Todos podemos ver la estrecha relación entre el pan que alimenta a las multitudes y el pan que consagrado en la eucaristía alimenta al pueblo cristiano.
Efectivamente, ¡son catequesis eucarísticas!
Así como aquella multitud se agolpaba para escuchar a Jesús y luego fueron saciadas con el pan compartido y repartido... De igual modo, el pueblo de Dios se reúne en torno al altar para escuchar la Palabra de Jesús y para recibir el alimento que sostiene su vida cristiana y alimenta su alma: el pan consagrado, Cristo eucaristía.
Y así como en la multiplicación de los panes y los peces el Señor:
"El, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente."
De igual modo, en la eucaristía el sacerdote que actúa en la acción litúrgica como Cristo-cabeza pronuncia la bendición sobre el pan y el vino convirtiéndose en el cuerpo y la sangre de Cristo. Como hizo con los discípulos, Jesucristo pone su cuerpo en manos del sacerdote para que se los sirvan a su pueblo.
¡Bendito alimento del cielo que nos das la vida, nos la sostienes y alimentas!