4ª Estación: Vía-Crucis de San Roque de Riomiera

Quiero que los habituales del blog sigan pensando en el tema del “viacrucis” del aborto, que he presentado y comentado, aunque sin ese nombre, los dos últimos días. Yo voy a presentar otro Vía-Crucis, para preguntaros, al fin:

¿Lo conocéis?
¿Qué juicio religioso, cultural y literario os merece?
¿De qué autor y/o tiempo proviene?
¿A qué teología y religiòn responde?


Proviene de San Roque, un pueblo de la montaña pasiega, entre Cantabria y Burgos, donde fue desterrada mi madre a principios de los cuarenta, tras la “derrota” (al menos en sentido náutico) del 39. Recuerdo muchas cosas del pueblo: la iglesia (imagen) de altares quemados, con santos sobre cajones, el Secretario de las JONS, casado con la hija de republicano asesinado, el alcalde médico, los maquis en el monte, la otra maestra, “amiga” de un ministro falangista, los vaqueros eternos trans-migrantes, la Lunada (imagen)…


En aquel ambiente, en la iglesia que se fue arreglando, se rezaba un Via-Crucis que recuerdo admirado, de rojo y blanco, con velón inmenso en la mano, mientas alguna devota leía o recitaba de memoria el texto. No sé quien lo trajo, ni de dónde llegó. No creo que lo enseñara el cura, gran vaquero, pero poco dado a Via-Crucis,… Quizá la hija del republicano, quizá la falangista amiga del ministro, quizá estaba en los libros de religión de entonces... El caso es que se rezaba, como en un teatro (¡el primer teatro en verso de mi vida!) y me parecía enigmático y extraño (¡a mis seis o siete años!)… y he recordado siempre algunos de sus versos, aunque no los entendía entonces, ni hoy entiendo del todo su teología y su piedad (en la última imagen, vista desde encima del poblado central).


Hace unos diez años, con mi madre entrada casi en los noventa, le pregunté si lo recordaba y me dijo que sí, perfectamente. Tomó un cuaderno y me lo escribió. Ayer busqué el cuaderno entre mis cosas. Allí estaba. Después de leerlo, escribí el primer verso en Google y volvió a salir entero en dos o tres versiones (podéis hacer la prueba, pulsad: Ya vengo, Jesús llagado…). Pero nadie sabe de dónde viene, ni quién ni cuando lo ha escrito.

Por eso quiero hoy citarlo, por si queréis admiraros conmigo, en mis tiempos de niño desterrado, entre pasiegos y maquis, falangistas y devotas de Vía-Crucis solemne, con cura trabucaire y montañas de Edén... Desde aquella Hispania trans-humante, de cabañas y pastos colgados de las rocas, con hambre de vida e imposición militar, quiero preguntaros de nuevo, si os gusta y...

¿Podrías decirme de dónde viene, quién lo ha escrito?
¿Lo podrías comentar, compararlo con algún otro que conozcáis?
¿Os parece un Via-Crucis real, de pasiegos condenados pronto a la muerte social (emigración)... o a la especulación turística posterior?
¿En qué ha cambiado nuestra piedad, qué falta o qué sobre en esos versos?


Mañana seguiré hablando de Via-Crucis, pero en otra línea más teológica. Buen día a todos, y los que queráis seguir pensando… tenéis el tema del Via-Crucis del aborto, con la riña de Recife al fondo.

Ofrenda

Ya vengo, Jesús llagado,
a contemplar fervoroso
los pasos que doloroso
Distéis con la cruz cargado.
Vuestra gloria y vuestro agrado
solo intento en mis visitas
y ofrezco las infinitas
y estimables indulgencias
propias de estas diligencias
por las ánimas benditas.



1.ª estación

A tu Redentor Divino
mírale todo llagado
y a vil muerte condenado
como pérfido asesino.
¡Pecador! dile contrito
que conoces tu maldad
y acudes a su bondad
por perdón de tu delito.

2.ª estación

Lleno de amor sin medida
camina el Señor cargado
con la cruz que le han formado
los excesos de tu vida.
Considera aquí el tormento
que das a tu Dios amante
y no estéis un instante
sin mostrar tu sentimiento.

3.ª estación

Oprimido en gran manera
está Jesús con la carga
y da una caída amarga
aquí por la vez primera.
Viendo, mi Bien, la caída
que dais bajo el duro leño
ya propongo hacer empeño
de enmendar mi mala vida.

4.ª estación

Aquí Jesús vio a María
de tantos dolores llena
que le causa mayor pena
que la cruz que le oprimía.
¡Alma que ves a los dos!
En el mar de la amargura
llora tú la desventura
de haber ofendido a Dios.

5.ª estación

Viendo a Jesús sin alientos
le buscan un Cirineo
para saciar el deseo
de que muera entre tormentos.
Dadme, mi Dios amoroso,
a la cruz un amor fuerte
para alcanzar en mi muerte
el consuelo más dichoso

6.ª estación

La mujer que compasiva
a Cristo el rostro limpió
en el lienzo se llevó
gravada su imagen viva.
¡Ojalá! que tal retrato
estuviera en mí esculpido
recordándose el olvido
de mi corazón ingrato.

7.ª estación

Otra vez está caído
con la cruz tu redentor
mírale bien pecador
con el polvo confundido.
¡Hombre! si no quieres ver
a tu Dios más ultrajado
confiesa bien tu pecado
sin volverlo a cometer.

8.ª estación

Llorad vuestra perdición
dice Jesús con dulzura
a la mujeril ternura
que lloraba su pasión.
Gime, cristiano, de veras
sigue el consejo divino
que no se halla otro camino
para alcanzar lo que esperas

9.ª estación

¡Oh! cuánta malicia encierra
tu corazón inhumano
que a todo un Dios soberano
tantas veces echa en tierra.
¡Ay! Jesús yo he repetido
tus caídas con las mías
pero ya todos los días
lloraré como es debido

10.ª estación

Aquel Dios omnipotente
que cielo y tierra creó
desnudo en carnes se vio
a la faz de inmensa gente.
Tus culpas y hediondos vicios
así han puesto al Redentor
y a ti te hacen acreedor
a penas, fuego y suplicio.

11.ª estación

Con martillos inhumanos
modo atroz y cruel acero
a Jesús en un madero
le clavan sus pies y manos.
Desde ese Cruz, ¡oh! Señor,
miradme con gran piedad
y mi pecho traspasad
con clavos santos de amor.

12.ª estación

El sol esconde su luz
de horror la tierra suspira
cuando el Creador expira
enclavado en una cruz.
¡Ay! Jesús, muera yo aquí
de amor, de pena y tristeza
viéndoos con tal fineza
dar vuestra sangre por mí.

13.ª estación

De Cristo el cadáver yerto
tiene en sus brazos María
mirándole le decía:
¡Hijo mío, quién te ha muerto!
No busquéis al pecador
aquí estoy, yo me presento
yo le he muerto pero siento
mi culpa y vuestro dolor.

14.ª estación

En el sepulcro profundo
de una dura y fría roca
yace el Señor a quien toca
venir a juzgar al mundo.
Muerto, Señor, os consuelo
Sacramentado, os venero.
Por vuestra pasión espero
la gracia, la paz y el cielo.

Se puede terminar rezando cinco Padrenuestros, Avemarías y Glorias en honor de las cinco Llagas de Jesús Crucificado y diciendo la siguiente:

Oración

Volved los ojos, Señor, os rogamos, sobre vuestra familia, por la cual nuestro Señor Jesucristo no vaciló de entregarse en manos de los pecadores y padecer el tormento de la cruz. El cual con Vos vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
(Desconozco el autor).
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