La cigüeña sobre el campanario

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La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado

Capítulo XI
Clamor de lo Profundo
(Cont., viene del día 26 de marzo)

Pero esta vivencia honda, inconmovible, de confianza, que está a la base de mi oración, no me impide examinar la dificultad que nos plantea la presencia ingente del mal y el "silencio de Dios".

Ni comprendemos a Dios, ni entendemos la acción de Dios(que quizá no deba ser concebida como "acción"), ni podemos penetrar el misterio de su providencia.

Las más antiguas expresiones de Dios dicen que Dios es omnipotente. El monoteísmo bíblico está vinculado a la convicción de que sólo Yahvé lo puede todo. Mi confianza en Él, mi plegaria a Él, responden a esta fe. Pero probablemente hay que replantear radicalmenten la teología de esta omnipotencia (el esfuerzo reflexivo por acercarse, desde la fe, a este misterio).

Dios es omnipotente, pero no es un puedolo-todo. Lingüísticamente, la primera palabra resulta grandiosa, mientras que la segunda suena a banalidad y entrometimiento. Se ha concebido la omnipotencia de Dios como el poder de hacer cualquier cosa en este mundo (en el cosmos). Yo pienso que una omnipotencia así concebida no responde a la realidad de Dios.

Dios es el creador de todo lo visible y lo invisible,(estoy reflexionando sobre la fe de los que creemos), porque está al principio(y al fin), es el alfa y la omega. Pero es inimaginable para nosotros el cómo de la "acción" creadora. Quizá no sea acertado llamarla acción.
En la base de todo, hay un misterio de amor que no podemos comprender. Sería la fundamentación creadora. Pero su modo de inserción en el cosmos (su enganche con él) se nos escapa por completo.

En el plano de nuestro conocimiento empírico(experimental)
y científico, el despliegue de la realidad cósmica está regido por el azar y la necesidad. Esto es inherente al carácter evolutivo de la realidad mundana. Las cosas no son de otra manera. No pueden serlo. En la existencia humana interfiere un elemento de "responsabilidad". El desarrollo de la historia no es "natural", sino condicionado y azaroso.

Desde nuestro punto de vista, en el que estamos inexorablemente situados, y que no es en sí engañoso, es verdad que Dios no puede intervenir en cualquier momento, haciendo lo que le dé la gana. Que en otro nivel de realidad y de conocimiento, que se nos escapa, sea verdad que Dios es omnipotente (sin que podamos circunscribir este misterio), es otra cuestión.

Creemos en su omnipotencia y este es el fundamentos de una esperanza indestructible. Por eso nuestro corazón se eleva hacia El y lo invoca en cualquier coyuntura. Lo invoca con fe, con profundo sentimiento del misterio, sin ritos ni expectativas mágicas, incondicionalmente, con amor.

Ver: JM. Díez Alegría Rebajas teológicas de otoño
Ed Desclée de Brouwer 1980
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