Gonzalo Haya: libertad y pluralismo religioso

Muchos cristianos verán la recién estrenada comedia de Fernando Colomo. No me cabe duda de que verán en Caín a una buena persona –un santo dirían algunos- a pesar de que se convierte al islamismo..
Para quien no la haya visto, es necesario resumir de qué va esta comedia. Caín es el hermano infeliz (que no se come una rosca) de Abel, que es un don Juan. Para no poner en peligro la familia de Abel, Adán asume la paternidad del hijo que espera su vecina paquistaní. El padre de Aísa, musulmán estricto, exige que Caín se haga musulmán para casarse con ella.
Mi reflexión es ésta: el sentido común cristiano –sensus fidelium- antepone el comportamiento honesto a los preceptos y dogma de la Iglesia..
Los signos de los tiempos apuntan hacia un pluralismo religioso. Si creemos en un solo Dios, realidad última inexpresable en conceptos humanos, la diferencia entre Alá, Buda, el Tao, o Jahvé, es cuestión de conceptos humanos. La Biblia ofrece suficientes testimonios: Melquisedec es sacerdote del Dios Altísimo antes que Abrahan y en su nombre lo bendice, Jesús reconoce que no ha encontrado en Israel una fe tan grande como la de algunos paganos.
El juicio del pueblo cristiano –no sé si afortunada o lamentablemente- no se basa en los argumentos de los teólogos; se basa en su conciencia. Las fronteras se están diluyendo y muchos hemos conocido a musulmanes, budistas o agnósticos, cuyo comportamiento corresponde al mensaje de Jesús mejor que el de muchos cristianos creyentes y practicantes. “Por sus frutos los conoceréis”.
¿Quiso Jesús fundar una religión distinta del judaísmo? Él no abandonó la religión en que nació, aunque se sintió libre para seguir los dictados de su conciencia por encima de los preceptos de la Ley atribuida a Jahvé.
La conciencia honesta – ¡bienaventurados los limpios de corazón!- es el cordón umbilical que nos une a Dios, seamos cristianos, musulmanes o agnósticos.