteriormente expuestos y con los que añadiremos después, hemos de reconocer que no faltan quienes teman que el Estado, debiendo limitarse a prestar una ayuda necesaria y suficiente, venga a reemplazar a la libre actividad, o que esa nueva organización sindical y corpotrativa sea excesivamente burocrática y política o que (aun admitiendo esos más amplios beneficios) sirva más bien a particulares fines políticos que a la restauración y fomendo de un mejor orden social.

(96) Mas para conseguir este nobilísimo fin y beneficiar al máximo, de manera estable y segura, al bien común, juzgamos absolutamente necesario que Dios asista propicio y luego que aporten su colaboración a dicho fin todos los hombres de buena voluntad. Estamos persuadidos que ese fin se logrará con tanta mayor seguridad cuanto más copioso sea el número de aquellos que estén dispuestos a contribuir con su pericia técnica, profesional y social...

(97) Cuanto hemos dicho sobre la restauración y perfeccionamiento del orden social, no puede llevarse a cabo sin la reforma de las costumbres, como lo demuestra la historia. Existió, efectivamente, en otros tiempos un orden social que, aun no siendo perfecto y completo en todos sus puntos, no obstante, dadas las circunstancias y necesidades de la época, estaba de ulgún modo conforme con la recta razón. Y si aquel orde cayó no se debió a que no pudiera, evolucionando y en cierto modo ampliándose, adaptarse a las nuevas circunstancias y necesidades, sino más bien a que los hombres, endurecidos por el exceso de egoísmo, rehusaron ampliar los límites de ese orden en la medida que hubiera convenido al número creciente de la muchedumbre. O que seducidos por una falsa apariencia de libertad y por otros errores, rebeldes a cualquier potestad, trataron de quitarse de encima todo yugo...

ver: Ocho grandes mensajes
BAC 1974
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