La paloma sobre el campanario

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La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado

Capítulo V
El Rollo Trinitario de Nicea

Si alguno de mis lectores, dice JM Díez-Alegría, es timorato, le rogaría que no me tenga por blasfemo por haber puesto este título al presente capítulo. Yo no digo que la Santísima Trinidad sea un rollo. Líbreme Dios. La Trinidad es un misterio incomprensible

Lo que es un rollo, digo yo, es la formulación trinitaria del Concilio de Nicea. San Agustín dijo que sus palabras eran "vocablos paridos". Yo digo que son un rollo. Poco más o menos, es lo mismo. Lo que ocurre es que las palabras con que tratamos de expresar el misterio de Dios son palabras analógicas, que no encierran y delimitan lo que intentan alcanzar, sino que lo persiguen.

La fe es una especie de adivinación poético-emocional en la praxis. "A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor alcanza plena realización entre nosotros(1 Juan, 4, 12).

Las expresiones de fe nunca son exactas. No nos pueden transmitir analíticamente(estáticamente)el contenido de la fe. Su valor estriba en que resulten vivamente sugerentes, en que nos intriduzcan, más allá de ellas mismas, dentro del claroscuro del misterio, que sólo se capta de algún modo, siempre fugaz, en la emoción.

Desde este punto de vista, no hay dificultad en que muchos podamos decir que las palabras del credo de Nicea para nosotros son palabras sin vida, que no nos sirven para expresar y comunicarnos nuestra fe. No digo que sean falsas, sino que para mí están muertas. Quizá para los padres de Nicea eran vivacísimas, pero para muchosde nosotros no lo son. Haremos bien, por tanto, dejándolas de lado, sin rechazarlas ni negarlas.

No tenían razón los obispos alemanes cuando echaban en cara a Hans Küng que, en su libro "Ser cristiano" no hablase con los términos del concilio de Nicea. Sin embargo H.Küng afirma suficientemente la absoluta transcendencia del hombre Jesús, su relación incomparable con el Padre, tan real, tan única, tan misteriosa e identificadora, que ni la podemos comprender, ni nos podemos permitir analizarla. Yo creo que con esto expresa una fe que es en sustancia la misma de los apósteles.

El autor(o autores)del Evangelio de San Juan, como culminación de toda su teología, ponen en boca de Jesús esta declaración:"Yo y el Padre somos uno"(Juan,10, 30) El sentido de la afirmación es práxico(vitalmente ético), no metafísico. Aquí el marco cultural parece ser enteramente semítico; nada griego.

JM. Diez-Alegría, Rebajas teológicas de otoño
Ed Desclee de Brouwer 1980
Ver también mi libro:

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