La matanza de los pobres 2



¡No se lleven a mi niño!

Muchas han sido las formas empleadas por los
militares para someter amedrentar a la población
campesina. La desaparición de jóvenes en la noche
y su aparición días después, asesinados, ha sido la más frecuente en estos años.

Pero en 1982 comenzaron también a "desaparecer" niños pequeñitos, al término de los violentos
operativos del ejército. Hasta ahora no han
aparecido estos niños. En honduras, en los refugios
salvadoreños, mujeres jóvenes, como la que narra
esta historia, trataban desesperadamente encontrarlos

Cuando empezó la balacera (tiroteo)nos fuimos para el río Sumpul. Estaba bien crecido el río cuando yo me decidí a tirarme y me zafé. Pero cuando ya iba por lo más crecido del río, sentí que el niño se me lo iba halando (tirando hacia sí)el agua. Sentí una gran angustia, pero logré llegar a la otra orilla. Después salimos para abajo por un monte y allí estuvimos tres días.

Entonces llegaron los soldados y nos decían: ¡Párense, párense! ¡Somos compañeros de ustedes!
Pero no nos quisimos parar y salimos corriendo. Así que ellos miraban que la gente no se paraba, le tiraban la balaceras. Y después que yo me tiré de un brinco fue cuando me agarró la mano un soldado y me dijo: ¡Si tú corres te mato!

Entonces yo me quedé allí parada y vi que otros traían a mi mamá. Y fueron agarrando gente y más gente, mujeres con sus hijos, y nos llevaron arriba en un bosque.
Cuando estuvimos allá en el monte es cuando nos dijerosn que iban a enviar un helicóptero "para traer a los niños" dijeron. Vino el helicóptero y se fue con el primer grupo de niños. Lo llenaron de niños que lloraban. Y se fue.

En el segudo viaje hallaron a mi niño. Yo lo tenía bien chinchado. Entoces me dijeron:

_El niño se va a ir.
_¡No! ¡El niño no se lo doy porque es el único que tengo! ¿Y cómo se lo voy a dar si estoy decidida? Si quieren, mátenme, ¡pero mátenme con el niño! Me quedo más a gusto y no ver que queda sufriendo con ustedes...
_El niño no va a sufrir, va a ir bien cuidado! Este niño va a servir para el gobierno
_¡Ah no, el niño no se lo doy
_¡El niño viene si querés, y si no también!
Y agarraron a mi niño. Yo me fui detrás y se lo llevaron. Lo subieron al helicóptero. Yo se lo pedía llorando y me dijeron:
_¿Qué venís a hacer, vieja puta?
Y me empujaron y yo caí en el suelo. Después llegó mi mamá y les dijo que se lo dieran. Y entonces le pegaron y y la pescozaron.
-¡Cálle, no es de usted!
Y no quisieron dárnoslo. Sólo preguntaban por la edad para ponerlos en tratamiento, dijeron, para que creciera ligero para mandarlo a Estados Unidos.
Gente grande casi no se llevaron, sino sólo a los niños aunque fueran de un día. Pero a la hembras se las llevaban sólo de cinco años para arriba. Dijeron que a los niños se los llevaban a la Colonia San Martín.
_Después, al crecer los vamos a mandar a Estados Unidos
Esto pasó en un cerrito cerquita de la iglesia de Manaquil en el departamento de Chalatenango en los primeros días de junio. Mi niño tenía seis meses. Ahora ya tiene ocho. Yo tengo diecisiete años. Yo sólo llorando por él paso. Y tal vez lo logre volver a ver alguna vez más. (Carta a las Iglesias, núm 25, agosto 1982).
María López Vigil/Yon Sobrino
La matanza de los pobres
Ediciones HOAC 1988

Mons. Oscar Arnulfo Romero arzobispo de El Salvador sufrió esta situación y el martirio; a él le dedicó Pedro Casaldáliga este poema:

El ángel del Señor anunció en la víspera...
El corazón de El Salvador marcaba
24 de marzo y de agonía.
Tú ofrecías el pan
el triturado cuerpo de tu pueblo:
su derramada Sangre victoriosa,
la sangre campesina de tu pueblo en masacre¡que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada!

El ángel del Señor anunció en la víspera
y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte;
como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de
de tu pueblo.

Y se hizo vida nueva
¡en nuestra vieja Iglesia!

Estamos otra vez en pie de testimonio,
¡San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro!
Romero de paz casi imposible en esta tierra en guerra
Romero en flor morada de la esperanza incólume de
todo el Continente
Romero de la Pascua latinoamericana

Pobre pastor glorioso
asesinado a sueldo
a dólar
a divisa
Como Jesús, por orden del Imperio.
¡Pobre pastor glorioso
abandonado
por tus propios hermanos de Báculo y de Mesa...!
(Las curias no podían entenderte:
ninguna sinagoga bien montada puede entender a
Cristo).

Tu pobrería sí te acompañaba,
en desespero fiel,
pastor y rebaño, a un tiempo, de tu misión profética.
El pueblo se hizo Santo.
La hora de tu pueblo te consagró en el kairós.
Los pobres te enseñaron a leer el Evangelio.

Como un hermano herido
por tanta muerte hermana,
tú sabías llorar, solo, en el Huerto.
Sabías tener miedo, como un hombre en combate,
¡pero sabías dar a tu palabra, libre, su timbre de
campana!

Y supiste beber
el doble cáliz
del altar y del pueblo
con una sola mano consagrada al Servicio.
América Latina ya te ha puesto en la gloria de Bernini
-en la espuma- aureola de sus mares,
en el retablo antiguo de los Andes alertos,
en el dosel airado de todas sus florestas,
en la canción de todos sus caminos.
de todas sus trincheras
de todos sus altares...
¡En el ara segura del corazón insomne de sus hijos!
San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro:
¡nadie
hará callar
tu última homilia!

Pedro Casaldáliga, obispo poeta-profeta
en Me llamarán subversivo
Lóguez Ediciones 1988
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