La alegría del Evangelio: Papa Francisco

span class="imagen">

El anuncio del Evangelio en el mundo actual

Capítulo Segundo

En la Crisis

I. Algunos Desafíos Del Mundo Actual

52. La humanidad vive en este momento un giro histórico, que podemos ver en los adelantos que se producen en diversos campos. Son de alabar los avances que contribuyen al bienestar de la gente, como, por ejemplo, en el ámbito de la salud, de la educación y de la comunicación.

Sin embargo, no podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día con consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento. El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la iniquidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad.

Este cambio de época se ha generado por los enormes saltos cualitativos, cuantitativos acelerados y acumulativos que se dan en el desarrollo científico, en la innovaciones tecnológicas y en sus veloces aplicaciones en el campo de la naturaleza y de la vida. Estamos en la era del conocimiento y de la información, fuente de nuevas formas de un poder muchas veces anónimo.

No a una economía de la exclusión

53. Así como el mandamiento de "no matar" pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir "no a una economía de la exclusión y la iniquidad". Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es iniquidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se como al más débil.

Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí estemismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del "descarte" que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son "explotados" sino desechos "sobrantes".

54. En este contexto, algunos todavía defienden las teorías del "derrame", que suponen que todo crecimiento, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de los quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indeferencia.

Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demas ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesía y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera.

Ver: Papa Francisco
La alegría del Evangelio
Exhortación apostólica
Evangelii gaudium
Volver arriba