La cigüeña sobre el campanario

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La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado

¡Yo creo en la esperanza...!
El credo que ha dado sentido a mi vida


8. Desmitologización y recuperación de la esperanza

IV.- Celibato Por el Reino de Dios y Sexo

(Cont., viene del día 17)

(Estamos viendo los principios de la moral del sexo)

Tercero: Si la sexualidad, a cualquier nivel en que se haga sentir, ha de ir integrada en un amor interpersonal genuino y ha de ser depurada de la tendencia a reducir al compartícipe a "objeto" de explotación y goce, la sexualidad ha de ser vivida a todos los niveles en el respeto a la dignidad de la otra persona. Esto no es más que el principio del amor, visto por otra cara.

Estos tres principios aparecen concretamente reflejados en una serie de textos bíblicos muy bellos. La Escritura condena la prostitución y el adulterio en forma muy enérgica, pero describe el amor conyugal en términos de deliciosa frescura, ajenos de ese puritanismo gris e inhibitorio, con que toda una corriente de tradición tendía a concebir la "castidad conyugal"

Quiero recordar los textos que me parecen más inspirados:

Bebe el agua de tu aljibe,
bebe a chorros de tu pozo;
no derrames por la calle tu manantial
ni tus acequias por las plazas;
sean para tí solo,
sin repartirlas con extraños;
sea bendita tu fuente,
goza con la esposa de tu juventud :
cierva querida, gacela hermosa,
que siempre te embriaguen sus caricias
y continuamente te deleite su amor.
(Proverbios 5, 15-19)

No repudies a una mujer sensata,
su belleza vale más que corales
Eclesiástico 7, 19)

Sol saliente por las alturas del
Señor. La mujer bella en una casa
en orden; lámpara resplandeciente
en candelabro sagrado es un rostro
hermoso sobre un cuerpo esbelto;
columnas de oro sobre bases de plata
son piernas bonitas sobre talones firmes
(Eclesiástico 26,16-18)

La mujer hermosa ilumina el rostro
y sobrepasa todo lo deseable;
si además habla acariciando,
su marido ya no es un mortal;
tomar mujer es una fortuna,
ciudad fortificada, colunna de apoyo.
Viña sin tapia será saqueada,
hombre sin mujer gime a la deriva:
¿quién se fía de la soldadesca
que anda saltando de ciudad en ciudad?
tampoco del hombre sin nido
que se acuesta donde le coge la noche.

(Eclesiástico 36, 22-27)

Incluso San Pablo, que parece tener una visión algo parcial
y negativa del matrimonio, habla con calor del amor del hombre y de su mujer: deben amar los maridos a sus mujeres como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Pues a la propia carne nunca jamás hay quien la aborrezca; todo lo contrario, la alimenta y la cuida con cariño...Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne (Efesios 5, 28-29 y 31).

En la primera carta a los Tesalonicenses, la condena a la fornicación va unida con la idea positiva del respeto del cuerpo (de la persona corporal, humana), probablemente del copartícipe: "ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación; que os alejéis de la fornicación, que cada uno sepa poseer su cuerpo ("su cuerpo" probablemente es el cuerpo de su cónyuge)con santidad y decoro, y no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios.

Que nadie ofenda o explote a su hermano en este punto, pues el Señor se ocupará de todo esto, como os lo dijimos ya y atestiguamos, pues no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad. De manera que quien desprecia esto, no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os da el don de su Espíritu Santo" (1 Tesalonicenses 4, 3-8). Igualmente la primera carta de San Pedro (3,7) exhorta a los maridos a tratar con comprensión y con honor a sus mujeres.

El obispo anglicano John A.T. Robinson, en su obra "But that can't believe" (Pero yo esto no lo puedo creer), hace algunas consideraciones llenas de sabiduría sobre la aplicación del principio del amor a la moral sexual en el contexto social contemporáneo. (El próximo martes trataremos
lo que dice este obispo.

Ver: José Mª Díez-Alegría, ¡Yo Creo en
la esperanza!
Desclée de Brouwer 1972
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