Sabado

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La blanca cigüeña,
como un garabato,

tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado

¡Yo creo en la esperanza...!
El credo que ha dado sentido a mi vida


4. El Cristo de mi fe

II. Descubrimiento de la Religión
Verdadera


3. Conciencia cristiana y marxismo

Queda también en pie, de mi trabajo "Tres actitudes constitutivas de la persona en la convivencia humana", la centralidad y la radicalidad del amor interpersonal abierto, la agápe (no un cerrado egoismo a dos o en grupo, sino la comunión interpersonal abierta). Sólo que este amor, en que realmente está la "salvación", no debe ser mal entendido, como lo ha sido frecuentemente entre nosotros, los cristianos

No tiene nada que ver con el blando conformismo, que haría inexorablemente de la religión del amor el "opio del pueblo". El amor cristiano, que es el mensaje de Jesús, plantea una dialéctica de amor y justicia, de interacción entre la esfera microsocial de ralaciones interpersonales primarias y la esfera macrosocial (política)de solidaridad y responsabilidades a escala de comunidad humana.

A mí Hegel me ha ayudado a comprender a Marx. Marx me ha llevado a redescubrir a Jesucristo y el sentido de su mensaje. Jesús y su mensaje me han hecho caer en la cuenta de que los cristianos no somos cristianos, de que la Iglesia Católica existente en la historia tiene poco de cristiano. Con esto me siento llamado a penitencia, metanoia, reconstrucción.

Para mí Hegel, dice Diaz Alegría ha sido un sabio, Marx un profeta, un retoño sui generis de Amós, de Jeremías y de Sofonías, el profeta mesiánico de la "sociedad sin clases"(Sof 3, 11-13).

Jesús es el Hijo de Dios, el Cristo en que yo creo.
La doctrina de Marx, que nunca podrá constituir un dogma ni para el cristiano auténtico ni para el marxista genuino, se plantea en el plano del análisis histórico, socioeconómico, político.

Jesús vive para el creyente en el plano de la fe y de la agape, del amor abierto con todos sus dinamismos. El cristianismo no puede convertirse en instrumento político del socialismo marxista. Pero tampoco puede convertirse en instrumento del "anticomunismo". Y, sin embargo, lo ha sido. ¡Y en qué medida!. Hasta convertir a la religión de los cristianos, vivida y actuada en la historia, más en opio del pueblo e instrumento de opresión e injusticia, que en lo contrario de eso.

Desde hace varios años, me he esforzado con todas mis posibilidades por reivindicar para los cristianos la libertad de conciencia que les es debida, para hacer sus opciones en medio de un mundo en que las injusticias y las opresiones claman a Dios.

La aceptación del análisis marxista de la historia, con los elementos de significación histórica de la lucha de clases y de necesaria superación de la propiedad privada de los medios de producción, en nada se opone a la fe y al evangelio...

Ver: José María Díez-Alegría, El Credo que ha dado sentido a mi vida. ¡Yo creo en la esperanza!
Desclée Brouwer 1972.
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