Teología de J. Ortega y Gasset


Hemos de recordar la crítica que hace Ortega y Gasset al acaparamiento de Dios que hacen las distintas religiones, sin darse cuenta de que "Dios es también asunto profano" (Dios a la vista II, 493) o que "no hay cosa en el orbe por donde no pase algún nervio divino: la dificultad estriba en llegar hasta él y hacer que se contraiga" (Meditaciones del Quijote I, 322).

Además de todo esto, Ortega insiste mucho en que hay que tener presente al sujeto receptor del mensaje, cosa que se olvida con mucha frecuencia al hacer teología. Dice así: "Presumir que la especie humana ha querido y querrá siempre lo mismo que nosotros sería una vanidad. No, dilatemos bien a lo ancho nuestro corazón para que coja en él todo aquello humano que nos es ajeno. Prefiramos sobre la tierra una indócil diversidad a una monótona coincidencia”.

San Pedro y San Pablo

Con esta amplitud de miras se hace teología hoy, al estilo de Pablo. Al no conocer a Jesús directamente, como los demás apóstoles, escribe Ortega, Pablo tuvo que pensarle, tuvo que reconstruirle con lo que le iban diciendo los que le conocieron. "De recordar a Jesús como San Pedro a pensarle como San Pablo, va nada menos que la teología.

San Pablo fue el primer teólogo; es decir, el primer hombre que del Jesús real, concreto, individualizado, habitante de tal pueblo, con acento y costumbres genuinas, hizo un Jesús posible... apto, para que los hombres todos, y no sólo los judíos, pudieran ingresar en la nueva fe. En términos filosóficos, San Pablo objetiva a Jesús. Se me dirá que, en el camino de Damasco, Jesús se reveló a San Pablo.

Ciertamente; camino de Damasco llegó a madurar la labor reconstructiva, que tiempo hacía ocupaba la mente del apóstol, y allá, cerca de Dareya, a la hora de un mediodía, consiguió elevar los datos sueltos a la unidad de un carácter, y, súbitamente, se le reveló Jesús en la perfección de su ser" (La visión de la historia.-San Pedro y San Pablo I, 155-158).

San Pablo tiene conciencia de la paradoja y el carácter subversivo del cristianismo. Por eso, no predica la buena nueva como cosa razonable, porque en tiempos de crisis, colige Ortega, predicar cosas razonables es perder la partida. Pero Pablo la predica y la recomienda con todo el aire de locura y absurdo que tiene, porque es un extremista.

Y para probar esta afirmación, saca a colación la epístola primera del mismo apóstol a los corintios donde dice: "Porque la palabra de la cruz, a la verdad, locura es para los que perecen: mas para los que se salvan, esto es, para nosotros, es virtud de Dios". Escuchen cómo este hombre vuelve el mundo del revés: "Porque escrito está: Destruiré la sabiduría de los sabios y desecharé la prudencia de los prudentes".

Ortega se pregunta ¿un alto burgués del Imperio que oyera leer esto qué pensaría? Pues que era un subversivo. "Y, sin embargo, eso que predicaba -el cristianismo- fue luego el más firme sostén de la sociedad" (En el tránsito del cristianismo al racionalismo V, 93, 105-106).
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