Iglesia: casta meretriz




No apaguéis el Espíritu (1 Tes 5, 11). Este consejo de Pablo a una de las primeras iglesias conocidas pone de manifiesto que desde sus orígenes la Iglesia aparece como “siempre necesitada de reforma”.

Los SS. Padres la calificaron como “casta meretriz”, porque en ella coexisten la santidad del Espíritu y el pecado de los hombres. Desde muy pronto se separó de su misión mesiánica, utilizando la imagen de Dios a su servicio. Lo que se ha llamado “eclesiocentrismo”, ya que en lugar de ser sacramento del Reino de Dios se ha erigido en reino propio.

No ha escapado de lo que es ley de toda institución humana, que es confundir sus fines con sus propios intereses. Por lo que ha acabado confundiendo su crecimiento con el crecimiento del Reino de Dios y el amor a la Iglesia con el amor a sus autoridades.

De ahí que los criterios para nombramientos jerárquicos, para canonizaciones de santos y todo lo demás ya no estarán al servicio del Reino anunciado por Jesús, sino al servicio de su propia institución. Lo que dañará a cualquier comunidad. Un caso reciente ha sido el nombramiento del obispo de Guipúzcoa en el País Vasco.

El profeta Ezequiel tiene unas páginas muy duras contra los dirigentes religiosos del pueblo judío : “pastores que se apacientan a sí mismos”, que “en lugar de apacentar a las ovejas se comen su grasa y se visten con su lana”, que “no fortalecen a las débiles ni curan a las enfermas y maltratan a las fuertes, haciendo que las ovejas se desperdiguen”. Y concluye: “voy a enfrentarme a esos pastores, les reclamaré mis ovejas para que dejen de apacentarse a sí mismos” (dice Dios por el profeta) (Ez 34, 2-10). El evangelista Mateo ha recogido una colección de palabras de Jesús también muy duras.

Los exégetas afirman unánimemente que se han conservado en el evangelio no como una crítica a los judíos “de antes”, sino como aviso al ministerio eclesial de los cristianos. San Jerónimo da la razón a estos biblistas cuando comentando el capítulo 23 de Mateo, avisa que “han pasado a nosotros todos los vicios de los fariseos” (PL 26, 168).

Si esto podía escribirse en la primera iglesia ¿qué habría que decir tantos siglos después? Quizá la diferencia esté en que la Iglesia joven de S. Jerónimo era capaz de reconocer esos peligros y confesar su caída, mientras que la iglesia vieja actual no parece tener esa capacidad,
(Ver J.I. González Faus, ¿Para qué la Iglesia?
Cristianisme i Justicia nº 121)
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Se ha hablado del cisma Iglesia y pueblo ¿Qué se puede hacer para que la Iglesia sea Pueblo de Dios como quiere el Vaticano II?

¿Creéis que la jerarquía eclesiástica va en esta dirección o está más bien replegada sobre sí misma?

Europa ha dejado de ser cristiana ¿Creéis que está capacitada la Iglesia actual para recristianizarla?

¿Refleja el espíritu del Evangelio o está muy alejada de él? ¿Creéis que esto está impidiendo la cristianización del mundo?
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