tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
Violencia y no violencia
(Cont., viene del día 31 dic.2013)
A pesar del pavoroso incremento del terrorismo en nuestros días, a nivel planetario, es claro que el máximo de "violencia armada" en la historia contemporánea sigue siendo patrimonio de la moderna guerra internacional de carácter mundial( 1914-1918 y 1939-1945).
No se quiere caer en la cuenta, por parte de los "biempensantes", de que el empleo por Harry S.Truman de las bombas atómicas arrojadas sobre Hirosima (el 6 de agosto de 1945) y sobre Nagasaky (el 9 del mismo mes y año) constituyó una doble acción de terrorismo en el sentido más estricto del término. Y de una envergadura incomparable.
Teniendo en cuenta todo esto, se puede decir que quienes rechazan cualesquiera movimientos populares de guerrilla y, a la vez, mantienen una actitud de conformismo prácticamente total frente al moderno sistema de armamentos de los Estados, están inmersos en la más sangrienta de las contradicciones.
Respecto a las contiendas internacionales, hay que aplicar tambíen el principio de que su raíz está en violencias estructurales de carácter básicamente económico. En ese nivel habría que buscar el remdio. Por lo que atañe a la Iglesia, este asunto de la guerra descubre fallos muy graves del cristianismo histórico.
Muchos hombres de buena voluntad se preguntan si, a lo largo de la historia los cristianos que han tenido influjo y responsabilidad en el desarrollo de la misma han traicionado la vocación de paz, que es una dimensión esencial del mensaje bíblico y cristiano del Reino de Dios.
Hay un hecho penoso, curioso, interesante, trágico y grotesco a la vez. Y es que, a través de la historia, las comunidades cristianas de cada pueblo han aceptado sin crítica la legitimidad de las guerras de cada país. Por esta vía, todavía durante la guerra 1914-1918, los cristianos del bando aliado consideraban absolutamante legítima la guerra por su parte, y los alemanes y austríacos lo mismo por la suya. Cuando es evidente que, en una guerra, si uno de los contendientes podría proceder legítimamente, es imposible que puedan hacerlo los dos.
¿No es una de las sombras mas graves de la historia del cristianismo de carne y hueso su laxismo frente a la realidad de la guerra? ¿No hay un fallo de la conciencia cristiana, que en nada ha contribuido a modificar la actitud general de los hombres respecto a la violencia bélica? ¿Qué ha pasado aquí?
Los teólogos cristianos, concretamente Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII y sus grandes comentaristas del siglo XVI, plantearon una doctrina moral sobre la guerra: una doctrina de la "guerra justa", de las exigencias que una guerra ha de cumplir para ser justa.
Esta doctrina teológica tradicional de la guerra justa era una doctrina teóricamente matizada, cuyas exigencias resultaban severas. Si se hubiera aplicado con rigor y con objetividad, muy pocas guerras de las que los cristianos han llevado a cabo a través de los tiempos habrían podido ser consideradas como "justas". ¿Por qué la doctrina moral de los teólogos acerca de la guerra ha tenido tan poca eficacia histórica?
---Ver JM. Díaz-Alegría, Rebajas teológicas de otoño
Ed. Desclée de Brouwer 1980.