Encuentro mundial / ocho familias de Cristo

Se está celebrando en Dublín (21-26.8.18) el encuentro mundial de familias cristianas, y ésta es buena ocasión para recordar algunos rasgos de ocho tipos de familias de Cristo.

El tema parece sencillo: Se dice que Jesús fue un judío piadoso, de buena familia … Pero tan pronto como entramos en la trama de su vida y de su “movimiento” mesiánico vemos que él ha tenido y suscitado (de modo inmediato o mediato) varios tipos de familia, como indicaré a continuación de un modo telegráfico, para ocuparme después de algunos de sus “familiares” (hermanos), que fueron importantes en la Iglesia primitiva

1. Una foto de familia. Cinco hermanos, dos hermanas (Mc 6, 3)


Me gustaría imaginar la foto de familia de Jesús, con cuatro hermanos (Santiago, Josefo, Judas y Simón) y, al menos, dos hermanas (cuyo nombre no ha "querido" recordar el san Marcos). Ésta que presento es quizá convencional: Están los siete hermanos, ellos y ellas, modosos, sobre todo las hermanas (Jesús debe ser el primero de la izquierda, seguido de Santiago). María y José no salen, ésta es sólo una foto de hermanos.

¿Qué significa que Jesús haya nacido en el seno de una familia extensa de "hermanos", quizá de varios tipos, no sólo de sangre inmediata, sino de primos, allegados...? ¿Cómo relacionar los hermanos de origen (carne) de Jesús con sus hermanos mesiánicos, enfermos, pobres, encarcelados, la familia del Jesús de la patera?

Quisiera ver a Jesús como niño que crece y se independiza (rompe con un tipo de pasado), entre hermanos y hermanas, en un contexto de amor y conflicto creativo.
Ciertamente, le puedo imaginar como hijo de padres piadosos; pero esos padres han podido ser también conflictivos, por lo que sabemos de José, y de la trama, al parecer “irregular” del nacimiento de Jesús.

Como indicaré en la segunda parte de esta postal, Jesús fue hermano entre siete magníficos hermanos, pero buscó la voluntad de Dios de un modo que acabó siendo conflictivo, rompiendo incluso con sus mismos padres y distinguiéndose mucho de otros hermanos como Santiago.

2. Familia simbólica, una experiencia de misterio



Presenté en la postal de anteayer el icono conmemorativo de este Encuentro Mundial de Familias de Dublín, con la figura Jesús, María y José, recreado a partir de la Trinidad Angélica de A. Rublev. Es una imagen buena, pero recorta e idealiza la realidad concreta de los “hermanos” de Jesús, tanto los de carne y sangre (bien recordados por Marcos y Pablo), como los de evangelio: Todos los que cumplen la voluntad de Dios, los hambrientos y sedientos (eso que llamaré la familia de patera) son sus hermanos.

José debió morir pronto, pero Mt 1-2 le presenta como símbolo del auténtico Israel, que se ha convertido al Mesías Jesús, acogiendo y preparando su llegada. Por su parte, María (criticada en el fondo por Marcos, por formar parte del grupo de los hermanos de Jesús en la Iglesia) terminará apareciendo en el conjunto de tradición evangélica (Mateo, Lucas y Juan) como expresión y realidad más honda de la familia de Jesús, en clave de acción del Espíritu Santo y de fidelidad cristiana.

3. Los que cumplen la voluntad de mi Padre, esos son mi hermano, mi hermana y mi madre (Mc 3, 31-35 par).


La tradición cristiana recuerda con enorme nitidez la disputa que se dio en la primera iglesia sobre la identidad de la familia de Jesús, en el contexto de un judaísmo patriarcal, donde hubiera sido consecuente que los familiares de Jesús hubieran formado un “califato”, como el que surgió más tarde en el Islam.

Tanto Pablo como Marcos (y en otro plano Mateo, Lucas y Juan) mantienen recuerdos o girones de ese “califato”,
por la autoridad que en las iglesias tuvieron o, al menos, postularon, algunos “hermanos” de Jesús, dispuestos a heredar su “poder espiritual” y social (mesiánico), para dirigir la iglesia tras la pascua.

Pablo valora a esos “hermanos de familia” de Jesús, pero se opone a su pretensión de califato mesiánico. En esa línea, Marcos (y tras él Mateo, Lucas y Juan, con tonos y subtonos distintos) rechazan también ese “califato” (la autoridad mesiánica de los hermanos de sangre de Jesús), afirmando de manera taxativa que todos los creyentes (los que cumplen la voluntad de Dios, según Jesús) son su hermano, su hermana y su madre. Eso significa que cada creyente es autoridad suprema en la Iglesia.

4. Familia íntima. ¿Mujer e hijos de Jesús?



Desde tiempo muy antiguo (al menos desde Mateo, Lucas y Juan) la iglesia ha puesto de relieve la función simbólica de María, la madre, no de José, el José, en el despliegue y en la identidad de la Iglesia, en la línea del surgimiento (origen y sentido) de la familia mística mesiánica de Jesús.

Por otra parte, los evangelios conservan y destacan, con toda naturalidad y frescura las relación personal profunda de Jesús con hombres, mujeres y niños de su entorno,
de manera que él aparece como hombre de familia. En esa línea se ha podido decir que él sentía un afecto especial por María Magdalena, llegando a decirse a veces que eran pareja, marido y mujer, casados.

El Nuevo Testamento no ofrece una respuesta tajante a ese tema, de manera que en principio Jesús podría haberse casado. Pero desde la perspectiva de su mensaje (y desde la misma historia), conforme a lo que he puesto de relieve en la Historia de Jesús, parece mucho más probable que fuera célibe, no sólo por su relación abierta con todo tipo de personas (sin una o dos que fueran más íntimas, como mujer e hijo? , sino también, y sobre todo, por el tema del “califato” ya evocado.

Hubo en la iglesia primitiva un interés “enorme” por capitalizar la herencia de Jesús, como he puesto de relieve al hablar de sus hermanos. Pues bien, en ese contexto, la iglesia en general ha respondido que “todos” los creyentes eran y son hermanos-hermanas y madres de Jesús (retomando posiblemente sus palabras históricas). Si hubiera estado casado, no hubiera hablado así, pues su esposa y sus posibles hijos hubieran sido herederos especiales de su mensaje y Reino, cosa que no ha sucedido en la historia primitiva de la iglesia.

5. Mis hermanos más pequeños, una familia de patera


La iglesia ha descubierto muy pronto (a los pocos años de morir Jesús) que sus hermanos (familia) no son sólo los que cumplen la voluntad de Dios (sus compañeros en la tarea del Reino), sino de un modo especial los pobres y enfermos, los excluidos, sin casa y familia, como ha puesto de relieve Mt 25,31-46.

Ciertamente, Jesús ha valorado la “fidelidad esponsal”, como ha puesto de relieve Mc 10, 2-11 par, un texto clave en su visión de la familia (y en su manera de valorar el matrimonio como experiencia de la fidelidad de Dios); pero, al mismo tiempo (y en un sentido antes que esa misma fidelidad), el evangelio ha puesto de relieve el carácter abierto de su relación con la gran familia mesiánica, en la que se incluyen de un modo especial los niños sin familia, los enfermos y distintos de la sociedad, los hambrientos, exilados y los encarcelados, con los distintos sexuales (los eunucos...).

En esa línea, la familia de Jesús está formada por los pobres y excluidos , y de un modo especial por aquellos que cumplen, con él y como él, la voluntad del Dios Padre universal... Pero no podemos olvidar que, en su origen, él formaba parte de una familia concreta, que él quiso ampliar, hasta formar, a partir de ella, su familia universal de buscadores de Dios.

6. Familia eclesial. La Iglesia novia


Muerto Jesús, desde la experiencia de su comunidad, de un modo sorprendente, ya muy pronto, a los pocos años de la pascua cristiano, Pablo presenta a la Iglesia como novia o esposa casta del Cristo (1 Cor 11, 2), retomando un motivo que aparece en varios estratos del Antiguo Testamento, donde Dios se muestra como Esposo/Padre de Israel, y el pueblo como Esposa/Hija de Dios.

Ese es un motivo que debe reinterpretarse de un modo radical, desde la nueva visión del evangelio, donde el mismo Pablo afirma en sentido originario que ya no hay varón ni mujer (esposo ni esposa…), todos somos uno en Cristo. Pero la Iglesia en su conjunto no ha tenido el valor o inspiración necesaria para reinterpretar desde la pascua de Jesús esas palabras, de manera que ha terminado presentando al Cristo como Esposo y a la Iglesia (y en especial a las mujeres casada) como esposa, en una línea esbozada y superada críticamente por Ef 5.

Los hombres aparecen así (y en particular las mujeres) como esposas del Cristo, conforme al motivo simbólico de las “diez vírgenes” (Mt 25), que ha sido elaborado de un modo especial (y a veces poco crítico) por un tipo de experiencia mística que la Iglesia ha “especializado” para mujeres.

7. Compañía o milicia de Jesús, una Sociedad apostólica


Frente a ese modelo de familia de Jesús, representa por “mujeres” novias/esposas (que ha podido poner de relieve, de un modo críticamente genial San Juan de la Cruz), los jerarcas de la Iglesia han tomado muchas veces el signo del “esposo”, de manera que los obispos (pastores por su cayado, reyes por su corona) han podido presentarse como novios/esposos de la Iglesia (casados con ella, con anillo y todo), fundando en esa base su mismo celibato.

Pues bien, en ese contexto resulta quizá más significativo el modelo de San Ignacio de Loyola (propio de los jesuitas), donde los “enviados” (misioneros) de la Iglesia aparecen como “compañeros” de Jesús (ellos, varones, no las mujeres…). Ese modelo sigue siendo fundamental, y puede aplicarse en tiempos de crisis, como germen de una gran "milicia" evangélica, en la línea de eso que suele llamarse la Iglesia militante. Por eso invitaba a los jesuitas (y en el fondo a todos los cristianos) a realizar el viaje frustrado de Ignacio y de sus primeros "compañeros" (militantes) a Jerusalén, para encontrar y seguir desde allí las huellas de la familia de Jesús.

8. Tema abierto: Celibato ministerial, castidad consagrada, familia para los que no tienen familia…



Las reflexiones anteriores nos sitúan lejos de una visión “ministerial y ascética” del celibato, entendido en forma de compromiso especial por Jesús, propio de los “mandos” de la Iglesia, dejando así el matrimonio par la “clase de tropa” (San Josemaría Escribá, Camino). Ciertamente, son pocos los que afirman ya que el matrimonio y otros tipos de familia son un “consuelo” para la “clase de tropa”, pero a mi juicio queda por hacer un planteamiento más hondo y evangélico sobre la familia o familias de Jesús, en la línea de las reflexiones anterior.

Sin duda, tiene sentido un celibato ministerial, entendido como libertad para el evangelio y como solidaridad con los más pobres…, en la línea de los Eunucos para el Reino de Mt 19. En esa línea se ha podido hablar de una castidad consagrada, como experiencia transformación interior en el amor, y de apertura solidaria y plena hacia aquellos que no tienen familia, en la línea de 1 Pedro, donde se presenta a la iglesia como casa o familia para aquellos que no tienen familia o casa.

Pero al mismo tiempo es muy importante el matrimonio por el reino, en forma de comunicación personal en el amor, en sus diversas formas, desde las perspectivas que abre el evangelio de Jesús y la misma sociedad actual, como deberá precisar este Encuentro Mundial de Familias de Dublín (agosto 2018)


2. ANEJO. PRIMERA FAMILIA DE JESÚS


Desde el fondo anterior quiero presentar dos rasgos o reflexiones que nos ayudan a entender la familia de Jesús.


a) Una escena de la infancia de Jesús que se deja “perder” en el Templo buscando la voluntad de Dios, enfrentándose para ello con sus padres, separándose de sus hermanos... En ese contexto se plantea el tema de las relaciones de generación y de fraternidad difícil, con lo que implican de recuerdo hermoso, de ruptura y quizá de recreación (en una perspectiva distinta, en lo que será la Iglesia o comunidad más extensa de hermanos de Jesús).

b) Una reflexión sobre Santiago, el hermano más "saliente" de Jesús, su familiar más conocido. Ese Santiago, tan distinto de Jesús, enfrentado con él y luego creador de una Iglesia en la que algunos piensan que quiso manipular su identidad constituye una figura esencial de la Navidad ampliada. ¿Cómo pudo tener Jesús un hermano así, que pareció incluso “aprovecharse” de Jesús para fundar una Iglesia distinta?



1. JESÚS SE DEJA PERDER EN EL TEMPLO

La tradición de Lc 1–2 ha situado a Jesús en un contexto de piedad sagrada israelita. Así aparece no sólo en los relatos de la “purificación y LA presentación” (Lc 2, 21-40), sino, de un modo especial, en la historia edificante del “niño perdido y hallado en el templo” (Lc 2, 42-50; cf. 1 Sam 2-3). En ella se supone que Jesús conocía las tradiciones de Israel y era capaz de dialogar con los sabios, buscando su propio camino:

El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él. Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando." Él les dijo: "Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?". Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos (Lc 2, 40-51).

- La escena, de tipo simbólico, destaca la piedad de los padres y la ciencia de Jesús, muchacho sabio, dialogando con los maestros de Jerusalén. Esa historia parece indicar que conocía cosas que no se aprenden por tradición de familia o de escuela, sino por reflexión y decisión interior (cf. Lc 2, 40). Jesús aparece casi como “niño prodigio” o como adolescente sabio que, a los doce años, cuando un judío se vuelve responsable de sí mismo, obligado a cumplir los preceptos de la Ley, dialoga con los sabios del templo de Jerusalén, como un “bar” o “ben” “mitzvah”, un “hijo de los mandamientos”.

- Los niños judíos actuales celebran esa fiesta de mayoría de edad a los doce/trece años. No se sabe cómo y cuándo se celebraba exactamente en tiempos de Jesús, pero es claro que Lucas quiere evocar un tipo de celebración donde Jesús aparece, en su mayoría de edad, como alguien que puede responder y responde de sí mismo, como un “niño sabio” que permanece por unos días en Jerusalén (en la casa de su Padre Dios), para volver, sin embargo, con sus padres a Nazaret, creciendo así en sabiduría de las cosas de Dios. Sobr el trasfondo del tema: N. Krückemeier, Der zwölfjährige Jesus im Tempel (Lk 2.40-52) und die biografische Literatur der hellenistischen Antike, NTS 50 (2004) 307-319.


a. Comparación con F. Josefo.

Una anécdota semejante aparece en la autobiografía de F. Josefo, historiador judío algo más joven, que se describe a sí mismo como un auténtico niño prodigio:

– Yo fui educado con un hermano mío, llamado Matías, hijos los dos del mismo padre y de la misma madre; progresaba mucho en la instrucción, destacaba por mi memoria e inteligencia; y cuando apenas había salido de la infancia, hacia los catorce años, todos me valoraban por mi afición a las letras, pues continuamente acudían los sumos sacerdotes y las autoridades de la ciudad para conocer mi opinión sobre algún punto de nuestras leyes que requiriera mayor precisión (Autobiografía II, 8-9).

Josefo se presenta de manera más pretenciosa que Jesús, pues no sólo dialoga (pregunta y responde), sino que enseña, de manera que a los catorce años actúa como “maestro de los maestros de la ley”. Hay además una diferencia esencial:

- Josefo pertenece a una de las familias sacerdotales ricas de Jerusalén, de manera que no tiene más obligación ni tarea que estudiar.

– Jesús ha nacido en una familia de “campesinos obreros”, de manera que su ocupación directa será el trabajo, no el estudio (cf. Mc 6, 4) .


Josefo pudo seguir su etapa de “formación teórica” hasta los dieciséis años, para completarla con una educación práctica, pero no en el trabajo material, como Jesús, sino realizando una especie de “turismo sapiencial”, a través de las tres “sectas” o filosofías (tendencias vitales) del judaísmo de su tiempo (fariseos, saduceos y esenios), para hacerse finalmente discípulo de Bano, un bautista anacoreta, culminando su formación a los diecinueve años (Aut II, 10-12).

- Josefo era un buscador curioso, hijo de papá, “burgués del pensamiento”. Tenía la vida asegurada, en plano económico y social. Por eso podía dedicarse al lujo de estudiar y experimentar en los diversos caminos de la educación judía, sin implicarse totalmente en nada de aquello que hacía.

- Jesús, en cambio, será un “buscador vital”, alguien que explora en la vida de trabaja y sufrimiento de la gente de su entorno. No ha podido dedicarse a recorrer las “sectas” o filosofía, pues no tiene tiempo ni medios para ellos; no puede estudiar en instituciones caras, ni dedicarse a la administración, ni viajar a Roma como “embajador” de unos sacerdotes, para ser recibido por la gran Popea, mujer del César (de Nerón) (Ibid III, 13-16). Así estudiará y aprenderá en la escuela más realista y exigente: la escuela de la vida y del trabajo, que le pone en contacto con la vida real, como seguiremos viendo.


b. Jesús, dejar la escuela, aprender en la vida


Lo que distinguirá a Jesús no es el estudio y conocimiento teórico de la Escritura, pues en su tiempo había muchos rabinos cultos como Josefo (o como Hilel y Filón) que la conocían de un modo preciso y podían comentarla siguiendo las leyes de la exégesis entonces normativa. Pero, sin ser especialista, hombre de estudio (¡y precisamente por no serlo!), Jesús ha sido y sigue siendo para los cristianos aquel que mejor ha conocido y explicado la Escritura, desde la experiencia de su vida, después de haber estado con los “sabios” del templo, a los doce años.

– Hay un tipo de escuela que enseña a ignorar, como suponen las discusiones posteriores de Jesús con los escribas o letrados, que conocen la “letra” de la Ley, pero no su vida interna. Quien sólo estudia en las escuelas y universidades oficiales de sistemas económicos, estados e iglesias corre el riesgo de “no saber”, esto es, de olvidar las raíces y tareas verdaderas de la vida.

– Hay una vida real que nos obliga a “salir” de cierto tipo de escuelas. Precisamente para llegar hasta el fondo de esa vida, Jesús ha tenido que salir del círculo de letrados y sacerdotes (de la escuela y templo), entrando en el mundo real trabajo de los pobres y expulsados de Galilea. Desde ellos y con ellos (para ellos) ha conocido la Escritura. Por eso, cuando Lucas acaba diciendo que el Jesús adolescente de doce años dejó el templo y fue con sus padres, estando sometido a ellos, está suponiendo, al menos implícitamente, que asumió la vida de trabajo de su familia.


Algunos apócrifos muy leídos en la Iglesia, como el Protoevangelio de Santiago, han destacado la influencia del estudio y la piedad en la educación piadosa de Jesús (a quien tienden a poner siempre con el libro en la mano). En contra de eso, pensamos que Jesús conoce la Escritura (que es el Libro de la Vida), pero no ha descubierto su sentido de manera teórica y detallada, en la línea de los especialistas, sino en la experiencia concreta del trabajo y sufrimiento, con los hombres y mujeres de su tiempo. Eso le permite destacar algunos rasgos menos importantes para otros.

1. La Escritura es voz de exigencia y llamada: no sirve para justificar lo que existe, sino para transformarlo, desde la perspectiva del banquete final donde todos han de ser llamados, conforme a la parábola de la viña que ha de dar fruto para todos.

(3) La Escritura es libro de experiencia. No se entiende con la ayuda de otros libros, sino con la propia la vida. Su secreto o sentido más hondo no se aprende por estudio, sino en el encuentro personal con la realidad.


2. SANTIAGO, EL HERMANO DE JESÚS

La familia de Jesús está formada básicamente por María y José, como se indica en todos los comentarios de esta fiesta; pero como sabe y dice Mc 6, 3, tenía al menos seis hermanos/hermanas, entre los que destaca Jacobo/Santiago . No se puede entender su vida (es decir, su familia) sin evocar la función de esos hermanos, las “disputas” y diferencias que Jesús pudo tener con ellos.

1. El más “sabio” de la familia no era Jesús, sino Santiago

Jesús debió nacer en una familia aldeana de nazoreos piadosos y erudito. Él destacó al principio con trabajador, y por eso se le llama el “tekton”, es decir, el artesano o carpintero, es decir, alguien que “aprendió” el sentido del tejido de la vida desde abajo, desde aquellos a los que no llega el salario mínimo, o viven al borde del paro, como hoy se diría.

Pero tuvo un hermano “más sabio”, como parecen mostrarlo las tradiciones sobre Santiago, primer “obispo” de Jerusalén, posible autor de una carta-tratado escrita en su nombre (Sant), mientras que él (Jesús) parece que no escribió nunca un tratado, sino sólo unas palabras de libertad en la arena, en defensa de una mujer acusada de adulterio (Jn 8). Es posible que Santiago no escribiera esa carta, ni fuera tan culto…, pero la tradición le presenta como versado en la Ley, conocedor de la Escritura, en su sentido más literario.

Eso supondría que en la misma familia de Jesús había algunos que formaban parte de un tipo de élite de estudiosos. También Judas, otro posible hermano de Jesús, aparece en el Nuevo Testamento como autor de una carta de tipo judeo-apocalíptico (Judas); pero la autenticidad de esa carta parece menos probable.


Sea como fuere, la tradición de la iglesia antigua (avalada por Pablo y Hech 15), y por el mismo F. Josefo (Ant 20, 197-203), supone que Santiago no era un “inculto mesiánico”, sino un erudito, un “estudioso de la religión” en el sentido radical de la palabra. Ciertamente, él pudo haberse iniciado en el conocimiento de la Ley tras la muerte de Jesús. Pero es más sencillo suponer que la conocía previamente. Eso nos llevaría a pensar que Jesús nació en una familia donde, al menos, alguno de sus hermanos valoraban el estudio y cumplimiento de la Ley, en el sentido piadoso del término.

Así lo ha destacado R. Bauckham, Jude and the Relatives of Jesus en the Early Church, Clark, Edinburgh 1990; B. Chilton y Craig Evans (ed). James the Just and Christian Origins (Supplements to Novum Testamentum 28), Brill, Leiden 1999; B. Chilton y Jacob Neusner (ed), The Brother of Jesus: James the Just and His Mission, Westminster, Louisville 2001. Mc 15, 40 dice que Santiago era el menor (tou mikrou), quizá para distinguirle del Santiago Zebedeo, que sería el mayor. Pero es posible que ese apelativo sea signo de humildad (los cristianos han de ser «menores»: Lc 9, 48) o, incluso, de cierto descrédito, en la línea de Mc 3, 31-35, mostrando así que ese Santiago, a quien algunos toman como el mayor de los seguidores de Jesús (cf. EvTomás 12), sería precisamente el más pequeño, el menos importante. Se supone que al principio no creía en su hermano Jesús (cf. Mc 3, 31-35; Jn 7, 3-10), pero Pablo afirma expresamente que Jesús se le apareció tras la muerte (1 Cor 15, 7) y le presenta honrosamente como hermano del Kyrios (cf. Gal 1, 19). Lucas le incluye implícitamente entre los fundadores de la iglesia, el día de Pentecostés (cf. Hech 1, 13-14).


2. Santiago, el hermano que quiso “convertir” a Jesús

No conocemos bien las relaciones entre Santiago y Jesús, los dos hermanos, durante el tiempo de su vida. Pero, según lo que dice Mc 3, 20-21.31-35, Santiago parece haber sido el dirigente de aquellos que pensaban que Jesús estaba loco, de forma que quiso agarrarle a la fuerza para llevarle a casa. De manera muy significativa, Jn 7, 5. 10, el evangelio más piadoso, dice que los hermanos de Jesús no creían en él, de manera que no iban juntos ni siquiera a celebrar fiestas religiosas de Jerusalén.

Este enfrentamiento de hermanos no tiene nada de anormal, sino que forma parte de la misma historia humana (sin necesidad de llegar a los extremos de Gen 4: Caín y Abel). Todo nos permite suponer que Jesús y Santiago estuvieron enfrentados por la forma de entender la “la ley”… y la libertad, los derechos de Israel y los derechos de los pobres.


Sea como fuere, Santiago no subió a Jerusalén con Jesús para proclamar el Reino de Dios, para celebrar la gran fiesta de la reconciliación universal… por la que mataron a Jesús. No estuvo a su lado cuando le mataron, no le defendió ante Caifás y Pilato.

Sólo después, pasado un tiempo, Santiago se “convirtió” a Jesús, es decir, aceptó su movimiento (como afirma Hch 1, 13-14). Se hizo cristiano, pero un cristiano muy especial, separado y distinto de la línea de Pedro y de los Doce, y mucho más de la línea de Pablo y de los “helenistas”. Se hizo cristiano, pero a su modo… de tal forma que no sabemos si se convirtió de verdad a Jesús crucificado… o si quiso “convertir” a Jesús, presentándole como buen israelita, de buena familia.

Sea como fuere, tras la persecución de los primeros cristianos helenistas, que tuvieron que dejar Jerusalén (cf. Hech 8, 1) y tras la huída de Pedro (y posiblemente de los Doce: cf. Hech 12, 17), Santiago quedó en la ciudad como figura dominante, al frente de una iglesia con una interpretación mesiánico/judía de la Ley.

Los “cristianos de Santiago” (cf. Gal 2, 12) mantenían comunión con otros grupos cristianos, como sabe Hech 15 y Gal 1-2, pero su teología y estructura se parecía mucho a la otros grupos proféticos y apocalípticos judíos que anunciaban la llegada de Dios en Jerusalén (aunque los de Santiago añadían que Dios vendrá y se manifestará por Jesús, Mesías crucificado). Santiago se mantuvo con su grupo en Jerusalén, en los años centrales del cristianismo naciente (del 40 al 60 d. C.). Todo nos permite suponer que era buen conocedor de la Ley, antes de convertirse a Jesús. Era, sin duda, hombre de letras.

3. Santiago ¿el primer hereje cristiano?

Este Santiago parece haber sido “más teólogo” que su hermano, más de ley y libro. Lo cierto es que aceptó a Jesús como Mesías y fundó la primera comunidad escatológica cristiana, al estilo judío, una qahal o asamblea mesiánica, como muestran los testimonios conservados al fondo de Mateo, en Juan y del Apocalipsis y, sobre todo, en la carta que se escribió a su nombre (cf. Sant 1, 1).

Sea como fuere, Santiago y los “hermanos” de Jesús formaron la primera iglesia estrictamente dicha, la congregación de «los pobres» (cf. Gal 2, 10; Rom 15, 26), con un obispo-inspector (Santiago) y un grupo de presbíteros a su cabeza, conforme al estilo de otras comunidades judías (como la de Qumrán).

Esta iglesia tuvo una aguda conciencia, sagrada y mesiánica, organizativa y legal, en una línea que Mc 3, 31-35 ha criticada (pensando que ella quería entrometerse en la vida de otras iglesias). El auténtico «papa» o intérprete del evangelio no fue aquí Pedro (como dirá Mateo 16, 18-20, rechazando quizá las pretensiones de los judeo-cristianos), sino el mismo Santiago, como supone la tradición de Hech 15 e incluso Ev. Tomás 12.

Esta iglesia de Santiago fue el primer experimento cristiano a gran escala (tras la dispersión de los Doce). Pero también ella acabó fracasando o quedó marginada, quizá por conflictos internos (reflejados en los textos actuales Mt y Jn) y por la oposición de otro tipo de judaísmo dominante, pues Anás/Anano el Joven, Hijo de Anás (el que hizo matar a Jesús, siendo suegro dominante de Caifás, el año 30 dC), siendo Sumo Sacerdote el año 62/63 dC, le hizo matar, porque le molestaba su libertad frente al templo (cf. F. Josefo, Ant XX, 197).


A diferencia de los cristianos de Pablo e incluso de Pedro, estos “cristianos de Santiago” aceptaron a Jesús Mesías, pero conservaron una teología anterior y (en parte) ajena a Jesús. Santiago podía saber más que Jesús (conocía mejor la Ley, en plano escolar), pero que Jesús la transformó de un modo más radical. En el comienzo del cristianismo está por tanto la historia de dos hermanos que tenían visiones un poco distintas de la Ley… y que pudieron colaborar, siendo, sin embargo, diferentes.
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