Cuenca: 11-13 Marzo: Biblia y fe, ateos y cristianos

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El Prof. Antonio Piñero y un servidor tendremos la primea ponencia, con el título: ¿El estudio de Biblia nos lleva a la fe o al ateísmo? Evidentemente, el texto de mi ponencia lo presentaré entonces, pero he querido adelantar ya aquí algunas reflexiones introductorias, distinguiendo algunos tipos de lectura de la Biblia, en la línea de eso que suele llamarse “hermenéutica”, que es el arte de la interpretación de un texto cultural y religiosamente importante como es la Biblia (mirada aquí desde un punto de vista cristiano, dejando por ahora a un lado a los judíos, que siguen siendo lectores privilegiados de la Biblia).

Empiezo suponiendo que los métodos científicos (crítica literaria, histórica etc) siguen siendo primordiales, pero no son suficientes, pues la Biblia quiere ofrecer un mensaje que va más allá de la pura ciencia. En ese sentido podemos hablar de varias hermenéuticas o interpretaciones posibles, que varían conforme a la manera que tengamos de entender nuestra existencia (en plano indivi¬dual o social). En esa línea, llamaremos “no creyentes” a las formas de hermenéutica que han tomado el evangelio como un texto que no ofrece plenitud o salvación para los hom¬bres. Llamaremos, en cambio, “creyentes” a las formas de herme¬néutica que acogen la voz del evangelio como buena y creadora para los hombres y mujres. A partir de aquí, siguiendo una división en parte convencional, distinguiremos varios tipos de lectura, destacando así también aquello que estamos llamando el pluralismo del evangelio.
1. Lectura no cristiana y negativa.
Es la de aquellos que han entendido la Biblia como palabra destructora: es voz que impide que el hombre se realice de verdad, en clave de creativi¬dad ¬social y autonomía. Por eso, si queremos culminar nuestra existencia como humanos debemos rechazar la Biblia (o , por lo menos, al Cristo de la iglesia), rechaz¬ando y superan¬do su mensaje.
En esta línea se situaría el Nietzsche combativo, pregonero de aquello que pudiéramos llamar "el evangelio de Diónisos" como opuesto al de Cristo. Ciertamen¬te, Nietzsche ha defen¬dido de algún modo la figura de Jesús, tal como él mismo la interpreta dentro de la historia. Habría sido un místico anarquista del amor que no ha sabido enfrentarse con las fuerzas malas de la tierra, un verdadero "idiota" en el sentido "positivo" que ese término recibe en Dostoiews¬ky. Pero, al mismo tiempo, ha rechazado con gran indignación al Cristo de los evangelios de la iglesia. e¬llos serían "dys-angelio¬n" (mala nueva de someti¬miento y sacrificio) más que buena nueva sobre el reino de los hombres libera¬dos que logran realizarse con poder sobre la tierra.
En una línea semejante se sitúan a mi juicio algunos marxistas clásicos que miran a Jesús con simpatía, pero luego rechazan el camino de su iglesia. Así podrán decir. Jesús sí, pero Cristo no. De manera general, ellos defienden a Jesús por su bondad y sencillez interna, por su amor universal y su manera de aliarse con los pobres. Pero luego le condenan o rechazan como "Cris¬to". No pueden aceptar como evangelio universal su forma de entender y preparar el reino, tal como después ha sido reasu¬mida por la iglesia.
Más radical resulta a mi entender el rechazo de aquellos que pudiéramos llamar los neopaganos y, sobre todo, agnósticos de nuestro tiempo. En el fondo, ellos defienden una vuelta a los dioses (o no dioses) de la vida, del cosmos o la fuerza, por encima del Jesús del evangelio… O simplemente callan, diciendo “no sabemos”, sólo nos queda la razón interrogante. En esta perspec¬tiva se podrían situar autores tan diversos como W. Reich y A. Danielou, F. Savater y W. F. Otto, aun cuando algunos hayan intentado también "recuperar" al Jesús de la historia en el contexto de sus propias perspecti¬vas. Sea como fuere, el Jesús bíblicao que la iglesia ha transmitido a través del evangelio como el Cristo de los hombres les parece equivocado y destructivo.
2. Hay una lectura no cristiana pero positiva de la Biblia.
Ésta es la lectura de muchos que toman la Biblia como un libro culturalmente muy importante, que ha marcado la historia de occidente, pero que no es ya fuente de fe, ni principio principal de vida para los hombres, que deben buscar otro tipo de racionalidad, otro tipo de cultura, que no se base ya en revelaciones religiosas.
En una línea distinta se sitúan gran parte muchos hombres y mujeres que toman la Biblia como “un” libro sagrado entre otros (como el Corán o el Tao). Muchos de ellos entronizan (o pueden entronizar) a Jesús y a la Biblia entre los iluminados (o los dioses) de su propio panteón sagra¬do. Pero normalmente difumi¬nan su figura y la interpre¬tan de manera espiritualizan¬te, como si el Tao y el Evangelio de Juan fueran en el fondo iguales. . En ese aspecto pueden asumir diversos elementos de los mismos evangelios (sermón de la montaña, todo Jn) al lado de sus propias tradicio¬nes religio¬sas, expresadas por ejemplo en textos como la Bagavad Gita.
También pueden recibir gran parte de los evangelios los creyentes musulmanes más profundos, que han mirado a Jesús como el mayor de los profetas anteriores a Mahoma. De manera prefe¬rente ellos le entienden partiendo del Corán, en la línea de las propias tradiciones musulmanas. Pero pueden asumir también gran parte de nuestros evangelios, reinterpre¬tándolos a partir de su propia tradición profética.
Finalmente, podemos resaltar como positiva la lectura evangélica de aquellos nuevos marxistas (como E. Bloch, Machovec o Garaudy) que, sin aceptar todos los rasgos de Jesús, valoran positivamente su actitud de compromiso escatológico. Jesús sería para ellos prototipo del revolucionario utópi¬co, del hombre que plantea en forma religiosa (idealista) la exigencia real del cambio de la historia. En ese aspecto deberíamos tomarle como a un precursor del auténtico marxismo.
3. Algunos hablan actualmente de unas lecturas cristianas pero no eclesiales (o al menos no eclesiásticas) de los evange¬lios.
Esta es la postura de muchos que se dicen creyentes, aña¬diendo que se encuentran dispuestos a seguir el camino de Jesús en su evangelio. Más allá de los materialistas, ellos interpretan a Jesús como presencia de Dios o como mensajero final de buena nueva. Desbordando el nivel en que se mueven musulmanes o espiri¬tualistas del oriente¬, ellos confie¬san que Jesús es "Hijo de Dios Padre", Dios entre noso¬tros. Es más, ellos aceptan de algún modo la exigencia eclesial¬ que está ligada a Jesucristo. Afirman que el mensaje radical del evange¬lio hay que vivirlo y expresarlo en ámbitos sociales, de encuentro comunit¬ario. Pero después rechazan nuestras estructu¬ras eclesiás-ticas concretas, que a su juicio desvirtúan el mensaje y la esperanza de Jesús, el Cristo.
Algunos de estos cristianos sin iglesia parecen moverse, de algún modo, en la línea de la tradición de "libre examen" de Lutero y los creyentes protestantes. Cada uno ha de entender el evangelio a su manera, en un camino que no puede hallarse controlado por instancias exteriores. Actualmente son bastantes los católicos que empiezan a expresarse de esa forma, sin hacerse por eso protestan¬tes. Dicen que la iglesia ha congelado la Biblia, convirtiéndola en palabra impositiva, norma externa. Lógicamente, para superar la norma y calentar (descon-gelar de nuevo) la Palabra de Jesús quieren romper las actuales estructuras de la iglesia. Pero hay otros creyentes que protestan en contra de la iglesia a partir de otro motivo. Piensan que ella no defiende los derechos de los pobres, de manera que ha venido a levantarse de algún modo en contra de la misma experiencia y exigencia radical del evangelio.
Estos últimos tienden a decir evangelio sí (Biblia sí), pero esta iglesia no. Actúan así porque quisieran lograr el surgimiento de una iglesia más comprometida a partir del evangelio. Critican la que existe hoy día porque buscan otra diferente, en la línea de un mayor espiritualismo o cercanía comunitaria. Por eso formar muchas veces grupos o sectas que se independizan oficialmente de las grandes iglesias, para iniciar su propio camino de seguimiento de Jesús.
Hay otros cristia¬nos que no dejan la iglesia oficial, no rompen con ella en modo alguno, pero quisieran conduci¬rla a un tipo nuevo de compromiso político en favor de los pobres de la tierra. En esta perspectiva se sitúan muchos fieles y aún (obispos) que se mueven en la línea de eso que podríamos llamar la "teología de la liberación". Por amor al evangelio, y desde el mismo centro de la iglesia actual, ellos intentar transformar¬la, a fin de que se vuelva hermana y servidora de los pobres de la tierra.
Hay, finalmente, otros creyentes que se llaman cristianos y que quieren leer e interpretar el evangelio de una forma totalmente "carismática", sin aceptar ninguna forma de estructu¬ra o jerarquía. Así forman una serie de iglesias "libres", grupos de fieles entusiastas que se sienten vinculados desde la experien¬cia de amor y libertad total de Jesucristo. Estos grupos, sin má conexión que el entusiasmo libre, vendrían a ser el único lugar donde se puede interpre¬tar y comprender de verdad el evange¬lio. Pues bien, en contra de esa perspectiva, y por fideli¬dad al camino de Jesús, pensamos que resulta necesa¬ria una hermenéuti¬ca social (ecle¬sial) del mismo evangelio.
4. Hay una lectura cristiana y eclesial de la Biblia.
Es lectura positiva pues lo entiende como voz de libertad y plenitud para los hombres. Es cristiana porque entiende a Jesús como m¬esías, la revelación definitiva de Dios, el Cristo de la historia. Es finalmente eclesial porque supone que esa vida y voz del evangelio sólo puede entenderse y practicar¬se plenamente en unidad comunita¬ria, como iglesia. Tres son actualmente, sus formas principales.
− Los cristianos ortodoxos acentúan el carácter litúrgico y sacral de esa lectura; el evangelio alcanza su plena dignidad cuando se viene a proclamar en asamblea, como expresión de la presencia de Cristo entre los hombres.
− Los protestantes de las grandes iglesias históricas (luteranos, reformados, anglicanos, metodistas...) se han fijado más en el momento de acogida personal de la palabra, como ya hemos indicado; pero, en la línea de su tradición, ellos destacan también este elemento eclesial , comunitario, que nosotros estamos presentando.
− Los católicos parecen haber acentuado el aspecto normati¬vo en la lectura eclesial del evangelio. Por eso ellos se encuentran ahora más comprometidos con la urgencia de libera¬ción social que brota de la misma Palabra originaria de Jesús. Pienso, sin embargo que esta lectura católica puede asumir y asume de hecho los valores de las perspectivas anteriores (ortodoxa y protestan¬te).
5. Conclusión
Todo lo anterior es una pura introducción. Seguiremos hablando del tema, antes de la reunión de Cuenca 2010, sobre Creyentes y Ateos, en torno a la Biblia.