Marx y la Biblia




La intervención de Dios en la historia
El plan de Yahvé

(Cont., viene del día 5)

El equivalente de Ex 6, 6-7 es, en el yhavista, Ex 3,
7-9... La exégesis ha llegado hoy a poner de relieve esta nervadura central: el yahvista decidió escribir una prehistoria del Exodo para explicar el origen del pecado y para que un mundo de pecado haga sentir necesaria la intervención de Yahvé y la elección de un pueblo que tenga en el mundo la misión de abolir el pecado(H.Rencres, La Bible et les origines du monde, 1964, cap 22-24).

Esa aportación de la exégesis es importante, pero se hace necesario precisar que el pecado cuyo origen se trata de explicar es el pedado de Caín, no un pecado cualquiera ni el pecado en general. Como observa von Rad, la historia de Caín y Abel es el primer retrato del hombre extraparadisíaco, del hombre real, de la humanidad histórica que la intervención de Yahvé tendrá por fin rescatar.

He aquí el prólogo al Éxodo:"La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra". La historia de Adán es únicamente para que se sepa que el hombre no era así desde el principio, que Dios no le creó fratricida, sino que se volvió fraticida por su propia voluntad. Que en la historia de Caín y Abel a la actividad redaccional y no meramente cronística del yahvista se está empleando a fondo...

El redactor quiere que a la pregunta "¿soy yo el guardian de mi hermano?" el lector evidentemente responda que sí.

Pero hay mucho más que eso. La pregunta de Yahvé a Caín es intencionadamente paralela a la que acaba de dirigirle a Adán. De "¿donde estás" (3, 9)pasamos a "Dónde está tu hermano?" (4, 9); y el diálogo que se inicia en 3, 9 no desemboca en maldición del hombre sino de la tierra (3, 17), mientras el que se inicia en 4, 9 remata en la primera maldición pronunciada contra el hombre: "Maldito seas tú más que la tierra que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano" (4, 11).

No parece dudable la intención redaccional del yahvista que mediante todo lo anterior prepara al lector para esta explosión imparangonable. La especificidad del pecado de Adán no llega a aclararse pese a la todos los esfuerzos de la exégesis; prueba de que al yahvista no le importaba. Le importaba la justicia interhumana, encarnada en Caín. La mención de la tierra, el suelo, en 4, 11 es para concatenar con la tierra que en 3, 17 había sido maldecida.

En 4, 11 empieza la maldición histórica del hombre; sólo en Abraham (personificación de Israel) podrán ser "bendecidas" "todas las tribus de la tierra": Gén 12, 3. He ahí, pues, todo el sentido redaccional del Génesis que nos introduce a la historia del pueblo de Israel cuya misión será levantar la maldición del hombre que se pronunció en 4, 11. Por eso el autor, tomándose en Gén 18, 17-33 unas libertades redaccionales impreionantes, conjuga el "clamor" de 4, 10 (Gén 18, 20 y 21) con la esperanza de que en Abraham serán "bendecidas todas las tribus de la tierra" (Gen 18, 18; 12,3).

Y en efecto hace que Abraham trate de atajarle el paso a Yahvé (18, 23) que viene a destruir a Sodoma por haber escuchado el "clamor" de los oprimidos que de ella surge (18, 20-21. Por eso este teólogo no le cambia el nombre a Yahvé en Ex 3, 7-9: el Dios que interviene en el Génesis es el mismo Yahvé que escucha el clamor de todos los que sufren injusticia.

Ver: José P. Miranda, Marx y la Biblia.
crítica de la filosofía de la opresión

Ediciones Sígueme 1975
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